Australia es un país de profunda tradición rockera, y en muchos estilos. Vete dándole a play.
Muchos creen que Australia se reduce a AC/DC. Lo enorme de esta banda parece eclipsar al resto de lo surgido de ese país, pero nada más lejos de realidad, ya que dentro de su mismo género nos encontramos a gente del nivel de los legendarios Rose Tattoo o sus herederos Airbourne. Y fuera del rock and roll más clásico y básico podríamos hablar de los setenteros Cold Chisel o de los proyectos en solitario de Jimmy Barnes, del pop ochentero de INXS y Midnight Oil, del garage de Radio Birdman (cuyo ex líder Chris Masuak ahora se ha afincado en Galicia), el sonido alternativo de The Screaming Jets o el thrash/speed de los Mortal Sin. La música australiana ha dado muy buenos frutos.
Estos Tarot, que no deben ser confundidos con la banda finlandesa de los hermanos Hietala con la que comparten nombre, forman parte de la discográfica underground Heavy Chains Records and Tapes, a través de la que publicaron varias demos en formato cinta, una recopilación de todas estas muy decente titulada The Warrior’s Spell y ahora nos traen su primer largo: Reflections.
Esta banda es básicamente un proyecto de The Hermit: cantante, teclista, guitarrista, compositor y letrista principal del grupo e identidad tras la cual se esconde Will Fried, dueño del sello Heavy Chains que edita el disco y miembro de los también muy interesantes y «mercyfulfateianos» Dracula bajo el apodo de Will Spectre.
Pero olvídate de Mercyful Fate o de heavy clásico underground a la hora de acercarte a este disco. En este proyecto Will se lanza a un sonido más setentero, con el órgano hammond dominando las composiciones, en una mezcla de hard rock setentero con algún deje progresivo, folkie y medieval inglés. Uno empieza a escuchar el disco y muchas influencias van surgiendo acorde tras acorde: Rainbow y Uriah Heep son las más evidentes, y también Deep Purple. Son las influencias que la propia banda destaca en su web, pero no las únicas. Su barroquismo en puntos emparenta con el de los Magnum de la época de Kingdom of Madness o hasta los primeros Genesis, hay momentos en los que tocan la parte folkie de Led Zeppelin o incluso de Jethro Tull y su parte más oscura, sobre todo por las líneas vocales, me lleva a pensar en Pagan Altar. Pero si hay una banda, por influencias similares y por la idea de combinar eso con un sonido más heavy, que debiera citar esa sería Warlord y su disco …And the Cannons of Destruction Have Begun. Bueno, y porque al ser australianos imagino que nunca los habrán escuchado, pero todo metalero-rockero español apreciará en esta banda un regusto muy similar al de los Ñu de la época de No Hay Ningún Loco. Escucha el tema Mountain Throne que pongo a continuación para ver esto que te digo sobre Ñu:
A pesar de ser un trabajo underground el grupo ha cuidado los detalles y presentan un precioso artwork a cargo del germano Karmazid, uno de los dibujantes que más nombre están alcanzando en el mundillo del metal underground, y no es para menos. Adoro su estilo oscuro y monocromo.
Musicalmente los temas tienen mucho colorido, mucha de aquella vieja magia setentera que reclamaba yo hace años y que parecía haber sido desterrada del rock duro a favor de producciones más oscuras, lineales y pesadas. Pero lejos de eso y recuperando un estilo muy de la vieja escuela, estos Tarot nos traen un trabajo lleno de pequeños detalles de orfebrería musical. Imposible no pensar en los nombres de Gary Moore, Ritchie Blackmore, John Lord, Ken Hensley o Stuart Smith al escuchar el trabajo de guitarras y teclado. Y tampoco habría que hacer de menos a sus acompañantes a la base rítmica, que realizan un trabajo muy sobrio, destacando el estilo del bajista The Hierophant, muy cabalgante, muy NWOBHM de Iron Maiden, Saxon, Angel Witch o Diamond Head, pero también con un cierto regusto a Gary Thain o Jimmy Bain.
Es tal vez el tema vocal el que pueda ser más controvertido, ya que el tono excesivamente nasal de Will parece pegar más en una banda con una orientación más doom o heavy underground que en un grupo de estas características. La música parece pedir más a un Dio, a un Bob Catley o a un John Lawton. Para intentar dulcificar su tono ha grabado varias líneas en cada tema que confieren un sonido más coral a las líneas vocales, dando un aire a las canciones muy eclesiástico, si bien lleva los temas a una atmósfera más etérea restándoles contundencia. A mi no me disgusta, pero puede hacerse árido a muchos oídos. Tal vez dando entrada a un vocalista más poderoso la banda alcanzaría un escalón superior, porque los temas son piezas preciosas y muy bien elaboradas.
Su estilo musical tan retro desde luego no jugará a favor de su popularidad en el mercado metalero/pajillero de camiseteros que coleccionan pulseras de Wacken, pero sí puede hacerles un lugar en los corazones de nostálgicos de aquella temática épico/fantástico setentera. Tarot todavía son un secreto muy bien guardado en el corazón de Tasmania, deberías correr a descubrirlos y hacerte con este trabajo. Son una banda que vale la pena tener debajo del ojo por lo que puedan hacer.