Antes de comenzar con la entrada quería disculparme por teneros sin publicar más de un mes. Estoy con mil cosas en la cabeza esta temporada y no tengo apenas tiempo para escribir, cuando pase el estrés volveré a publicar más asiduamente.
Que escuchar música es un placer es algo que comparten todos los que leen el Musiqueando, porque si no ¿para qué lo leerían? Casi podría apostar además que un alto porcentaje de esas personas además encuentran placer en la lectura ¿por qué no combinarlos? La literatura ha sido inspiración de muchas obras musicales. Desde El Cantar de los Nibelungos inspirando a Wagner para su serie de óperas épicas pasando por Kate Bush revisando Cumbres Borrascosas de Emily Brontë, por Leonard Cohen adaptando a Lorca siguiendo la estela de otros muchos cantautores españoles, por Blind Guardian lanzándose al Silmarillion de Tolkien como años antes lo habían hecho Led Zeppelin o por la excelencia progresiva de Rush nutridos por los panfletos de Ayn Rand que extrañamente encantaban al recientemente fallecido Neil Peart. Hoy vamos a dar un repaso a varios discos conceptuales basados en discos e intentaré no caer en los más tópicos.
Seguramente cuando uno piensa en libros que inspiran discos de rock El Estado y la Revolución de Lenin no aparezca entre las opciones más obvias, pero allá por 2011 los catalanes Eina lo usaron como inspiración para los temas de L’Estat i la Revolució. Nacidos de las cenizas de la mítica banda de punk Inadaptats ya habían publicado previamente otro disco conceptual en 2008: L’Art de la Guerra, inspirado por la obra del militar chino Tsun Tzu. El sonido de la banda es un rock directo y bastante melódico, con mucha fusión, tomando elementos del rap metal, el indie, el punk o la electrónica y cantado siempre en catalán.
Cuando un grupo se inspira en una obra literaria cuyos derechos de autor todavía no han pasado al dominio público puede tener que verse las caras con la desaprobación de los autores o sus herederos… y luego está el caso de Michael Moorcock, que no solo no tenía problema en que lo hiciesen sino que además se acercaba a colaborar con las bandas dado que él también había sido picado por el gusanillo musical (tuvo su propio proyecto en los 70: Michael Moorcock & The Deep Fix). Colaboró con Blue Oyster Cult, con el colectivo Spirits Burning pero, sobre todo, lo hizo con Hawkwind. Los psicodélicos ingleses ya habían inspirado más de una canción en la obra de su buen amigo, quien a cambio les convirtió en personajes literarios en su novela The Time of the Hawklords, pero en 1985, con una formación en la que ya solo quedaba Dave Brock de la alineación original, le dedicaron un disco entero: The Chronicle of the Black Sword. El disco originalmente se iba a llamar Stormbringer pero decidieron no hacerlo para evitar confusiones con una conocida obra anterior de Deep Purple. Está inspirado por la saga de novelas de la saga de Elric de Melniboné aunque también menciona en un tema a Jerry Cornelius, otro personaje de Moorcock y cuenta con una letra del propio autor para el tema Sleep of a Thousand Tears. El grupo en este disco lleva su clásico space rock psicodélico a sonoridades más duras y hard rockeras para surfear la ola del heavy metal imperante en la época.
A mediados de los años 70 un productor, técnico de sonido y teclista de sesión llamado Alan Parson decidió lanzarse a grabar un disco conceptual basado en la obra de Edgar Allan Poe. Sería este el génesis de The Alan Parson’s Project y de su disco debut Tales of Mistery and Imagination. Para ello decidió juntarse con otro teclista, Eric Woolfson, contratar como músicos de apoyo a los miembros de las bandas Pilot y Ambrosia y también a un teclista más que sería Francis Monkman (de los pioneros del rock con ínfulas de música clásica Curved Air y Sky) e invitar a cuatro cantantes: el actor Leonard Whiting, el pionero del shock rock Arthur Brown, el entonces muy popular John Miles y el ex-The Hollies Terry Sylvester, además de los coros de un Jack Harris que sería colaborador habitual de la banda en futuros discos. En la edición original se obvió una narración de Orson Welles como preludio a varios temas que se recuperaría en la reedición de 1987 para su primer lanzamiento en cd. El disco nos presenta un sonido progresivo extremadamente elaborado, con una producción cuidada hasta el último detalle y donde cada tema gira alrededor de un relato del mítico escritor estadounidense, llegando a usar un fragmento de la ópera inacabada de Debussy La Chute de la maison Usher en el tema instrumental inspirado por el mismo relato.
Corría el año 1973 y David Bowie pasaba por un momento de enorme popularidad y, probablemente, por uno de los estilos de vida más excesivos que se recuerden. Con Pin Ups había llegado a su fin su etapa junto a Mick Ronson (una de las más fantásticas duplas que haya existido en la historia del rock) y había enterrado a su personaje Ziggy Stardust. ¿Cual era el siguiente paso? Pues algo más faraónico, más poderoso, más loco, más grandilocuente: Bowie quería hacer su propio musical, un musical que se inspiraría en la obra 1984 de George Orwell. Los herederos del escritor no dieron su permiso pero el camaleónico vocalista decidió seguir adelante para parir Diamond Dogs. Era el primer disco desde 1969 en el que no tocaría ninguno de los músicos que habían formado sus Spiders from Mars, Bowie creaba un nuevo personaje (Halloween Jack, que solo usaría para este disco) y había decidido mezclar la conocida obra de Orwell con una visión post-apocalíptica combinando decadentismo y glam con la que daría carpetazo a esa etapa para avanzar hacia las influencias más blues-soul que rodearían a su siguiente personaje.
Para The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table no fue un libro la inspiración de Rick Wakeman sino que decidió profundizar más y estudiar ocho obras distintas sobre las leyendas artúricas, tomando posteriormente las que le resultaron más “coloridas” y acordes al tono de la obra. Era el tercer trabajo en solitario del mítico y excesivo teclista de los Yes, quien ya había lanzado antes otros dos discos conceptuales. Un disco sinfónico y progresivo que cuenta con narrador, dos vocalistas y orquesta sinfónica acompañando a la banda de Wakeman y donde jamás se escatima en producción, complejidad, pompa y grandilocuencia. Sorprendentemente tuvo bastante éxito comercial en su momento, llegando al número 2 de las listas británicas, al 21 de las estadounidenses, siendo certificado oro en varios países y vendiendo en todo el mundo 12 millones de copias. Incluso el tema Arthur ha sido utilizado en varias ocasiones por la BBC como sintonía para cubrir las elecciones en Reino Unido.
Y acabamos nuestro recorrido en Italia. Si abría el artículo con un disco que nos sorprendía por estar inspirado por El Estado y la Revolución de Lenin la obra elegida para cerrar tampoco se queda atrás a nivel sorpresivo: El Origen de las Especies de Charles Darwin fue la inspiración del disco Darwin! de los progresivos romanos Banco del Mutuo Soccorso. Musicalmente inspirados por los grandes del prog-rock y el art-rock británicos como Gentle Giant, Pink Floyd o sobre todo Emerson, Lake & Palmer estos italianos decidieron que las letras de su segundo trabajo estarían basadas en la obras del histórico naturalista británico. Un disco de gran riqueza armónica y cargado de cambios de ritmo y compás lleno de piezas sublimes y complejas. Completarían así uno de los trabajos definitivos y esenciales del prolífico prog-rock italiano de los años 70, al nivel de otros grandes de aquella escena como los más populares Premiata Forneria Marconi.