Que el noveno arte ha sido fuente de inspiración para el séptimo ha sido algo muy evidente en los últimos años, saturados de películas de superhéroes de Marvel y DC. Hoy no voy a hablar de eso, hoy voy a hablar de películas que adaptan tebeos pero que mucha gente desconoce que realmente vienen de las viñetas, ya que hace unos meses Netflix estrenó El Asesino, una película protagonizada por Michael Fassbender y dirigida por David Fincher de la que casi no se comentó que adaptaba un tebeo de los franceses Matz y Luc Jacamon. Y es que todo el mundo, o al menos un enorme porcentaje del público, sabe que Batman, Superman, Spiderman o el Capitán América nacieron en las viñetas, pero no son pocas las películas exitosas que también han salido del arte secuencial sin que la mayoría de los espectadores se hayan enterado:
La Vida de Adéle fue todo un éxito hace una década, la película francesa que arrasaba en salas comerciales por toda Europa, que descubría a Adèle Exarchopoulos y que confirmaba a Léa Seydoux como una estrella, la película de temática LGBTQ del año y para mucha gente la mejor de la década de los 2010. Y ahora pregunto ¿Cuánta de esa gente que disfrutó de la película sabía que era una adaptación de la novela gráfica El Azul es un color Cálido, de Jul Maroh? Una obra también notable y que no tardó en llevarse al cine, ya que se publicó en Francia en 2010, llevándose el premio del público en el prestigioso festival de Angulema. Un tebeo de estilo realista que juega inteligentemente con el color para diferenciar dos líneas temporales, con un guion que no busca la autocomplacencia sino la reflexión del lector, meterse en su cabeza para rascarle las tripas y el corazón a través de una historia de despertar sexual, de inseguridades, dudas y autodescubrimiento con, según dicen, algo de tebeo biográfico.
Una historia de Violencia fue un gran éxito del legendario director David Cronenberg, con un reparto muy poderoso con nombres tremendos: Viggo Mortensen, Ed Harris, Maria Bello, William Hurt… ojito a ese elenco, que está la cremita de Hollywood. Una película que arrasó en los principales festivales canadienses del 2006 e incluso tuvo opciones en los más gordos: dos nominaciones a los Oscar, dos a los Globos de Oro y una a los BAFTA, no se llevó ninguno pero ahí estuvo. Lo que mucha gente ignoró es que las nominaciones a Mejor Guion Adaptada lo fueron porque adaptaba un tremendo tebeazo que fue editado en 1997 por DC a través del sello Vertigo, en el que salían sus obras más independientes. Un tebeo que contó con guión de nada menos que John Wagner (el padre de dos iconos de la revista 2000AD como fueron Juez Dredd y Perro de Estroncio allá por finales de los 70) y los lápices y tintas de Vince Locke (que había trabajado en la mítica serie de horror Deadworld, en la revolucionaria Sandman y que en la escena metalera es muy querido por sus portadas para Cannibal Corpse que fueron censuradas en varios países). El estilo de dibujo en blanco y negro, con pocas sombras y un trazo extremadamente sucio es el apoyo visual perfecto para la violencia de un guion que hace honor a su título, si bien el tebeo difiere en bastantes puntos de la película una vez se cierra el primer acto, se explaya más en explicar el pasado de los personajes (casi un tercio de la obra dedicado a algo que en la película se despacha en una conversación cortita) e incluye algunos detalles de violencia extrema que funcionan bien en viñeta pero creo que en pantalla no lo harían. En cualquier caso, a pesar de esos detalles en la forma ambas obras desprenden el mismo espíritu y concepto, centrándose en la crudeza de la violencia y en la idea de no poder huir del pasado.
Los 90 fueron la década en la que los estudios de Hollywood se aficionaron a comprar los derechos de tebeos indie para luego sacar cosas que no tenían ninguna relación con el tono de la obra original. Hubo sobrados ejemplos como Las Tortugas Ninja, La Máscara, El Monje, Mystery Men o la que ahora nos ocupa: Men in Black. Olvídate de extraterrestres de aspecto cómico, héroes abnegados que defienden la tierra de invasiones exteriores y cualquier tipo de buen rollo, pues los tebeos originales que publicó Aircel Comics con el título de The Men in Black, con guiones de Lowell Cunningham y dibujo de Sandy Carruthers, la cosa era tan oscura como los ternos de los protagonistas. En sobrio blanco y negro estos agentes recurrían a la violencia, intimidación y cualquier medio a su alcance por ilegal que fuese para mantener diversos misterios y conspiraciones alejados del ojo público y, de paso, para ir modelando el mundo a su gusto (o al gusto de sus oscuros superiores), enfrentando no solo invasiones alienígenas sino también magia negra, demonios, sociedades ocultas o sectas, en una aproximación más cercana a lo más lúgubre de Expediente X que a lo que sería la colorida franquicia cinematográfica derivada de estos tebeos. La editorial que lo sacó originalmente fue comprada por Malibu Comics que poco después sería fagocitada por Marvel, así que hoy por hoy no sé cómo está el tema de posibles reediciones, de hecho no tengo claro si esto se ha editado en España, yo lo leí en una edición latinoamericana.
El manual del buen gótico de los 90 incluía ver El Cuervo y menearse bajo luz ultravioleta a ritmo del Burn de The Cure en el bar con menos ventanas de su localidad. La película que lanzó a la fama al director Alex Proyas y en la que Brandon Lee encontró la muerte tras un fatídico accidente se basaba en un tebeo muy peculiar, uno que en su momento llegó a ser el cómic independiente en blanco y negro más vendido de la historia. La miniserie original de James O’Barr, en la que se nos presenta al personaje y en la que se inspiró la película, se publicó dividida en cuatro números entre 1989 y 1990, pero el autor estuvo trabajando en ella durante casi 10 años como una forma de aliviar el duelo por la muerte de su pareja. Hay que recalcar que O’Barr no era un profesional del medio cuando comenzó El Cuervo, hacía el tebeo en su tiempo libre mientras tenía otros trabajos (dependiente, mecánico, incluso militar destinado en Alemania) y por lo dilatado del tiempo que necesitó para completarlo se puede apreciar la evolución de su técnica a lo largo de la obra, en la que encontramos páginas con un dibujo muy sucio y underground y otras con un estilo mucho más fino y pulido (esto además no es lineal dado que a veces el autor volvía atrás y redibujaba alguna página, con lo que en ocasiones el salto estilístico resulta muy brusco). Una historia de venganza de ultratumba oscura, un ejercicio de estética genial y el nacimiento de un personaje icónico, no se le puede pedir mucho más a un tebeo debut.
Seguramente Park Chan-wook sea mi director de cine surcoreano favorito, y seguramente su Trilogía de la Venganza contenga sus obras más famosas, tres películas que giran en torno al tema de la venganza y sus consecuencias de las que la más popular fue la segunda: Old Boy. Un fenómeno del cine independiente hace 20 años, arrasó en Cannes, arrasó en Sitges, le permitió al director recuperarse del palazo económico que había supuesto el naufragio en taquilla de la primera película de la saga (Sympathy for Mr. Vengeance, que tras el éxito de Old Boy sería reestrenada y recaudaría mucho más que con su lanzamiento original) y le dio el crédito suficiente para completar la trilogía. La película nos muestra uno de los planes de venganza más absurdamente complejos y retorcidos que se hayan visto en la ficción, casi dejando al Conde de Montecristo en un mero aficionado. Lógicamente si está en esta lista es porque antes hubo una versión en viñetas, en este caso un manga escrito por Garon Tsuchiya e ilustrado por Nobuaki Minegishi, quienes nos presentaban una historia con más violencia y sangre pero a su vez con una venganza un poco menos retorcida dado que el tema más espinoso del film (no digo cual para no hacer spoilers, pero si la viste ya sabes de qué hablo) no se tocaba en el tebeo. Existe una segunda adaptación realizada por Spike Lee para el mercado americano que toma cosas de la película coreana y cosas del manga, y lo mezcla todo en una versión que carece de la brutalidad del manga y de la sordidez retorcida de la película de Park, podéis verla por completismo pero yo personalmente no la recomiendo.
Seguimos por Corea y vamos con otro de sus directores más famosos fuera de sus fronteras y más premiados. Antes de ganar el Oscar y la Palma de Oro con su éxito Parásitos , Bong Joon-ho había llevado al cine la BD francesa Le Transperceneige con el título de Snowpiercer, su película más occidental y un éxito comercial en medio planeta que contaba con actorazos de talla legendaria como Tilda Swinton, John Hurt, Octavia Spencer o Ed Harris. Lo que muchos no sabían es que las raíces de esta historia post-apocalíptica sobre desigualdad y control social las plantaron Jacques Lob y Jean-Marc Rochette en 1982 con Le Transperceneige, un álbum que además daría inicio a una saga aunque tardaría 17 años en tener continuación, ya con Benjamin Legrand sustituyendo a Lob, que había fallecido en 1990, una saga continuada por un par de álbumes y cuyo concepto sería fusilado en multitud de ocasiones posteriormente (El Hoyo cof cof cof). El éxito de Parásitos en 2019 reactivó el interés en la cinta de Joon-ho y llevó a que Netflix produjese una serie ampliando la historia, tomando algunos elementos también de las secuelas del tebeo.
Acabamos el listado con Camino a la Perdición, película de Sam Mendes que principalmente es recordada porque fue la última producción para la gran pantalla en la que pudimos ver al titánico Paul Newman, acompañado de mi archienemigo Tom Hanks y de un Daniel Craig al que le faltaban unos años para ser James Bond. Se llevó un Oscar, dos Saturn y dos BAFTA además unos buenos milloncejos en taquilla, pero como en muchos casos anteriores no trascendió entre el gran público que esta historia venía del mundo de las viñetas. Fueron Richard Piers Ryaner y Max Allan Collins los responsables del primer volumen de esta serie sobre la mafia irlandesa en los años de la Gran Depresión, de esta historia familiar de violencia y venganza que acaba derivando en una huida que a la vez es un viaje iniciático con muchas penurias y poca épica. Dicha obra después tendría un par de secuelas en cómic y otro par en forma de novela en prosa, también hubo rumores de una segunda película dirigida por el propio Allan Collins (que en principio adaptaría la trilogía que conforma On The Road to Perdition, dibujada por José Luis García López y en la que Collins no había participado como guionista)








En la versión de 2017 tenemos a Dot, la hermana de Arthur, cuyo importancia en la trama es casi irrelevante. No es que el personaje esté mal diseñado, pero tiene muy poco peso dentro del guión, funcionando como una comparse de Arthur o de Overkill según el capítulo.

































