Portugal, tan cerca, tan lejos. Al menos para el fan español rockero/metalero medio, que parece que, por obra y gracia de la prensa musical tradicional, vive más cerca de Finlandia, Alemania o los EEUU que del país vecino.
Para un fan gallego es más rápido y barato acercarse a Porto que a Madrid haciendo uso del coche o incluso del autobús y la posible barrera idiomática no es acusada (es fácil hacerse entender incluso no sabiendo ni papa de portugués), pero hay quien sigue planteándose como primera opción Barcelona o Madrid frente a cruzar la frontera del Miño.
No podría hacer un análisis profundo del circuito underground portugués porque tampoco lo conozco con profundidad, pero sí da la impresión de ser más activo que el español, o al menos que el gallego. Tienen festivales muy especializados, como el SWR Barroselas dedicado a las tendencias más extremas del metal, el Sonic Blast más orientado a la psicodelia, el doom y el stoner o el Amplifest en una rama más alternativa. Y tienen una buena cantidad de bandas muy interesantes pero de las que en España rara vez se oye hablar. No sólo estos The Black Wizards que hoy nos ocupan, también otras bandas como Vircator, Lâmina o Astrodome (que probablemente acaben saliendo en este blog también). Si os suenan sus nombres es porque probablemente los leísteis en mi crónica del Sonic Blast 2015 (este año creo que tocará repetir).
Como ya os decía, a esta banda la conocí viéndola en directo. Tocaban muy temprano en el escenario pequeño y allí me senté a verlos con mi girafa de Super Bock. En la primera canción ya me había enamorado: espíritu setentero, riffs pesados y fuzz a tope. Al frente del grupo Joana Brito, te la podría describir como la hija que nunca engendraron juntos Grace Slick y Tony Iommi, derrochaba carisma y presencia. Y el otro guitarra, Paulo Ferreira, tampoco le daba mal. En la batería otra mujer, Helena Peixoto, aportaba una buena dosis de empuje y contundencia y abría un debate sobre cual era la mejor batería femenina del festi: ella o la batería de Lâmina. Sobre el bajista que vi en aquel concierto no puedo deciros si era el que grabó este disco o la anterior demo, sólo que cumplió muy bien su trabajo aportando el extra de peso necesario para los temas, con un sonido cálido pero distorsionado.
¿Qué nos ofrecen The Black Wizards en su Lake Of Fire? Bueno, lo primero que verás es un bonito artwork obra del artista Vasco Duarte, y como te decía arriba fuzz, psicodelia, pasión por el blues rock más contundente de finales de los 60 y principios de los 70.
El nombre de Black Sabbath es evidente, desde luego, al pensar en una banda así. Aunque su distorsión es más saturada que la que usaba el colega Iommi y a mi me trae más a la cabeza nombres como Blue Cheer, los primeros trabajos de Grand Funk Railroad o Sir Lord Baltimore. Incluso en algún momento mencionaría la influencia de Ten Years After, Cream o Jimi Hendrix (escucha el tema Lake of Fire que te he dejado arriba). Si queremos comparar con una banda más actual creo que Kadavar sería lo primero que me vendría a la cabeza.
El deje retro para nada te creas que le resta garra y contundencia a su sonido, o que hace que la banda no suene actual. Todo lo contrario, ofrecen un sonido muy fresco sin renunciar a sus raíces más old school.
El disco lo componen ocho cortes en una línea muy homogénea, sin sorpresas o grandes saltos estilístico entre un tema y otro: hacen muy bien lo que hacen y saben hacer y no se lanzan a otrs aventuras. Desde la inicial Pain hasta el cierren con Fallen Leaves la banda ofrece lo mismo: riffs densos, atmósferas pesadas, tempos lentos: como la primera birra después del trabajo, como el sexo en tu tienda de campaña tras una noche de festival, algo que hay que hacer con calma y deleitándose. A pesar de contener sólo 8 canciones no se trata de un trabajo para nada corto, ya que se trata de composiciones bastante largas, oscilando entre los 6:23 que dura el segundo tema, I don’t mind (la canción más corta del disco) y los 10:17 de Wicked Brain, el corte más largo, oscuro y funerario del álbum, 100% primeros Black Sabbath. Y aunque se trate de un trabajo compositivamente homogéneo tampoco peca de repetitivo como otras bandas del estilo, ofreciendo esos pequeños detallitos compositivos que dan vidilla y color a las canciones.
Para amantes del rock duro más pesado y denso Lake of Fire será una delicia, un disco debut que debería meter a esta banda en tu lista de «gente a la que tener en cuenta a medio plazo«. No te voy a vender que The Black Wizards son the next big thing, desde luego, pero si tienes la oportunidad de acercarte a su directo no deberías dudar. Y desde luego lo que no puedes perdonar es darle una escucha entera a este disco.