Musiqueando 14 (20191109)

Si en la entrega 13 iba buscando que el postureo normie me llamase «Elitista» en el Twitter esta semana voy a buscar que los metalfrikis me llamen pacazo y los clasicotes del metal me tachen de modernillo. Vamos con el Musiqueando 14 y arrancamos con un tema de Gary Moore, que estoy muy volcado estos días con el Celtic de Glasgow.

Algunos dicen que Baby Huey, cuyo verdadero nombre era James Ramey, es la mayor estrella del soul que nunca llegó a saber que lo era. Su único disco de estudio se publicó de forma póstuma tras su muerte: The Baby Huey Stroy: The Living Legend. El título ya es una despedida en sí. Huey tenía un talento descomunal pero se cuidaba poco, la suma de sus excesos con el alcohol y la heroína junto a un marcado sobrepeso hicieron fallar su corazón con solo 26 años, privándonos de un excepcional registro vocal, de una garganta que era un verdadero huracán. En su único LP, grabado durante 1970 y publicado en febrero de 1971,cuatro meses después de su muerte, realizó una de las mayores obras del soul psicodélico, incluyendo un par de versiones: una psicodélica y estremecedora revisión de A Change It’s Gonna Come del malogrado Sam Cooke y una revisión del mítico California Dreamin’ que popularizarían The Mammas and the Papas, además de un par de temas propios y varias composiciones de Curtis Mayfield, productor del disco y principal valedor de Baby Huey en el mundillo musical, el único loco decidido a apostar por un músico empeñado en autodestruise. El disco tuvo poco éxito, pues no había mucho interés por parte del sello en invertir dinero para promocionar a un músico ya fallecido del que no podría sacar futuros réditos, pero con el paso del tiempo se convirtió en un trabajo de culto que sería redescubierto por diversas generaciones a través de diversos músicos de hip hop y R&B que utilizaron samplers de sus temas.

Un amigo mío abría el otro día en Facebook un debate curioso, coincidiendo con el 39 aniversario de la publicación del Heaven and Hell de Black Sabbath: ¿preferís el Blizzard of Ozz de Ozzy o el Heaven and Hell de Black Sabbath? Había que razonar la respuesta pero llegué a la conclusión de que es imposible hacerlo. Sopesemos: ambos son dos discos de heavy metal melódico y clásico publicados en 1980, ambos cuentan con una buena producción y un buen puñado de temas icónicos. Uno nos presenta a unos Black Sabbath menos oscuros, influenciados por una naciente NWOBHM, más épicos, casi poniendo la primera piedra de lo que derivará en el género epic doom unos años más adelante, con la dupla Iommi/Geezer en plena forma y con el cambio radical que supone incorporar la voz de un Dio en estado de gracia a la banda. El otro nos trae a un Ozzy que también se aleja del sonido oscuro de los Sabbath clásicos pero virando hacia un sonido más americanizado, más hard & heavy, con músicos estadounidenses, con sus líneas de voz más trabajadas y presentando en la guitarra al Randy Rhoads más pirotécnico. Desde otra óptica también podría decirse que aunque ambos son dos discos sobresalientes y excelentes ninguno de ellos es un disco especialmente rompedor, ninguno marcaría un punto de inflexión en el heavy metal que nos permitiera darle un mayor valor histórico que al otro. Así que razonando la respuesta la única respuesta racional es que no hay respuesta racional posible, la elección recae en las tripas y el corazón y para mí ahí no hay duda: cuando tenía 14-15 años el Long Live Rock and Roll de Rainbow y el Heaven and Hell de Black Sabbath eran mi banda sonora, me los sabía de memoria. Por puro sentimentalismo gana el Heaven & Hell.

Volemos ahora a la ciudad italiana de Parma, capital del histórico Ducado de Parma, situada en un bello paraje de la Emilia-Romagna. Abramos un espumoso Lambrusco y sirvamos una copa mientras ponemos el disco debut de AyahuascA, un trabajo que se publicó el pasado día de difuntos. Se trata de un disco conceptual publicado por el sello australiano Salty Dog Records titulado Naad, donde se nos explica qué es Naad: una entidad antropomórfica que representa el aparato auditivo del universo y la capacidad de escuchar nuestras propias emociones. La voz de Domiziana Pritchard nos irá conduciendo por ese viaje de descubrimiento a través de sonidos psicodélicos durante 10 cortes de inspiración sesentera y cabaretera deudora de gente como The Doors.

Hace unos días, el 25 de octubre, los madrileños Grim Comet publicaban su nuevo trabajo: Afterlife, así que lo he celebrado comprándome toda su discografía en Bandcamp. Siguen mostrando una evolución que los aleja del sonido más doom metal de sus inicios y los acerca a sonoridades más rockeras. En este nuevo trabajo abren ya con un riff crudo decorado con toques de slide sureño y bluesero que no puede sino evocar al gran Billy Gibbons de ZZ Top y si bien hay guiños durante todo el LP a los Corrosion of Conformity más rockeros o a los Metallica en su etapa Load/Reload, el disco parece por momentos querer incorporar elementos del hard rock más crudo y de la depresión grunge noventera, con detalles donde parecen lanzar guiños a bandas tan diversas como Soundgarden, Candlebox, Pearl Jam, Bush o hasta Chris Rea. Con todo se trata de un trabajo muy variado en el que se han dado el gustazo de experimentar en muchas direcciones musicales.

Y a Vigo nos vamos para cerrar la entrega de esta semana con Mano de Piedra, que también han publicado largo debut estos días (previamente habían sacado un EP hace como cosa de dos años). Algunos les han catalogado como la resurrección de los míticos Supa Scoopa por la presencia de su guitarrista Mano, pero aunque molaría tener a otros Supa Scoopa no será en este proyecto donde vayas a encontrarlos pues Mano de Piedra tienen un sonido mucho más brutote y metalero. Today’s Ashes navega más por las aguas de un sludge metal  que no hace ascos a tomar prestados elementos del death ‘n roll, el metalcore o del doom. Un disco de metal agresivo y contemporáneo con una gran producción de Iago Alonso que les sitúa como una de las bandas más interesantes que seguir en el cercano 2020.

Musiqueando 11 (20190923)

Si la anterior entrega del Musiqueando estuvo en clave ibérica esta vez nos vamos a otra península europea: la Itálica. A nivel comercial las dos tendencias de la música italiana más conocidas fuera de sus fronteras han sido sus cantantes melódicos/moñas y su música disco bailable allá por los ‘70-’80 (con Raffaella Carrá siempre en nuestro corazón). También es la nación responsable de la más abyecta perversión del heavy metal: el power metal italiano de finales de los 90 encabezado por los entonces llamados Rhapsody, a secas (luego Of Fire, Luca Turillis’, etc.), y tuvo su muestra más caricaturesca e hiperbolizada con Skylark. Por otra parte los estudiosos del rock progresivo no dejarán de señalar que entre los 60 y 70 Italia gozó de una escena de tremenda técnica, creatividad y espíritu artístico que nos trajo a bandas como Biglietto Per L’Inferno, Premiata Forneria Marconi, Banco del Mutuo Soccorso, Alphataurus, Area o Le Orme capaces de parir verdaderas obras maestras del género que pueden mirar de tú a tú a los mejores trabajos de Pink Floyd o King Crimson. Y creo que para empezar este pequeño recorrido por lo contemporáneo lo mejor será arrancar con un clásico que recoge mucho de la tradición italiana, un camaleónico músico que ha tocado muchos de estos palos: Franco Battiato interpretando una de las baladas más bonitas y delicadas que se hayan escrito en los últimos 30 años: Le Sacre Sinfonie del Tempo

Fundados en 2014 en Padua en la región del Veneto, la patria del tiramisú, Messa son todo lo contrario al famoso postre italiano: si el dulce es una delicia que nos eleva el ánimo la música de Messa es una constante maldición intentando torpedearlo para que baje hasta las profundidades abisales. Combinan doom metal, black metal y algo de progresivo para un sonido que oscila entre partes cristalinas y melódicas con verdaderas tormentas de fango metalero inspiradas por nombres como Windhand o The Devil’s Blood. Hasta el momento presentan dos discos y un EP en su discografía y este mismo verano fueron una de las bandas que se unieron al proyecto fílmico Planet of Doom.

Mi historia con Giöbia es curiosa. Tocaban el tercer día del Sonic Blast, no los conocía y no pensaba verlos sino que aprovecharía el rato para sentarme y tomarme una birra con martini. Pero un colega alemán se cruzó en mi camino y me dijo que tenía que verlos, así que me fui con él al recinto de la piscina. Resultó ser una banda muy curtida, cerca de 20 años de carrera, de la zona de Milán. Han publicado cuatro LP’s, entre los que destacan Magnifier e Introducing Night Sound, varios 7» y un directo recogido en el Freak Valley de 2017. Su sonido es atmosférico, psicodélico y algo oscuro, beben del space rock de Hawkwind, del shoegaze británico de los primeros 90, el pop de inspiración Mod de los 60 y de una psicodelia de toques minimalistas. Recientemente ficharon por el sello Heavy Psych Sounds de Gabriele Fiori, con el que reeditarán varios de sus trabajos.

Los friulanos Lizard Queen desde la ciudad de Gorizia reparten toneladas y toneladas de humeantes riffs de stoner metal de inspiración desértica. Guitarrazos repetitivos, directos y machacones cargados de fuzz para una temática letrística muy marcada por las experiencias de evasión y alucinaciones derivadas del uso de alucinógenos. Comenzaron en 2013 como proyecto paralelo de un miembro de la banda de stoner DEEP y desde aquella han publicado dos discos, de los que el segundo fue reeditado en 2018 con todos los temas remasterizados. Un ep de tres temas con un regusto más blues completa una discografía que ofrecen de forma gratuita, pudiendo pagarse “la voluntad”, en su página de Bandcamp.

Segumos con un dúo modernillo de batería y guitarra inspirado por The White Stripes, The Dodos o The Black Keys, los Bud Spencer Blues Explosion, abreviado BSBE, se bautizaron con mucho humor  juntando a la banda legendaria del punk-blues alternativo Jon Spencer Blues Explosion con el mítico y nunca suficientemente ponderado actor italiano Bud Spencer. Nacidos en Roma en 2006, combinan blues-rock con pop indie y algún ramalazo de rocanrol. La banda formada por Adriano Viterbini y Cesare Petulicchio ha publicado ya cinco largos, el primero de los cuales se publicó solamente dos meses después de la formación del grupo, gozando de gran apoyo por parte de la prensa musical italiana.

Galaverna son puro paganismo musical, un folk rock acústico y apocalíptico inspirado por gente como los reverenciados británicos Comus, que seguramente sean su referente más claro y directo, o los holandeses Omnia, incluso cercanos a Sangre de Muérdago o incluso a una versión oscura de Labanda e incluso la flauta me haría pensar en grupos más rockeros como Ñu o Jethro Tull. No hace mucho que publicaron su debut Dodsdans, un trabajo que nos transporta a oscuros bosques alpinos y a olvidados rituales pre-romanos a través de su sonido donde el folk de raíz centroeuropea se tiñe de sus matices más oscuros, con algún guiño a la psicodelia.

Y acabamos el recorrido itálico en Piamonte, en la ciudad de Tortona. Allí a finales de los 90 surgieron Ufomammut, una banda que ha oscilado entre el más pesado sludge metal y el más denso drone-doom. Han pasado 20 años sin cambios de formación, girando habitualmente por toda Europa y publicando la nada desdeñable cifra de 10 discos. Su estilo se caracteriza por el uso de ritmos de batería lentos y marcados, riffs complejos ejecutados con tremenda precisión, canciones compuestas por partes muy diferenciadas y voces muy agresivas y desgarradas. Por sus influencias y sonido les pondría en el barco de Neurosis, Eyehategod o algunas cosas de los Melvins.

El Bandcamp de la Quincena: Mandibulla – Bleeding Black

Os debía una entrada musical, pero el finde pasado rockeando en Porto con Wucan, Black Mirrors y The Vintage Caravan influyó en que esta crítica os llegue con retraso.

Pero tranquilos, que aunque pasasen unos días el primer disco de estos brasileños Mandibulla está todavía calentito, salió el 31 de octubre listo para la noche de Halloween. ¿Qué nos ofrecen en este Bleeding Black? Pues un trabajo que hace honor a su título, un disco que combina stoner con doom metal un poco en la misma onda que sus compatriotas de Black Witch pero con un aire menos retro, más metalero y sin tanto elemento de occult rock.

Mandibulla

Los riffs de Felipe Knoller que, según leo en los créditos, se ha encargado de guitarras y bajos para la grabación rugen y chisporrotean cargados de fuzz construyendo sólidos muros de vez en cuando salpicados con algunos punteos de influencia más rockera de la mano de Ricardo Siqueiro. Los cimientos los pone la contundente batería de Helder Tiso, músico polifacético que también se encarga de los pianos y arreglos y una apisonadora golpeando nuestras cabezas y llenando cualquier atisbo de silencio con sus platos cuando coge las baquetas, creando así la atmósfera adecuada para que Cristiano Maffra añada el peso melódico a los tema con su voz.

La tipografía del logo de la banda podría llevarnos a pensar que se trata de una mera imitación de los Pentagram, y aunque el magisterio de estos y el de Black Sabbath es evidente (algo por otro lado habitual en esto del stoner/doom) se aprecian otras influencias, como el hard rock oscuro de The Cult en la voz y determinados pasajes de A Dream Within a Dream o los riffs de influencia Black Label Society en Underwater Grave. También hay reminiscencias a los trabajos más sludge metal de Corrosion of Conformity y los Melvins, ¿puede ser por la mezcla de Jack Endino? El que fuera productor de Mudhoney, Nirvana y Soundgarden parece haberle cogido el gusto a Brasil, y tras trabajar con Titãs y Nando Rei ha mezclado el disco de estos paulistas.

Mandibulla es una nueva promesa del metal brasileñoa la que habrá que seguir la pista.

 

 

Além do Minho: Siete bandas portuguesas que seguramente te estás perdiendo.

El otro día comentaba con un amigo que el estado-nación a veces crea una barrera difícil de saltar. En el estado español cuesta pensar en Portugal: a la hora de hacer negocios, a la hora de internacionalizar empresas, a la hora de plantear viajes vacacionales… Conozco a gente que cuando un grupo viene de gira a la península ignora las fechas en tierras lusas y acaba gastando un día de vacaciones en el curro para ir a Madrid, a ver un jueves a una banda que tocaba en Porto el sábado, una fecha que le convenía más en una ciudad que está más cerca. Pero la frontera, mental más que física o realmente cultural, para muchos está ahí.

Para la prensa musical española esa frontera también está muy presente, rara vez se habla de bandas portuguesas en ella. Dulce Pontes tuvo un cierto éxito mainstream en España a principios de los dosmiles, The Gift en el mundillo indie son importantes y en el metalero Moonspell son la banda portuguesa más conocida, aunque algunos recordarán también a Tarántula por un acuerdo de distribución que habían firmado con Locomotive Music y que les llevó a un par de festivales en España. Y finalmente nos queda la escena del metal extremo, donde sí que ha habido tradicionalmente más contacto y más flujo de bandas, al menos para la conexión concreta entre Galicia y Portugal, no siendo extraño poder escuchar a gente como Sacred Sin, Holocausto Caníbal, Dead Meat o Alcoholocaust, y siendo el SWR Barroselas un festival de referencia para todo fan de los géneros más brutales del noroeste peninsular. Como poco a poco también está convirtiéndose en referente el Sonic Blast para todo amante del stoner y la psicodelia,  y como lo han sido también durante años el NÓS Alive o Paredes de Coura para el público más pop.

En general parece que todo acaba en lo arriba citado. Bueno, a menos que seáis lectores de este blog donde la presencia de grupos portugueses es más habitual. Ya sea por mi tendencia política a un federalismo iberista, porque estudio portugués o por mi interés constante en ver nuevas bandas en directo, el caso es que me encanta saltar esa frontera. Y aprovechando estos días libres de los que dispongo he decidido preparar un pequeño artículo centrado en bandas portuguesas que, a pesar de ser muy interesantes, parecen pasar desapercibidas para la prensa musical del reino felipista. Un poco en la onda de los artículos que anteriormente había hecho sobre bandas gallegas. He intentado picar un poco entre varios géneros, aunque los lectores veteranos sabéis que dentro de mi eclecticismo hay una cierta línea coherente.

The Black Wizards: Una banda de la que ya hemos hablado varias veces en este blog y estamos viendo crecer. Con los 70 siempre entre ceja y ceja han ido pasando del protometal de su primer disco, Lake of Fire, a un sonido más psicodélico y setentero en …What the Fuzz?, girando por Europa para presentar ambos discos. Es un grupo para el que sólo tengo buenas palabras: su rock duro de tintes retro da la talla tanto en directo como en estudio, apoyándose en la destreza del cuarteto como instrumentistas y en la madurez de sus composiciones. Un caudal creativo donde el magisterio de Cream, Ten Years After, Jefferson Airplane, Black Sabbath o Grand Funk Railroad nos hacen pensar que los setenta están más vivos que nunca.

Billy Lobster: A lagosta do blues, el alter ego del músico portugués de ascendencia moldava Pavel Racu, se marca un “Juan Palomo” con su banda. Él se lo guisa, él se lo come. Guitarra en mano, micro en boca y batería a sus pies, no necesita más banda, él se encarga de todo para regalarnos un blues eléctrico y cargado de distorsión. Un blues honesto, sincero, auténtico, crudo, muy desnudo, directo. Su disco Boogie on the Fly, del que ya hablamos por aquí, es la mejor muestra de lo que te estoy contando. Esta sí que es honestidad brutal, y no la del Calamaro.

Lâmina: Lâmina no son sutiles, no son frágiles. Su stoner-doom es pesado y sólido, directo, el equivalente sonoro a darte de morros contra un bloque de hormigón. Sus canciones se construyen sobre riffs primitivos y monolíticos y ritmos de batería intensos y obsesivos. En su último trabajo, Lilith (que ya reseñamos por aquí) se nos muestran como dignos continuadores de la esencia que parieron en los 90 bandas como Monster Magnet, Melvins y, en general, todos aquellos que intentan alargar el legado musical comenzado en los 70 por Black Sabbath o Pentagram. Metal pesado de verdad, con raíces y mala leche, directo al grano para deleite del oído y perjuicio de las cervicales de sus creyentes.

Midnight Priest: Si algo ha quedado claro pasados casi 40 años del comienzo de la NWOBHM es que el heavy metal clásico, por muchos altibajos por los que pase, acaba perviviendo. El hard rock de pelos cardados, la depresión grunge, el un-metal korneado, el power metal bombástico de orquestas pregrabadas… se los lleva el viento mientras siguen apareciendo bandas clasicotas en el underground metalero. En caso de que el norcoreano y el cowboy irascible de la Casa Blanca se líen a petardazos nucleares sólo sobrevivirán al holocausto las cucarachas, los tardígrados y un centenar de bandas con elásticos de rayas y chalecos de parches. Midnight Priest son de esa raza de bandas, comenzaron siendo más speedicos y cantando en portugués, como una suerte de Running Wild de la costa atlántica. Hoy por hoy se han tornado más maidenianos y cantan en inglés desde su segundo larga duración, Midnight Steel. Aunque pienso que la banda ganaba mucha frescura cuando cantaban el portugués siguen siendo una muy buena banda de heavy metal a la que seguir la pista, con la que cabecear un rato como maníacos.

 

Quinta do Bill: Una banda veterana y de las más exitosas en Portugal. Fundada hace 30 años, publicaron su primer disco hace 25 y desde aquella han sumado varios discos de oro a su trayectoria, siendo un grupo que allí suele gozar de mucha presencia mediática, con sus singles en rotación constante por las radios. Su estilo folk rock con tintes pop de profunda influencia estadounidense, muy en la onda de Garth Brooks, te podría llevar a pensar que vienen del propio Nashville si no fuera porque cantan en portugués. Uno de sus temas más exitosos, Filhos da Nação, se convertiría en 2003 en el himno extraoficial del Porto de Mourinho, con la letra convertida en Filhos do Dragão. En 2013, también en Porto, darían un concierto para más de 100.000 personas en la Avenida dos Aliados y, en 2016, repetirían otro concierto masivo en dicha plaza para las fiestas del 25 de abril. Este 2017, durante su trigésimo aniversario, en Galicia han sido condecorados con el premio aRi[t]mar a la mejor canción en portugués.

Vircator: Entre el post-metal y el progresivo se mueven los Vircator, una banda de cuyo primer disco ya os hablamos por aquí y cuyo segundo trabajo, Sar-i-Sang fue publicado el pasado mes de septiembre. Su música atmosférica y compleja hace viajar al oyente por paisajes marcianos envuelto en ondas de amor cósmico, intercalando pasajes etéreos y psicodélicos con intensos crescendos de energía metalera. Un género que algunos etiquetarían de metal intelectual o de banda para mesarse las barbas mientras se degusta un café, pero también una propuesta musical con profundidad y criterio, densa pero no por ello aburrida.

Vítor Bacalhau: Liderando a un power trío cargado de buen blues rock eléctrico, el sureño (del sur de Portugal, no de los USA, que os veo venir) Vítor Bacalhau no pretende disimular la influencia del último Gary Moore, del Albert King más eléctrico, del siempre presente Jimi Hendrix y, de forma más que evidente, de Joe Bonamassa. Hace nada que ha publicado su último disco, Cosmic Atraction, una excelente pieza de blues rock más que disfrutable, con aroma a gasolina quemada y sabor a bourbon de Kentucky. No se pierde en pajas mentales, va al grano, no vuelve a inventar la rueda porque no hay que inventarla, esta ya gira tal y como está, como giran los grandes discos de los grandes guitarristas que le influencian. Un buen disco y un buen guitarrista.

El Bandcamp de la quincena: Lâmina – Lilith (26/07/2017)

Otra vez llega tarde El Bandcamp de la Quincena, pero otra vez llega también cargado de calidad y con un disco recientito del todo.

Nos volvemos a Portugal esta semana, ya sabéis que en este blog nos encanta cruzar el Miño en dirección sur, para traer un disco largamente esperado… al menos por mi, que desde que vi a este banda en 2015 estaba esperando por una entrega en estudio de su música. Y es que Lâmina no se habían prodigado mucho en grabaciones, desde su nacimiento en 2013 y hasta este trabajo apenas había dos temas subidos a youtube, grabados en directo en su local de ensayo. Esos dos temas, Cold Blood y Big Black Angel, son los que abren ahora este Lilith.

Lâmina Lilith

Se han hecho esperar y han cocinado a fuego lento este disco debut, pero el resultado no podría haber sido más óptimo: siete piezas de contundente stoner doom, una ración de buen y sólido metal edificado sobre riffs a doble guitarra llenos de distorsión y wahwahs de alma psicodélica. La labor de frontman recae sobre Vasco Duarte, vocalista y guitarrista, aunque en sus directos es imposible no fijarse en la batería Catarina, aka Katari, una percusionista que no sólo empuja los temas con su contundente pegada sino que también aporta una dosis importante de carisma y presencia. Felipe Homem Fonseca completa la base rítmica con su bajo y Sérgio Costa se ocupa de la guitarra gemela que les da ese punto de fuerza.

Aunque su sonido bebe del rock duro de los 70, y los teclados añadidos al disco refuerzan esa influéncia, Lâmina tienen unos riffs y estructuras más metaleros que la mayoría de bandas de palo retro, valgan como ejemplo los riffs de los dos primeros temas antes citados o el de Education for Death. Tampoco temen lanzarse a largos desarrollos de temas complejos, presentando un tema de influencias indo-orientales y de más de 20 minutos como Maze o cerrando el disco con In the Warmth of Lilith, una canción de 9 minutos que han convertido en uno de los singles del álbum.  En total 7 temas para este LP.

 

Lilith es un gran disco debut para unos Lâmina que no han tenido prisa y han logrado grabar un trabajo excelso de calidad y sobrado de frescura. Una buena dosis de stoner doom pesado y metalero desde las orillas del Tajo.

El Bandcamp de la quincena: Argonath – Journey to the Other World (17/05/2017)

El WannaCry me tiene sin dormir desde el viernes, así que esta semana vamos con mogollón de retraso, pero aquí llega la entrega ya de El Bandcamp de la Quincena, aprovechando que en Galicia estamos de celebración (bueno, menos Gloria Lago).

Y nos acercamos hasta la isla esmeralda, un viaje en barco a la tierra de los druidas y de San Columba y San Patricio para darle un repaso al último trabajo del proyecto Argonath: Journey to the Other World.

Argonath es un proyecto musical a cargo de Taoiseach Ceoldubh, encargado de la composición, interpretación y grabación de toda la música, y que cita a Summoning o Celtachor grandes influencias. Pero el sonido de Argonath no es black metal sino que es definido por el autor como Celtic Inspired Dungeon Synth.

Argonath

Este Journey to the Other World nos trae media hora de música ambiental donde los conceptos minimalistas del neofolk se juntan con elementos de música medieval, música celta y hasta hay un par de piezas, como Honour in Death, donde la música acaricia las bandas sonoras de Basil Poledouris. Todo esto ejecutado a base de sintetizadores, como mandan los cánones del género y muy en la onda de los discos de gente como Chaucerian Myth.

Un interesante disco instrumental y ambiental llegado desde Irlanda con aroma a banda sonora de un dungeon crawler ochentero, a partida de Runequest o a tebeo de Conan. Un trabajo donde los sintetizadores se juntan al medievo y a la música tradicional irlandesa.

El Bandcamp de la Quincena: Old Tower – The Rise of the Specter (16/04/2017)

Esta semana en El Bandcamp de la Quincena nos vamos a tierras holandesas y a sonidos ambientales.

Torres del Oeste

¿A qué viene esa foto sin relación alguna con el disco? Bueno, son las Torres del Oeste de Catoira. ¿Por qué? Porque este disco es perfecto para esa ubicación. Para sentarte en sus muros derruídos mirando al mar. Escuchar Old Tower en una vieja torre.

Musicalmente se etiqueta a Old Tower dentro del género conocido como «dungeon synth«, un estilo que nació como subgénero ambiental del black metal noruego y austríaco en los años 90, de la mano de gente como Varg Vikerness o Mortiis, pero que con el paso de los años se ha desarrollado como un género propio que en la actualidad goza de mucha salud y que hasta se fusiona con otros géneros como el folk o el chiptune. No es tan raro esto último, ya que las bandas sonoras de los viejos RPG de MS-DOS también ejercieron su magisterio en el nacimiento de este género.

Old Tower The Rise of the Specter

Pero en The Rise of the Specter lo que nos ofrecen Old Tower no tiene nada de fusión, no trae nada nuevo. No, Old Tower bebe de las raíces del género y nos presenta composiciones que beben del medievo europeo, de la música sacra parida en monasterios de medio continente: suena oscuro, desolado, melódico, ambiental y tiene algún pasaje realmente épico, huyendo además de la repetición a veces excesiva de otras bandas del género que transmiten la sensación de estar en un bucle. Se mueve muy en la onda del primer Mortiis o de gente como Cerunnos Woods, Balrog o Fief.

¿Hay guitarras? ¿Hay riffs? No, en The Rise of the Specter todo son sintetizadores. Pero combinados con buen gusto para llevarte a un viaje relajante y evasivo evocando antorchas y corredores de piedra,  repartido en dos pistas que nos traen casi media hora de música. ¿La banda sonora para una partida de HeroQuest? ¿Un disco ideal para crear ambiente en una partida de AD&D o Runequest? ¿Música relajante para ponerte en los auriculares mientras trabajas? Dejarse llevar al oscuro mundo de Old Tower es una buena opción, dales una buena escucha y déjate llevar.

El Bandcamp de La Quincena: It was The Elf – Fire Green (05/03/2017)

Vamos con una de las bandas que tocarán en el Monolithic Fest 2017 y de la que todavía no habíamos hablado por aquí en El Bandcamp de la Quincena: It Was the Elf.

Llevo un buen rato dándole al Firefox haciendo búsquedas, ya sea con el Google Maps, el OSM, el Bing Maps y hasta las imágenes por satélite de la NASA… hacedme caso, un rato largo con el tema que cierra este disco como banda sonora. Llevo ese ratillo intentando ver qué tienen en común Palm Desert con la Serra da Estrela, porque para componer estos riffs de inspiración Kyuss tiene que existir algún componente ambiental común. Pero no, mira por donde que ese distrito del noreste de Portugal que vio nacer a It Was the Elf no tiene mucho que ver con la patria de Josh Homme.

It Was the Elf Fire Green

Fire Green apareció el pasado verano y es el primer LP de It Was The Elf, tras un un EP publicado en 2014. Presenta un stoner con algunos dejes más heavies, orbitando entre el sonido desértico y el de NOLA. El magisterio de Kyuss y de sus bandas secuelas como Unida, Hermano o Mondo Generator se toca en esta banda con elementos más metálicos y agresivos como Down, los primeros Melvins, Crowbar o la etapa más stoner de Corrosion of Conformity. La banda nos presenta una colección de temas riff-driven, monolíticos y directos, canciones para desencajar cuellos a golpe de fuzz con una voz que orbita entre registros más rockeros a lo John García y arranques más agresivos y metaleros a lo Anselmo.

He de reconocer que el arte de la portada, a cargo de Vasco Duarte, me llevó a pensar más en una banda de hardcore en un primer momento que en el estilo stoneriano que practican estos chavales, pero con todo es un trabajo más que excelente.

It Was The Elf no inventan nada nuevo, pero en lo suyo, en dar temas contundentes y directos, tienen oficio y son efectivos. Si disfrutas del stoner desértico y pesado, si te va el palo más americano del género, es una banda que no deberías dejar pasar. Una oída y te convencerán.

Si las bandas de rock y metal fueran desayunos…

Si las bandas de rock/metal fueron desayunos:

Asking Alexandria serían un batido de soja y pomelo con semillas de chía.

Alter Bridge serían chococrispies con batido de chocolate y gominolas.

Mastodon serían una tostada con aguacate.

Metallica serían una caja de muesli que lleva abierta como seis meses, pero que varios de tus colegas se empeñan en afirmar que sigue estando crujiente.

Ted Nugent sería un café solo largo, plato de tortitas con sirope de arce, bacon, huevos revueltos y una banderita americana decorando todo, probablemente aliñado con pólvora.

Black Sabbath serían un café con leche, croissant calentito y zumo de naranja recién exprimido.

AC/DC serían un café con leche y unas tostadas.

Hanoi Rocks serían un brunch.

Topo serían una tapa de tortilla.

Barón Rojo serían un bocata de calamares y un relaxing cup of coffee.

Overkill serían huevos fritos con bacon y una cerveza, en un bar cerca del CBGB o de L’Amour.

High on Fire serían un chupito de whisky y una ración de chicharrones.

Electric Wizard serían una tortilla de setas… alucinógenas.

Sleep serían unas magdalenas de mariguana.

Primus serían la cena, pero por algún motivo te las estás tomando a la hora del desayuno.

Emerson, Lake and Palmer serían la cena, pero por algún motivo te las estás tomando a la hora del desayuno mientras estás sentado en una silla de oficina haciendo crucigramas.

Nashville Pussy serían pasar de desayunar y tomarte otra cerveza porque llegas de reenganche.

Motorhead serían pasar de desayunar y tomarte otra botella de Jack Daniels porque llegas de reenganche.

Motley Crüe serían desayunar cocaína.

Red Fang serían pasar de desayunar porque estás de resaca.

W.A.S.P. serían pasar de desayunar e irte a una sesión de bondage.

Mercyful Fate serían pasar de desayunar para unirse a un aquelarre.

Burzum serían pasar de desayunar e ir a apuñalar a Euronymus.

El Bandcamp de la quincena: Stoned Jesus – The Seeds, vol.II (07/08/2016)

Un viajectio a Ucrania, a escuchar a una banda que espero estar viendo dentro de una semana en el Sonic Blast Moledo 2016.

Este The Seeds, vol.II es un lanzamiento un poco particular. Salió hace un par de meses, en junio, como una iniciativa para recaudar dinero para su próximo lanzamiento discográfico, el que será su cuarto largo.  El EP que hoy tratamos incluye tres improvisaciones grabadas en estudio, que responden a los títulos 201,202 y 203, y una toma en directo de 2010, con la formación original de Stoned Jesus,  del tema Starshine Harvest, incluyendo en la misma pista algunas tomas de ensayos del tema. Al final entre los 4 temas nos ponemos en más o menos unos 40 minutos de música.

Esta grabación nos muestra la cara menos Doom Metal/Black Sabbath de Stoned Jesus y su lado más progresivo, espacial y psicodélico, acercándose en estas jams más gente como Earth, Mono, Belzebong o JPT Scare Band que a ese sonido más similar a Sleep o Saint Vitus que nos encontramos en sus discos previos.

Stoned Jesus - The Seeds vol II

El sonido, si lo tomamos como lo que es, una grabación de una jam en un ensayo, es bastante aceptable en los tres temas. Temas donde la banda explora sonidos espaciales y psicodélicos buscando la creación de atmósferas densas que transporten la mente del oyente a páramos marcianos, a novelas de John Carter o a un ballet cósmico Kubrickiano. He de decir que el tema en directo de 2010 sí que tiene un sonido peor, pero está bien como rareza de la época previa al lanzamiento del disco debut de la banda.

No nos engañemos, no es el disco más indicado para comenzar con Stoned Jesus. Tampoco sé si la banda tirará por estos derroteros más psicodélicos ya que en su previa trayectoria se han movido por un terreno más doom, aunque es una banda en constante evolución desde sus inicios más cercanos al sludge. Si eres fan de Stoned Jesus es un documento interesante, y si te gustan bandas como Vircator o Astrodome también disfrutarás de este The Seeds, Vol II.