Musiqueando 16 (20200210)

Antes de comenzar con la entrada quería disculparme por teneros sin publicar más de un mes. Estoy con mil cosas en la cabeza esta temporada y no tengo apenas tiempo para escribir, cuando pase el estrés volveré a publicar más asiduamente.

Que escuchar música es un placer es algo que comparten todos los que leen el Musiqueando, porque si no ¿para qué lo leerían? Casi podría apostar además que un alto porcentaje de esas personas además encuentran placer en la lectura ¿por qué no combinarlos? La literatura ha sido inspiración de muchas obras musicales. Desde El Cantar de los Nibelungos inspirando a Wagner para su serie de óperas épicas pasando por Kate Bush revisando Cumbres Borrascosas de Emily Brontë, por Leonard Cohen adaptando a Lorca siguiendo la estela de otros muchos cantautores españoles, por Blind Guardian lanzándose al Silmarillion de Tolkien como años antes lo habían hecho Led Zeppelin o por la excelencia progresiva de Rush nutridos por los panfletos de Ayn Rand que extrañamente encantaban al recientemente fallecido Neil Peart. Hoy vamos a dar un repaso a varios discos conceptuales basados en discos e intentaré no caer en los más tópicos.

Seguramente cuando uno piensa en libros que inspiran discos de rock El Estado y la Revolución de Lenin no aparezca entre las opciones más obvias, pero allá por 2011 los catalanes Eina lo usaron como inspiración para los temas de L’Estat i la Revolució. Nacidos de las cenizas de la mítica banda de punk Inadaptats ya habían publicado previamente otro disco conceptual en 2008: L’Art de la Guerra, inspirado por la obra del militar chino Tsun Tzu. El sonido de la banda es un rock directo y bastante melódico, con mucha fusión, tomando elementos del rap metal, el indie, el punk o la electrónica y cantado siempre en catalán.

Cuando un grupo se inspira en una obra literaria cuyos derechos de autor todavía no han pasado al dominio público puede tener que verse las caras con la desaprobación de los autores o sus herederos… y luego está el caso de Michael Moorcock, que no solo no tenía problema en que lo hiciesen sino que además se acercaba a colaborar con las bandas dado que él también había sido picado por el gusanillo musical (tuvo su propio proyecto en los 70: Michael Moorcock & The Deep Fix). Colaboró con Blue Oyster Cult, con el colectivo Spirits Burning pero, sobre todo, lo hizo con Hawkwind. Los psicodélicos ingleses ya habían inspirado más de una canción en la obra de su buen amigo, quien a cambio les convirtió en personajes literarios en su novela The Time of the Hawklords, pero en 1985, con una formación en la que ya solo quedaba Dave Brock de la alineación original, le dedicaron un disco entero: The Chronicle of the Black Sword. El disco originalmente se iba a llamar Stormbringer pero decidieron no hacerlo para evitar confusiones con una conocida obra anterior de Deep Purple. Está inspirado por la saga de novelas de la saga de Elric de Melniboné aunque también menciona en un tema a Jerry Cornelius, otro personaje de Moorcock y cuenta con una letra del propio autor para el tema Sleep of a Thousand Tears. El grupo en este disco lleva su clásico space rock psicodélico a sonoridades más duras y hard rockeras para surfear la ola del heavy metal imperante en la época.

A mediados de los años 70 un productor, técnico de sonido y teclista de sesión llamado Alan Parson decidió lanzarse a grabar un disco conceptual basado en la obra de Edgar Allan Poe. Sería este el génesis de The Alan Parson’s Project y de su disco debut Tales of Mistery and Imagination. Para ello decidió juntarse con otro teclista, Eric Woolfson, contratar como músicos de apoyo a los miembros de las bandas Pilot y Ambrosia y también a un teclista más que sería Francis Monkman (de los pioneros del rock con ínfulas de música clásica Curved Air y Sky) e invitar a cuatro cantantes: el actor Leonard Whiting, el pionero del shock rock Arthur Brown, el entonces muy popular John Miles y el ex-The Hollies Terry Sylvester, además de los coros de un Jack Harris que sería colaborador habitual de la banda en futuros discos. En la edición original se obvió una narración de Orson Welles como preludio a varios temas que se recuperaría en la reedición de 1987 para su primer lanzamiento en cd. El disco nos presenta un sonido progresivo extremadamente elaborado, con una producción cuidada hasta el último detalle y donde cada tema gira alrededor de un relato del mítico escritor estadounidense, llegando a usar un fragmento de la ópera inacabada de Debussy La Chute de la maison Usher en el tema instrumental inspirado por el mismo relato.

Corría el año 1973 y David Bowie pasaba por un momento de enorme popularidad y, probablemente, por uno de los estilos de vida más excesivos que se recuerden. Con Pin Ups había llegado a su fin su etapa junto a Mick Ronson (una de las más fantásticas duplas que haya existido en la historia del rock) y había enterrado a su personaje Ziggy Stardust. ¿Cual era el siguiente paso? Pues algo más faraónico, más poderoso, más loco, más grandilocuente: Bowie quería hacer su propio musical, un musical que se inspiraría en la obra 1984 de George Orwell. Los herederos del escritor no dieron su permiso pero el camaleónico vocalista decidió seguir adelante para parir Diamond Dogs. Era el primer disco desde 1969 en el que no tocaría ninguno de los músicos que habían formado sus Spiders from Mars, Bowie creaba un nuevo personaje (Halloween Jack, que solo usaría para este disco) y había decidido mezclar la conocida obra de Orwell con una visión post-apocalíptica combinando decadentismo y glam con la que daría carpetazo a esa etapa para avanzar hacia las influencias más blues-soul que rodearían a su siguiente personaje.

Para The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table no fue un libro la inspiración de Rick Wakeman sino que decidió profundizar más y estudiar ocho obras distintas sobre las leyendas artúricas, tomando posteriormente las que le resultaron más “coloridas” y acordes al tono de la obra. Era el tercer trabajo en solitario del mítico y excesivo teclista de los Yes, quien ya había lanzado antes otros dos discos conceptuales. Un disco sinfónico y progresivo que cuenta con narrador, dos vocalistas y orquesta sinfónica acompañando a la banda de Wakeman y donde jamás se escatima en producción, complejidad, pompa y grandilocuencia. Sorprendentemente tuvo bastante éxito comercial en su momento, llegando al número 2 de las listas británicas, al 21 de las estadounidenses, siendo certificado oro en varios países y vendiendo en todo el mundo 12 millones de copias. Incluso el tema Arthur ha sido utilizado en varias ocasiones por la BBC como sintonía para cubrir las elecciones en Reino Unido.

Y acabamos nuestro recorrido en Italia. Si abría el artículo con un disco que nos sorprendía por estar inspirado por El Estado y la Revolución de Lenin la obra elegida para cerrar tampoco se queda atrás a nivel sorpresivo: El Origen de las Especies de Charles Darwin fue la inspiración del disco Darwin! de los progresivos romanos Banco del Mutuo Soccorso. Musicalmente inspirados por los grandes del prog-rock y el art-rock británicos como Gentle Giant, Pink Floyd o sobre todo Emerson, Lake & Palmer estos italianos decidieron que las letras de su segundo trabajo estarían basadas en la obras del histórico naturalista británico. Un disco de gran riqueza armónica y cargado de cambios de ritmo y compás lleno de piezas sublimes y complejas. Completarían así uno de los trabajos definitivos y esenciales del prolífico prog-rock italiano de los años 70, al nivel de otros grandes de aquella escena como los más populares Premiata Forneria Marconi.

Musiqueando 13 (20191023)

Después de la anterior entrega del Musiqueando dedicado a bandas sonoras, y de otras tres anteriores monotemáticas vamos a volver al desordenado esbardalle musical habitual, para que los del postureo normi en Twitter me puedan seguir llamando elitista. La primera canción, a manos del violinista Patrick Contreras, que sirva un poco de introducción para el siguiente bloque:

Funkadelic son cosa tremenda y llevo demorando doce Musiqueandos el dedicarles unas líneas. Sí, en mi cabeza ya estaba hablar de su legado en la primera entrega pero por unas cosas y por otras, que si novedades una semana, que si artículo temático otra… ahí se quedó en el tintero. La historia del grupo es curiosa: nacieron en 1964 como un proyecto paralelo de George Clinton con el que telonear a su banda The Parliaments (posteriormente se convertirían en Parliament por temas legales) y comenzaron a llamarse Funkadelic allá por el ‘68 tras una serie de disputas legales con la discográfica. En sus inicios bebían mucho de la psicodelia de Hendrix y Sly & The Family Stone y de hecho sus tres primeros discos, tres discazos esenciales, están muy en esa línea que fluctúa entre el rock más ácido y el soul psicodélico: el homónimo Funkadelic, el Free your Mind… your ass will follow y la joya de la corona de su primera etapa que a su vez marca el fin de esta, Maggot Brain donde por última vez compartían guitarras Eddie Hazel y Tawl Ross. Los setenta continuarían con varios cambios de formación, con la resurrección de Parliament que alcanzarían el éxito durante la moda del disco-funk y separándose de la psicodelia y el rock para acercarse más al funk puro, añadiendo según la etapa elementos disco o boogie. Tras una serie de discos aceptables pero sin la brillantez épica de su primera etapa a finales de esa década publicarán otras dos auténticas joyas: el conceptual y musicalmente muy variado One Nation Under a Groove de 1978, donde repasan a fondo su propia mitología funky y donde se marcan uno de mis solos guitarreros favoritos en el tema Who Says a Funk Band Can’t Play Rock, y el más discotequero Uncle Jamm Wants You, disco que marcaría profundamente los inicios del rap y el hip-hop, del que extrajeron bases raperos como De La Soul, Ice Cube o Dr. Dre y del que tomaron su nombre el colectivo de dj’s Uncle Jamm’s Army. En 1980 habría una escisión en el núcleo de Funkadelic que se separaría en dos bandas: una liderada por Clinton que en 1981 publicaría el notable The Electric Spanking of the War Babies y otra con el resto de vocalistas que sacarían el bastante mediocre Connections & Disconnections. Las disputas legales por el nombre y la pérdida de interés comercial en el disco-funk llevarían a la desaparición del grupo. Pasarían 26 años hsta tener nuevos discos de Funkadelic: en 2007 el By Way of the Drum, con material originalmente grabado para un disco de 1983 que no llegaría a publicarse en aquel momento, y en 2008 el Toys, que contenía temas rescatados de demos inéditas de los ’70. Habría que esperar a 2014 para tener un disco con material realmente nuevo: First Ya Gotta Shake the Gate, un disco triple compuesto por 33 canciones en referencia a los años pasados desde su último disco original. Con una orientación más R&B este disco cuenta con la colaboración de dos de los nietos de Clinton, una casi poética muestra de cómo han pasado los años desde el nacimiento de su nación funkadélica.

Mdou Moctar ha sido uno de mis últimos descubrimientos en uno de esos directos de la KEXP. Un guitarrista, cantante y compositor tuareg que desde Níger comenzó a practicar una fusión de un pop-rock deudor del estilo de Mark Knopfler con sonidos y técnicas de la música tradicional bereber y del folclore hausa, cantando tanto en lengua tamashek como en inglés. Comenzó como cantante en bodas y eventos privados y grabó en 2008 su primer disco, un trabajo nunca publicado oficialmente pero que se distribuyó por el Sahel a través del intercambio de tarjetas de memoria o de ficheros de audio almacenados en teléfonos móviles. Tras eso aparecería en un par de recopilatorios que recogieron esos temas que se almacenaban y distribuían por medio de la telefonía móvil para darles salida a los mercados occidentales, consiguiendo una buena acogida que le llevaría a grabar su segundo trabajo en 2012 que ya se distribuiría por canales convencionales y a nivel mundial. Después de publicar aquel disco ha tenido una larga y prolífica trayectoria. Su último trabajo de este mismo 2019, Ilana: The Creator, le aproxima a sonoridades ácidas y del rock psicodélico fusionadas con sus raíces en la música bereber.

Los tejanos Crypt Trip estarán esta semana de gira ibérica. El power-trio publicó en la primera mitad del año Haze Country con el sello Heavy Psych Sounds donde su hard rock de inspiración retro a lo Cactus y con alguna concesión a la psicodelia se conjuga con elementos del rock sureño de Lynyrd Skynyrd o los Allman Brothers, algo de boogie vacilón de ZZ Top y The Georgia Satellites y mucho del country rock de Marshall Tucker Band o The Byrds. Una mezcolanza sureño-estadounidense que en otro tiempo les podría haber proclamado sucesores de los Black Crowes pero que hoy por hoy no encontrará el apoyo mediático para abrirse a grandes mercados. Pasarán desapercibidos para la mayoría de la prensa pero no deberían hacerlo para los amantes del rock más clásico, pues su sonido sin renunciar a unas claras raíces setenteras es fresco y variado, saben inspirarse de muchos sitios sin sonar a copia de nada y eso, hoy por hoy, es de un tremendo mérito.

Y si seguimos por la senda de las novedades vamos a mirar para Alemania pues los berlineses Kadavar celebran su noveno aniversario lanzando su quinto trabajo en estudio: For the Dead Travel Fast. Poco a poco en sus directos y también disco tras disco han intentado mostrarse más técnicos y virtuosos y han tratado de hacer mayores alardes de técnica, su evolución siempre ha apuntado en esa dirección. Su nueva entrega  se aleja de los riffs más crudos y desnudos para apostar por canciones con pasajes atmosféricos, con mayor teatralidad, líneas vocales más barrocas y trabajadas y elementos heredados del rock sinfónico y progresivo que añaden a sus riffs de magisterio sabbathico. Lento, pesado, con pasajes que parecen hacer guiños a Rush o a Genesis pero sin querer alejarse demasiado de Iommi o Pentagram, probablemente se trate de su disco menos directo, una apuesta que tal vez les aleje un poco de los seguidores de The Sword y les acerque más a los fans de Dead Meadow, un cambio tranquilo, evolución progresiva sin ruptura radical.

Y vamos a cerrar la entrega con una versión curiosa: en los años 60-70 en Perú se popularizó la fusión de la cumbia con elementos de géneros que estaban triunfando en la música popular anglosajona, véase soul, rock y psicodelia. Por un lado daría discos muy interesantes, de los que hablaremos otro día con calma, y por otro lado esta tendencia quedaría soterrada por una evolución del género a sonidos más bailables y menos densos. Mustard son un grupo de músicos españoles afincados en Reino Unido que han querido recuperar parte de ese espíritu, aunque su música va más en un rollo electrónico minimalista incluyen elementos latinos que ellos definen como electrofolk. Aquí queda su versión del popular Cariñito que compusieran allá por los 60 Los Hijos del Sol.

Musiqueando 9: Especial Sonic Blast 2019 (20190812)

Esta entrega va completa del Sonic Blast Moledo 2019, como ya es tradicional en el último lustro en este blog. Por seguir con las tradiciones los vídeos están sacados del canal de elgranguru666 quien documentó algunos de los conciertos de esta edición y donde podéis ver más vídeos que los aquí incrustados.

El jueves 8 llegaba al festival del “sun, beach, surf and heavy riffs”, pero el “sun” estaba oculto tras unos nubarrones de oscuro gris que te quitaban las ganas de “beach” y “surf” y que te hacían temer por cómo se desarrollaría lo de los “heavy riffs”. La previsión de lluvia obligaba a la organización a prescindir del icónico escenario de la piscina pasando todos los grupos al escenario principal. Tras escuchar de lejos y de fondo a unos muy interesantes Jesus The Snake (recomiendo profundizar en la trayectoria de esta banda) y tras un rato de relax nos encaminamos varios colegas hacia el escenario con la intención de ver a las suecas MaidaVale… y ahí nos encontramos con el primer punto negro del festival: bajo un intenso chaparrón el concierto no comenzaba, pasaban los minutos, arreciaba el temporal de viento y agua y allí no aparecía nadie. Tras 45 minutos de espera sobre la hora planificada, y tras la confirmación de uno de los técnicos de sonido de que literalmente no sabían a qué hora estaría el grupo, nos fuimos a nuestro alojamiento a cambiarnos la ropa empapada. Lógicamente no estoy diciendo que la organización tenga la culpa de que llueva ni de que el viento provocase retrasos en los vuelos de varios grupos, pero sí creo que visto el panorama y sabiendo que el grupo llegaría tarde (porque MaidaVale publicaron en su facebook que su vuelo se había retrasado y que no podrían llegar antes de las cinco en ningún caso) avisar al público de que habría un parón hasta que la banda pudiese llegar y se calmase un poco el tiempo habría sido lo lógico: había megafonía, había una pantalla encendida en el escenario y había redes sociales. Al final por cambiarnos la ropa y volver al recinto cuando se reanudó el festival, unos 100 minutos después de la hora planificada originalmente, solo pudimos escuchar un tema de las suecas. Tras ellas los fantásticos japoneses de Minami Deutsch hicieron un concierto muy corto, solo tres temas que apenas llegaron a la media hora seguramente recortado en un intento de reducir el retraso que se acumulaba. Rápidamente salían a escena The Devil and the Almighty Blues con su sonido psicodélico, bluesero y pesado estilo Clutch pero con un intenso toque de oscuridad y humedad de su Noruega natal, firmaron un concierto de nivel notable aunque creo que también algo más corto de lo esperado por el retraso que intentaban recortar. Seguíamos por tierras escandinavas, por su vecina Suecia, con Lucifer, el grupo de proto-metal setentero del legendario Nicke Andersson (batería de Entombed, guitarra/voz en Hellacopters, batería y voz en los efímeros pero icónicos Super$hit666 ¿se puede ser más mítico?) y su pareja la vocalista Johanna Sadonis (cantante de los tristemente olvidados y nunca bien ponderados The Oath, que tristemente solo duraron un disco). El concierto comenzaba repasando su segundo y más reciente trabajo mientras la lluvia se hacía más intensa, durante su versión del Snowblind de Black Sabbath puse en una balanza mi devoción por el señor Andersson, que estaba destilando clase tras los parches, y el riesgo de catarrazo por seguir mojándome así… y será cosa de la edad pero huí cobardemente a medio concierto, con mucho pesar y paso ligero para no mojarme más. Segundo cambio de ropa empapada y a esperar a que se calmase el tiempo cenando y comentando los primeros bolos vistos. Cuando paró la lluvia me había perdido a Monolord y ya comenzaban Earthless, quienes se marcaron un concierto que me pareció más ameno que el del año anterior, no se si por estar menos agotado yo o porque realmente sus largas jams salvajemente psicodélicas estuvieron en esta edición más inspiradas. Cerraron su concierto invitando a Nicke Andersson a tocar con ellos City Slang, una versión de Sonic’s Rendezvous Band que ya había versionado en su día con los Hellacopters. Tras ellos seguramente el grupo al que le tenía más ganas de esta edición: Graveyard. Su setlist se nutrió principalmente de su último trabajo, Peace, y de su obra más querida y reconocida, Hisingen Blues, del que recuperaron hitos como el tema título, The Siren o la mítica Uncomfortably Numb. Su añejo y rudo blues rock siempre resulta un regalo a través de la voz de Joakim Nilsson. Acabó el día con los portugueses Solar Corona ya casi a las tres de la mañana, una combinación de stoner y space rock con guitarras cargadas de efectos y el añadido de un saxo que dota de gran originalidad al grupo.

Kaleidobolt

Viernes 9, la lluvia nos da una tregua y solo nos deja unos puntuales chaparrones mañaneros. Mientras comemos escuchamos de fondo a los más que recomendables O Bom O Mau e o Azevedo con su fusión entre surf y psicodelia y, tras ellos, el stoner con enérgicos dejes punk de la banda de Braga Mr. Mojo. Los destrozos del viento del día anterior provocaron que el icónico escenario de la piscina permaneciera cerrado también ese día tocando de nuevo todos los grupos en el escenario principal. Al recinto subí puntual para disfrutar de unos de los pioneros del stoner ibérico: los andaluces Viaje a 800, una banda que lleva activa en el mundillo de la música pesada y psicodélica desde principios de los 90, de depurada ejecución técnica estuvieron sobresalientes en el plano instrumental llevando al público a levitar por dimensiones paralelas (aunque por veces en sus letras sea una banda que me cojea bastante). Con un volumen atronador, puede que la banda que sonó más alta en toda la edición, les siguieron los finlandeses Kaleidobolt que presentaban su reciente trabajo Bitter, publicado en mayo, fusionando complejos elementos de jazz y rock progresivo con descargas más agresivas de rock psicodélico de inspiración retro, alumnos de unos King Crimson a los que rindieron homenaje con una versión extremadamente personal de 21st Century Schizoid Man para cerrar su show. No me fijé en los cambios en los horarios anunciados a través del Facebook del festival y decidí aprovechar el siguiente concierto para buscar una sudadera para protegerme del frío nocturno y comer algo. Pensaba que me perdería parte de Stoned Jesus pero resultó que estos habían intercambiado su posición con Belzebong, por lo que me quedé sin escucahr casi entero el concierto de los polacos, con gran pesar. Tras ellos el refrescante combo entre hard rock y heavy metal macarra y motero de los británicos Orange Goblin puso una nota de color en el festival, repitiendo un enérgico espectáculo como el que dieran dos años atrás en ese mismo escenario, repasando temas de todas sus épocas como Red Tide Rising, Some you Win Some you Lose o Demon’s Whip y rindiendo tributo a sus amados Mötörhead con una versión de No Class. Tras el fiestón de Orange Goblin llegaban unos Stoned Jesus que también repetían en el festival y que realizaron un concierto bastante irregular. Creo que los polacos eligieron un set list demasiado pausado tras la avalancha de rocanroleo anterior y que la coñita del guiño al tan cacareado nuevo tema de Tool durante I am the Mountain arruinó, por lo menos para mi, el que creo que es el tema más destacable de esta banda. Era la cuarta vez que les veía y creo que la que menos me gustó, aunque intentaron levantar los ánimos cerrando con uno de sus temas más directos y sencillos, Here Comes the Robots, yo ya me había venido abajo. Me recogí y el concierto de los quebequeses Dopethrone lo escuché ya desde cama, no soy gran fan de su brutal sludge metal pero reconozco que sonaron bastante enérgicos y que ejecutaron muy bien sus temas. Cuando salía del recinto percibí el otro gran problema de esta edición: la zona de las letrinas apestaba, los baños estaban extremadamente sucios y la empresa contratada para la instalación y mantenimiento de los mismos no se había molestado lo mínimo en limpiar. Una falta imperdonable para un festival de esta trayectoria, con varios años ya a la espalda y que este año encaraba su primera edición de tres días.

Viaje a 800

Y llegaba el sábado 10, por fin el sol asomaba entre las nubes y por fin escenario de la piscina. No llegué a escuchar más que apenas dos temas de Maggot Heart, la nueva banda de Linnéa Olson, quien fuera compañera de Johanna Sadonis de Lucifer en la banda The Oath, que presentaba su reciente trabajo Dusk to Dusk donde el heavy metal y el hard rock se dan la mano con el post-punk en una oscura conjunción. La fiesta en la piscina seguía con los mexicanos Cardiel, un power-duo de sludge metal con dejes punk, hardcore y hasta dub en cuyo directo destaca la impresionante presencia y energía de la batería Samantha Ambrosio. Les siguieron los italianos Giöbia para dar carpetazo al escenario pequeño, una veterana banda con más de 20 años de carrera a sus espaldas que tocaba por primera vez en Portugal y que navega entre el space-rock y el sonido kraut de finales de los 60, creando cortinas de sonidos evasivos con los que hacer viajar a la audiencia. Tocaba moverse al escenario grande para la gran traca final del festi. Arranca el post-metal instrumental de zapatilla blanca con dejes progresivos de los madrileños Toundra que hicieron que el público moviera sus cabezas a ritmo fúnebre. Tras ellos volvían también a Moledo los californianos Sacri Monti, presentando nuevo disco donde mantienen su pasión por la psicodelia de corte setentero y donde a base de guitarrazos cargados de fuzz y chaparrones de teclado nos desgranaron los temas de su segundo trabajo, Making Room for the Magic Hour. El doom metal wiccano de Windhand nos llevaba a un relajado paseo por devaneos de satanismo jipi envueltos en sus hipnóticos riffs de guitarra para completar un show tremendamente sólido que habría sido la banda sonora perfecta para un orgía salpicada de magia negra. Les seguían las leyendas del sludge metal Eyehategod desde Nueva Orleans: Jimmy Bower es un grande capaz de crear algunos de los riffs más cabrones del planeta, el batería Aaron Hill es otra tremenda bestia y el cantante Mike Williams aunque es bastante bocachancla en su interacción con el público, puede que como secuela de tantos años de exceso, es la única voz que puede uno imaginar para sus completamente desquiciados y caóticos temas cargados de cambios. Concierto brutal, pero yo diría que corto pues quedaron casi 50 minutos vacíos hasta la hora programada para la salida de Om. El grupo que nació como power-duo y proyecto paralelo de la base rítmica de los legendarios Sleep es ahora un trío donde el legendario Al Cisneros (es mi señor, nada me falta) se lleva el centro del escenario como bajista-vocalista, acompañado de un excepcional Emil Amos que ya hace más de una década que tomó el relevo de Chris Hakius en el grupo. Completa la formación el multiinstrumentista Lichens, quien se encarga de los coros, percusión, sintetizadores o algún instrumento de cuerda según el tema. Durante más de hora y media ofrecieron una experiencia evasiva al público a través de su sonido donde el drone y el doom se dan la mano con sonoridades minimalistas, sinfónicas o folclóricas orientales, indias o mediterráneas. A ratos cerré los ojos y me dejé llevar. Al acabar su concierto me recogí y a Domkraft les escuché ya desde la cama.

Eyehategod

Vamos con el resumen final. Empezamos con los puntos negativos: no avisar a tiempo de los retrasos del primer día por la lluvia, el exceso de celo del personal de seguridad que provocó colas largas por situaciones tan surrealistas como no dejar entrar a una persona con dos plátanos y, por encima de todo, la suciedad y el olor literalmente putrefacto en la zona de los baños. Tampoco habría estado de más una carpa dado que la lluvia se sabía más que probable con dos semanas de antelación, pero no se si era viable técnica y económicamente en ese recinto, aunque deberían tomar nota por si el año que viene se plantea similar.

Los puntos positivos: el cartel como siempre elaborado con un excelente criterio y variado dentro de un género definido, el ambiente tanto por parte de la gente del pueblo como del resto del público, la cerveza Imperial Porter del festival, que era un pelín cara pero deliciosa y con un ligero toque tostado a café (la IPA no llegué a probarla porque siempre que preguntaba en la barra me decían que ya estaba agotada) y los vales de bebida más chulos que haya visto nunca en ningún evento (Iommi manda, punto). 


Hasta aquí lo que ha dado de sí esta edición del Sonic Blast

Musiqueando 6 (20190603)

La música es como la gastronomía, esto es algo que razonaba el otro día en el bus. Porque hay muchas formas de disfrutar de la gastronomía: tenemos los platos tradicionales de toda la vida que nunca nos fallan, tenemos cosas experimentales o innovadoras que pueden resultarnos chocantes pero que están sorprendentemente buenos, podemos encontrar el sabor más delicioso en las cosas más sencillas y también en las más elaboradas y tenemos diversas recetas tradicionales del resto del planeta que no conocemos, que recogen la tradición de su cultura. Todo un mundo de comida que disfrutar para que luego muchos se empeñen en gastarse la pasta en el Burguer King o el PizzaMovil. Lo dicho, la música es como la gastronomía.

Ya que hablábamos antes de combinar, mezclamos rapcore, nü-metal noventero, folk indio y música de Bollywood ¿qué nos sale? Algo, al menos, raro. En el año 2016 nacían los Bloodywood como una banda-parodia que lanzaba versiones metalizadas de temas radioformuleros y solo un año después conseguían hacer ruido en Youtube con una versión de Heavy de Linkin’ Park, pues fueron muchos los que dijeron que el tema sonaba más a los Linkin’ Park originales en la versión de Bloodywood que en la de sus creadores originales. Tras eso logran un segundo éxito en la India gracias a otra versión de un popular tema de música punjabi (Tunak Tunak Tun) contando con la colaboración de otro grupo parodia, los brasileños Bonde Do Metaleiro. El éxito de sus versiones en youtube les anima a empezar a componer temas propios, con una orientación ya más seria abarcando temas como la depresión o el abuso escolar. El grupo sigue cosechando éxito en Youtube y en su país de origen y, poco a poco, se abren hacia mercados extranjeros. De momento están confirmados para tocar en Wacken 2019 y Ubisoft usará uno de sus temas en su videojuego Beyond Good and Evil 2.

Roky Erickson se nos moría el día que empezaba a escribir esto, así que decidí aplazar un par de semanas otra cosa que os iba a comentar para dedicarle unas líneas. Nacido en 1947 en Austin, Texas, fue un músico precoz pues con 19 años ya conocía el éxito con los 13th Floor Elevators, que publicaban el esencial The Psychedelic Songs of the 13th Floor Elevators en 1966. Tres años después, tras una detención por posesión de drogas, acabaría internado en un psiquiátrico de Houston donde se le sometería a un tratamiento por electrochoque complementado con torazina después de ser diagnosticado con esquizofrenia. Su popularidad iría en declive desde aquel momento, pasándose los años 70 bastante desaparecido de los grandes escenarios, aunque su creatividad seguía desbordando, lanzando un par de discos excelentes con su proyecto Roky Erickson and the Aliens entre finales de los 70 y principios de los 80. Tras eso de nuevo volvería a estar desaparecido hasta que a finales de los 80 la prensa reportaba que había sido detenido acusado de robar correo, cargo del que se libró tras demostrarse que solo lo había acumulado pero no lo había abierto. Es en aquel momento cuando varias bandas populares como REM, ZZ Top o Primal Scream deciden grabar un disco tributo que provoca que su carrera resucite, generando un renovado interés por la música de los 13th Floor Elevators y también por su carrera en solitario. El nuevo éxito traería dinero a sus cuentas que le permitiría pagar mejores médicos y medicación para contener su enfermedad y, gracias a eso, volver a los escenarios: en los 90 realizaría algunas grabaciones y en 2005 daría en el festival Austin City Limits su primer concierto completo en 20 años. Casi 40 años después del lanzamiento del debut de los 13th Floors Elevators la carrera de Roky había resucitado, manteniéndose activo hasta sus últimos días. Su legado ha sido reivindicado por mucha gente, desde Billy Gibbons y Alice Cooper hasta Johnny Depp, Eddie Glass de Nebula o Tobias Forge de Ghost.

No soy muy de indie, o como yo lo llamo “pop desganao”, porque me suele resultar un género bastante tedioso, pero tampoco soy un talibán que vaya a desechar un disco solo por una etiqueta. Esta semana en el curro le he estado dando vueltas a Bloco do Eu Sozinho del grupo brasileño Los Hermanos, un trabajo controvertido en su momento pues tras haber cosechado bastante éxito comercial con su primer disco el grupo decidió lanzar algo más íntimo y melancólico. A su sonido muy deudor de gente como Weezer o Radiohead le añadieron elementos brasileños de samba y bossa-nova, una combinación que le daba un plus de originalidad pero que les alejaba de lo que deseaba su discográfica, que decidió no invertir en promoción para el disco. Las ventas cayeron mucho, cierto, pero la crítica quedó encantada y con el tiempo el disco alcanzó un status de culto, considerado por la mayoría de sus fans como el mejor disco del grupo y uno de los mejores discos brasileños de la primera década de los dosmiles.

Y vamos a acabar la entrega de esta semana echándole un ojo a los Reverend Goat, un grupo del que tengo muy poco que decir… porque no se mucho más de ellos que lo que pone en su página de Facebook: que vienen de la comarca de Valdeorras (Ourense), que les encanta guitarrear, que están preparando un lanzamiento y que han adelantado un tema del mismo. De momento solo he podido escuchar ese tema, The Mask, construido sobre un riff granítico que suena como si lo hubieran horneado los mismísimos Melvins de la época del Stoner Witch. Así que os comparto aquí este adelanto y me quedaré pendiente de más novedades por parte de este prometedor proyecto.

Musiqueando 4 (20190508)

Hay un puñado de productores que son genios capaces de maximizar la capacidad de trabajo de los músicos y hacerles sacar lo mejor de sí mismos a la hora de grabar sus obras, pero también hay muchos productores que pecan de exceso de conformismo o de solo saber calcar fórmulas que les han traído el éxito a otros. El otro día veía una discusión online sobre el Rocka Rolla, el disco debut de Judas Priest que no está, precisamente, entre lo más destacado de su producción. Una curiosidad respecto a esta grabación es que los temas Tyrant, Epitaph y The Ripper ya estaban compuestos, finalizados y eran interpretados por el grupo en sus directos, mientras que Victim of Changes (en aquel momento titulada provisionalmente Whisky Woman) y Dream Deceiver estaban inacabados pero el proceso de ser finalizados para la grabación. El productor, Rodger Bain, rechazó esas canciones por no ser bastante comerciales. Un año y medio después esos temas conforman el grueso de Sad Wings of Destiny, el disco que daría el impulso definitivo al grupo y que se convertiría en uno de los pilares de la historia del heavy metal. ¿Fue cosa de la discográfica o del productor? Los precedentes de Bain eran excelentes: los tres  primeros discos de Black Sabbath y los dos primeros de Budgie, es evidente que no era un inútil pero con Judas Priest se estrelló, le falló la visión y el oído rechazando canciones que se mantendrían cuatro décadas en el repertorio de la banda.

The Pilgrim es el proyecto en solitario del líder de Black Rainbows y cabeza del sello Heavy Psych Sounds, Gabriele Fiori. Su última entrega, Walking into the Forest, es un trabajo alejado del stoner metal de su banda madre, un proyecto acústico de sonido desnudo y espíritu folk. Nada de casposos MTV Unplugged de los 90 por si lo estabas pensando, lo de Fiori es real, genuino, elaborado, similiar al álbum acústico de Brant Bjork del que ya hablamos en su día, picando del Neil Young desenchufado, del lado más folk de Jethro Tull, de Crosby Stills and Nash o de la etapa setentera de Terry Reid. Moviéndose entre lo onírico, lo bucólico, lo crudo y lo desértico nos deja piezas muy variadas como el rock desenchufado de Brainstorm, el bucolismo pastoril de When I call your Name o la pura morriña en Dragonfly. Kyuss y Fu Manchu dándose la mano con Donovan y Bob Dylan.

Hablando de Dylan, le fui a ver en la última gira en su paso por Compostela. Como bien sabéis soy un gran fan suyo, le tengo una enorme admiración como leyenda de la música del siglo XX y es uno de los músicos más presentes en mi lista de 1100 discos indispensables… pero voy a confesar que salí decepcionado. Es cierto que ya sabía que la comunicación con el público del legendario cantautor es nula, que su voz está muy cambiada por la edad y que con 77 años no le íbamos a pedir un show enérgico, yo todo eso lo llevaba ya asumido. Lo que sí me esperaba es que viniese acompañado de unos músicos sobresalientes, pero el grupo de apoyo me resultó bastante justito y apático. Y los arreglos de las canciones para que encajen en el sonido más blues-rocanrol de la gira tampoco me gustaron, clásicos ya universales como Like a Rolling Stone, Highway 61 o Blowing in the Wind acaban sonando irreconocibles, dando la impresión de que todo suena más como a Roy Orbison que al viejo Dylan. El sonido del pabellón, como de costumbre en Sar, tampoco ayudó a mejorar la experiencia. Por un lado decepcionado, por otro al menos puedo decir que le pude ver en concierto, ya que en su anterior visita a la ciudad me había tocado currar. Y uno tampoco ve todos los días a un premio Nobel tocando el piano y cantando.

Hace un par de días vi una foto en Facebook, en la cuenta de los Lucifer: Johanna Sadonis y Elin Larsson juntas en un estudio. No aclaraban mucho más ¿Qué se viene? ¿Nuevo disco de Lucifer con una colaboración de Elin? ¿Nuevo disco de Blues Pills con una colaboración de Johanna? ¿Nada de eso y simplemente se sacaron una foto juntas? Pues a saber, pero al menos nos da para dejar fluir la imaginación ¿No molaría escucharlas cantar un par de temas juntas?. Lo que parece seguro es que este año Blues Pills grabarán nuevo material, a ver cómo suena el grupo tras la marcha de Dorrian Sorriaux.

Todavía no hay disco nuevo de Sacri Monti, saldrá en julio y tendremos gira europea para poder volver a verlos en directo. Pero para amenizar la espera Tee Pee Records adelanta un tema en youtube con mucho aroma setentero, una canción que me suena entre Cream y Deep Purple como primer mordisco del que será su segundo trabajo. Prometen una buena dosis de sus hard rock protometálico fusionado con psicodelia.

No soy yo muy de hip-hop pero me he enganchado a un grupo de este género: Shabazz Palaces ¿por qué? Porque es como si alguien hubiera mezclado un poco de Run DMC y otro poco de Outkast con el espíritu psicodélico de All Them Witches o Causa Sui. Ciencia ficción, retrofuturismo y fantasía evasiva abrazándose a un susurrado hip hop sobre bases electrónicas con efectos cósmicos y espaciales. En los últimos años han agregado además percusión africana y ritmos afrobeat a sus composiciones ¿Una aproximación musical al Afrofuturismo? Ahí lo dejo. Tienen cuatro discos de los que me he devorado dos especialmente: Lese Majesty y Born on a Gangster Star, además de varios pequeños directos en la icónica estación de radio KEXP que te puedes encontrar en su canal de Youtube.

Y para despedirnos otro adelanto, el del próximo disco de Peter Frampton: All Blues. El mítico ex-guitarrista de los Humble Pie y autor del clásico superventas Frampton Comes Alive! y del pegajoso Baby I love your Way (y protagonista de una mítica escena en Los Simpson, como no) anunció en febrero que dejaría de girar después de este verano, ya que le han diagnosticado una grave enfermedad llamada miositis por cuerpo de inclusión que a medio plazo le acabará afectando a los dedos, impidiéndole tocar. Esto nos hace temer que este pueda ser también el último trabajo que pueda grabar el guitarrista, que nos dejará un repaso por 10 de sus clásicos del blues favoritos versionados por su banda y con varios guitarristas invitados: Larry Carlton, Steve Morse o Kim Wilson. Desde aquí esperamos que la medicina pueda ayudarle con su condición.

Musiqueando 2 (20190409)

Alguien me dijo que Willy DeVille había dicho una vez “al menos me queda el orgullo de no haber grabado nunca un número 1”, pero nunca pude corroborar la veracidad de esa frase que no entendí en su momento. Cuando me lo dijeron pensé que era una “boutadeunderground o una forma de hacer de la necesidad virtud, pero cuando uno ve la identidad y la carrera de Europe totalmente devoradas ante el gran público por The Final Countdown, a Blind Melon eclipsados por su No Rain o a Survivor ocultos tras el Eye of the Tiger la va entendiendo mejor. Al final son muchos los enterrados bajo la pesada losa de haber firmado una canción extremadamente popular, valga el caso de Juan Antonio Canta como ejemplo más literal y terrible de esto llegando a quitarse la vida, después de que su “Rap de los 40 limones” se convirtiera en un éxito del verano y le diera una imagen pública con la que no se identificaba. Otros muchos se tomaron su éxito fugaz de forma pragmática, “las penas con pan son menos”, y se dedicaron a disfrutar de la atención y el dinero, lo que en ocasiones fue tan o más letal que caer en una profunda depresión. Algunos músicos solo han tenido un hit masivo y dan gracias a los dioses de la música por ello pero otros, que podrían haber sido recordados por tener una trayectoria más regular y sólida, se vieron fagocitados por la popularidad de su número 1. Lo irónico de todo esto es que si preguntas en España por Willy DeVille el 90% de los que le recuerden lo harán solo por su hit Demasiado Corazón, que a principios de los 90 tuvo una repercusión masiva.

Si hablamos de carreras sólidas que no están ensombrecidas por un single de atronador éxito podemos recordar también a Scott Walker, fallecido hace unas semanas, el 22 de marzo. Comenzó su carrera en plena “beatlemania” con los Walker Brothers haciendo un pop al uso del que triunfaba en la época. Poco a poco en sus discos en solitario fue añadiendo elementos avant-garde, de cantautores belgas y franceses, de bandas sonoras… experimentaba tanto con la música como con las letras y se dice que fue él quién hizo que el pop alcanzase la madurez, que se desligase de la imagen de género para adolescentes dándole una pátina más adulta y también más artística. En los 80 ya se había convertido en un músico de culto, a la vez que decidía dejar el mundo de las giras y enterraba definitivamente a los Walker Brothers tras una reunión a finales de los 70. Después se convirtió principalmente en compositor y productor durante la segunda mitad de los 90, después de grabar el aclamado por la crítica Tilt, y no fue hasta mediada la primera década de los 2000 que volvió a grabar discos, teniendo una prolífica racha de trabajos extremadamente experimentales, bandas sonoras y hasta una colaboración con Sunn O)))) que dio lugar al álbum Soused .

Ñu han grabado un DVD en directo y eso para mi siempre es buena noticia porque me flipan los Ñu, llevan más de cuarenta años de carrera y tampoco han grabado nunca un número uno. Con todas las luces y sombras que tiene Molina y su personalidad peculiar han dejado algunos pináculos creativos del heavy rock español, siendo su debut Cuentos de ayer y de Hoy un disco totalmente esencial para mi. Es cierto que en alguno de sus últimos trabajos no estaba tan brillante, o que alguna letra le quedó algo rancia para los dosmiles (sobre todo en el Títeres de 2003, con temas como Mono o Hot Show Girls o una versión en castellano de Have you ever see the Rain de la Creedence ), pero sigue siendo capaz de sacar temas muy buenos. El concierto se grabó en Madrid en febrero de 2018, en un evento con múltiples invitados, y se publicará en mayo de 2019 tras una larga campaña de preventa. El primer adelanto ha sido Viejos Himnos Para Nuevos Guerreros, tema título con corazón Blackmoriano del hasta ahora último trabajo en estudio de Ñu, publicado en un ya lejano 2011 (cuando este blog nacía) y casi premonitorio de en qué se convertiría la política española en ese tiempo.

El sello alemán H42Records lanzaba hace unas semanas, cuando marzo agonizaba, la nueva entrega en vinilo de los suecos Molior Superum: As Time Slowly Passes By… Estos naturales de Göteborg, vecinos y paisanos de los reverenciados Graveyard, practican también un hard rock de corte setentero, bluesero y pesado. Pero no caigamos en el simplismo de meterles en el mismo saco, pues Molior Superum tienen un sonido menos psicodélico y más hard rock, construído sobre riffs de la vieja escuela americana con regusto a Ted Nugent, Montrose, Mountain o Cactus. Parece que en Suecia tienen mucho cariño al viejo rock duro de riffs vigorosos que aquí es homenajeado en un sonoro ritual a doble guitarra. Grupo totalmente recomendable aunque parece haber quedado algo oscurecido dentro de la gran producción rockera sueca de la última década.

Estos días he estado consumiendo local, tanto verdura como música. A veces con tanta plataforma de streaming que nos deja a mano profundizar en la escena stoner griega o el doom metal indonesio nos distraemos demasiado de lo que tenemos al lado, en nuestra propia ciudad. La facilidad de acceso puede saturar por exceso de oferta. Aquí en Compostela llevamos unos años en los que proliferan las bandas de blues, teniendo varias agrupaciones con un nivel muy aceptable y una producción más que disfrutable. Curiosamente aunque los locales aceptan programar blues luego no es un género que pinchen mucho, lo que es una pena porque bandas como los Lákazans son cosa buena que entran bien en cualquier momento.

Podemos seguir este corto viajecillo por el blues compostelano con Andhrea & The Black Cats, grupo que comparte varios miembros con los antes citados Lákazans. Además este vídeo lo produjo una amiga mía, así que si estáis pensando en grabar un videoclip ya sabéis que no tenéis por qué iros a California pudiendo filmar en Compostela.

Ya para acabar el recorrido de esta semana por el blues compostelano dejamos un vídeo de la Bakin’ Blues Band, un grupo que lleva más de una década picando en el blues más clásico y tocando habitualmente por los locales de la ciudad, además de haber realizado varias giras por la Península.

Musiqueando 1 (20190403)

Como El Bandcamp de la Quincena pasó a mejor vida al acabar 2018 este blog se había quedado sin una sección musical periódica. Tras un trimestre de espera decidí realizar una consulta on-line en varias redes sociales ¿Quiere la gente una nueva sección musical en este blog? Las respuestas fueron pocas, pero todas positivas y entusiastas así que me vengo arriba. Así que así nace Musiqueando, una sección anárquica donde esbardallaré sobre la música que haya estado escuchando últimamente, sin orden ni concierto (aunque de conciertos también puede que hable)

Arrancamos con un grupo que me produce sentimientos encontrados: Newen Afrobeat. Por un lado una banda chilena haciendo afrobeat me suena a “hippies practicando la apropiación cultural de forma intensa y descarada”, pero por otro hay que reconocerles que musicalmente son impecables y que su fusión de funk, jazz y músicas de inspiración africanas con devoción genuina por Fela Kuti, a la que añaden también elementos del folclore indígena chileno, es tremendamente pegadiza. De momento estos activos luchadores por los derechos del pueblo Mapuche tienen dos discos: un debut autoeditado en 2014 con temas en castellano y un EP tributo a su adorado saxofonista nigeriano. Hoy por hoy este género vive su momento de mayor popularidad desde su despegue en los años 70, tras haber tocado mínimos en los 90.

También llevo un par de días, por recomendación de una amiga, dándole vueltas a Obey, el último trabajo de los suecos Priest. Su debut, publicado en noviembre de 2017, ya lo habíamos comentado por aquí. Aunque el grupo nació de una escisión en Ghost su sonido orientado al synthpop tiene poco que ver con el de las huestes papales, menos guitarreo y más sintetizador, adoración por el pop electrónico de los 80 y constante reverencia a Depeche Mode, cojeando un poco por su falta de originalidad. Siempre he pensado que es la clase de banda que podría poner ambiente sonoro a un local donde gente vestida de látex usa como asientos y mesas a gente desnuda y atada, el título Obey parece indicar que ellos piensan lo mismo

La polémica ha rodeado estos meses en el mundo rockero a Greta Van Fleet, ganadores del Grammy al mejor disco de Rock en una gala donde también estuvieron nominados a otros tres galardones. Para sus fans más acérrimos son los sucesores naturales de Led Zeppelin, para sus detractores son una mala copia de Led Zeppelin sin ninguna personalidad. Yo por ser tocahuevos me suelo posicionar en contra tanto de los fans como de los haters. A mi sus discos me han gustado, pero sin más, tocan bien y hacen un hard rock bluesero que me gusta pero no me parecen una banda que me vaya a tomar como referente, al menos con lo que han presentado hasta el momento. ¿Que beben mucho de Led Zeppelin? Bueno, beben mucho de la rama hard rock de Zeppelin, porque no llegan a tocar estos chavales tantos géneros como tocaron sus maestros, los Van Fleet no se arriesgan tanto a experimentar ni tienen una vena folkie tan marcada, a pesar de haberse marcado una versión de Fairport Convention en su galardonado “From the Fires”. Además parece que sean los primeros que copian a Zeppelin, como si no lo hubieran hecho antes otros ¿Quienes? ¿Cinderella? ¿Kingdom Come? ¿The Black Crowes?¿The Answer? Hay muchos que los critican por poco originales y luego se gastan 20 pavos en ir a ver a un grupo de versiones de los Foo Fighters (es una opinión impopular, pero creo que montarse un tributo a Foo Fighters es el equivalente rockero a votar a Ciudadanos) o de Iron Maiden. Yo les sigo pegando una escucha de vez en cuando si me lo pide el cuerpo, aunque también pienso que gente como Blues Pills, The Vintage Caravan, Radio Moscow o The Black Wizards me aportan más dentro de un género similar.

En mis navegaciones por Youtube me sigo encontrando de vez en cuando cosas curiosas. Una de ellas fue la banda angoleña Heavy Band, un grupo de hard rock bluesero/protometal con algún deje de funk de los 70 procedente de la ciudad de Luanda, con un sonido un poco entre el de Deep Purple y el de los primeros Jethro Tull, pero por desgracia hay pocos registros suyos grabados, solo un par de singles de 7 pulgadas editados por Decca, como este Beggar Man. En el vídeo que añado debajo aparecen etiquetados como portugueses, pero hay que pensar que en aquella altura Angola todavía estaba bajo el dominio colonial de Portugal.

Y siguiendo con piezas protometaleras vamos con los estadounidenses Legend, otra cosa que me apareció por el Youtube con un sonido muy en la onda de nombres legendarios del underground como Manilla Road o Cirith Ungol. Esta banda de nombre poco original (en el Metal Archives hay como diez grupos llamados Legend) parece ser que gozó de cierta popularidad local en el área de Nueva Inglaterra allá por finales de los 70 y que sacó una limitada tirada autoeditada de su único disco From the Fjörds antes de desaparecer/reconvertirse en un grupo llamado Mercenary.

Y hasta aquí llegamos con esta primera entrega de Musiqueando. ¿Cuándo será la próxima entrega? Pues no lo se, he dicho que será una sección periódica pero a estas alturas todavía no se cuál será la periodicidad. Cuando coincida.

El Bandcamp de la Quincena: Duel – Live At the Electric Church

Esta semana en El Bandcamp de la Quincena nos tomamos un vuelo hasta el mítico estado de Texas, cuna de tantas grandes bandas. Desde Austin vamos a pegarle una escucha a lo último de los Duel.

Tras dos discos de gran calidad como fueron Fears of the Dead y Witchbanger, ambos con el sello Heavy Psych Sounds, los Duel regresaron a su ciudad natal para recoger una muestra de su directo en The Electric Church. Si bien habríamos disfrutado más de un show más largo, lo que nos entregaron el pasado mes de abril es solo una pequeña muestra de su directo. Algo más de media hora repartida entre 6 temas, cuatro de ellos del Fears of the Dead.

Duel live

Aunque sea escaso en duración, este Live At the Electric Church es una buena demostración de la energía que el cuarteto de Austin desprende en directo, una «tapita» de lo que es un concierto de Duel. Su sonido proto-metálico primitivo, setentero y pesado podría definirse como ZZ Top meets Pentagram, tal vez con un toque de Danzig en la líneas vocales, y les emparenta con sus compatriotas de The Sword.

Live ath the Electric Church es una buena forma de acercarse al sonido de una de las bandas más excitantes de la escena estadounidense actual, un pequeño resumen de sus dos trabajos previos y una pequeña demostración de su potente directo.

El Bandcamp de la Quincena: Castle – Deal Thy Fate

Esta semana en El Bandcamp de la Quincena nos vamos sacudimos la lluvia y nos vamos a la siempre soleada California, a tomarnos una buena ración de heavy metal con los Castle.

Ya hace 9 años de su primera demo, 7 de su primer disco (In Witch Order) y 6 de su espectacular segundo disco, Blacklands: Castle no son unos desconocidos que vengan a subirse a la ola del rock de temática ocultista ahora que Ghost lo han puesto de moda, son una banda con una carrera sólida que, el pasado mes de octubre, nos entregaban su quinto álbum, Deal Th Fate, para encarar un próximo 2019 que marcará el décimo aniversario de la banda.

Castle

Oscilando entre el doom metal, el heavy clásico y el hard rock más oscuro Castle en este Deal Thy Fate no ocultan haber escuchado más de un disco de Black Sabbath, Pentagram o Danzig, incluso con alguna nota macarruzo-motera de Orange Goblin o algún deje más melódico en las guitarras que recuerda al Ozzy de los dos trabajos de Randy Rhoads. Podríamos emparentarlos también con el sonido de bandas actuales como Duel u Orchid, y por la voz femenina es imposible no añadir también a Christian Misstress.


La dupla formada por el guitarrista Mat Davis y la bajista, vocalista y alma líder de la banda Elizabeth Blackwell funciona con precisión de reloj nuclear: él construye unos riffs tremendamente pegadizos y ella añade una voz melódica, agresiva y muy de la vieja escuela del heavy metal, elaborando una suculenta ración de nueve himnos de metal oscuro, poderoso y de la vieja escuela. No he encontrado información sobre si Al McCartney, que había sido su batería por muchos años, ha sido el encargado de los parches en este trabajo. Un disco redondo hecho con las cosas muy claras, donde desde la portada firmada por Patrick Zoller sabemos perfectamente qué nos encontraremos: heavy metal oscuro.


El Bandcamp de la Quincena: Church of the Cosmic Skull – Science Fiction.

Por los bosques de Nottingham se forjaba la leyenda de Robin Hood en los tiempos de las cruzadas. En pleno siglo XXI no hay héroes que devuelvan al pueblo lo saqueado por los corruptos, pero al menos hay gente que desde allí nos trae buen rocanrol para desconectar un rato de las cuitas diarias.

En los últimos años la reivindicación de los ’70 se ha vuelto habitual y rentable, y desde que Ghost reventaron el mercado metalero la temática ocultista ha vuelto a la primera línea lírica en las bandas contemporáneas. Church of the Cosmic Skull encajan en esos dos clichés, el de reivindicar los ’70 y el del ocultismo a lo Ghost, pero caeríamos en el más absoluto simplismo si nos limitásemos a etiquetarlos de banda de nicho que intenta hacer caja con dos tendencias en boga. Una escucha superficial de este Science Fiction ya nos lo indica.

En 2016 estos ingleses sorprendían al mundo con un Is Satan Real? que, de hecho, se coló en mi lista de 1001 discos esenciales. El pasado mes de mayo el septeto nos entregaba su segundo disco, titulado Science Fiction y siguiendo una coherente evolución con lo que había sido su debut.

Church of the Cosmic Skull

Como decía antes, Church of the Cosmic Skull están en la onda setentera y ocultista, pero no son un producto más de nicho para hacer caja de la creciente escena stoner, de hecho no les etiquetaría de stoner como ha hecho algún periodista de esos que redactan sus crónicas a partir de la lectura de notas de prensa en lugar de escuchar los discos. Sí, este grupo está dentro de la onda ocultista, pero su estética no es para nada sombría sino que se muestra con un halo luminoso al estilo de los glammies Angel, de los suecos Abba o incluso de la Kelly Family. Cuando uno ve la puesta en escena de la banda podría pensar, por sus fotos y estética, que está ante un grupo formado por los catequistas de una iglesia noruega. Musicalmente combinan algo de hard rock y algo de AOR con elementos sinfónicos, progresivos y con algo de art-pop. No en vano aparte de guitarra, bajo, batería y órgano, elementos habituales en las bandas de rock psicodélico, añaden también un cello electrificado. Por otra parte las melodías vocales están muy trabajadas, no solo cantan todos los instrumentistas sino que además tienen a dos vocalistas, sumando en total seis voces: tres masculinas y tres femeninas. No verás en este grupo las influencias típicas setenteras de Grand Funk, Black Sabbath, Jimi Hendrix, Lynyrd Skynyrd o Pentagram. Lo más típico en ese sentido sea, quizás, alguna línea vocal y algún arreglo de guitarra con clara reminiscencia a Thin Lizzy, Magnum, Blue Oyster Cult o Gary Moore. Pero aun siendo un grupo rockero sus melodías y, sobre todo, el trabajo de voces y el aura luminosa que envuelve los temas nos llevarían a pensar más en la música de Electric Light Orchestra, Strawbs, Abba, Kate Bush o hasta los musicales de Andrew Lloyd Webber, y puede que si encontramos paralelismos con Ghost estén estos fundamentos, principalmente, en la pasión de ambas bandas por los suecos Abba. Piezas hard rock como Timehole (Gonna Build a Rocket Tonight), Paper Aeroplane & Silver Moon o Cold Sweat (no es una versión de Thin Lizzy, aunque tal vez sea el tema que más recuerde a ellos) serán del gusto de los fans más metaleros y tradicionales. Otras como The Cards that You’re Playing o Revolution cames with an act of love nos acercarán a pasajes más psicodélicos, mientras que Science Fiction o The Others nos trasladarán a la cara más popera de esta banda.

Church of the Cosmic Skull seguramente no son lo que te esperas en un principio, pero una vez le has dado dos escuchas seguidas a sus discos ves que son una banda con un talento impresionante que logran dotar sus composiciones de una magia muy especial gracias al cariño que ponen trabajando hasta el último detalle. Poner el trabajo compositivo por encima de la exhibición virtuosa, un talento que parece olvidado por muchas bandas contemporáneas. Sciencie Fiction está claramente en mi top 10 de lo que llevamos de año, y un año en el que Ghost, Melvins y Sleep han sacado disco es un año en el que entrar en esa lista es complicado.