Cinco géneros, cinco películas (vol II)

En fin, segunda parte tras el Vol I llega la segunda parte de «Cinco géneros, cinco películas» que finalmente se extenderá hasta el volumen IV. ¿Por qué? Pues por ejemplo porque el género «comedia» decidí dividirlo en 3, como veréis a continuación: Comedia dramática, comedia absurda y comedia gamberra. Y junto a estos tres géneros en esta entrada también trataremos la ciencia ficción y el «survival horror«. Así que vamos allá.

  • El apartamento (comedia dramática): Dirigida por el genio y maestro de maestros Billy Wilder, con un Jack Lemmon impresionante, El Apartamento logró aquel año arrasar en los premios de la academia llevándose 5 Oscars y otras tantas nominaciones más. La historia nos sitúa en el New York de la época, donde un joven oficinista descubre la forma de medrar en la empresa: Dejar su apartamento a los directivos para que se lleven allí a sus amantes. Pero el plan se empezará a estropear cuando se enamore de la amante de uno de sus jefes, lo cual le llevará a una serie de enredos cada vez más complejos. Por medio de este argumento Wilder nos transporta a un relato sobre hipocresía social, duplicidad moral, falta de escrúpulos a la hora de utilizar a las personas como objetos y un humor inteligente, sutil, cínico y un pelín negro por momentos. En dos palabras OBRA MAESTRA.
  • La vida de Brian (comedia absurda): Brian de Nazareth nace el mismo día que Jesucristo y vive una existencia casi paralela a la suya, aunque sea por accidente. En medio de la ocupación romana se une a un grupo disidente judío y acaba convertido en un profeta sin él buscarlo. Hablar de La Vida de Brian es hacerlo del punto álgido de la carrera del grupo cómico inglés Monty Python. Ya habían tenido éxito en la televisión y conseguido relevancia en el cine con sus anteriores películas, pero La Vida de Brian fue su pasaporte hacia la historia. Estrenada en agosto de 1979, la película se convierte en una corrosiva sátira tanto política como religiosa, hecho este último que ha llevado a que todavía a día de hoy siga prohibida su proyección en algunos pueblos de EEUU y Reino Unido. Incluso hubo debates televisados en la BBC donde varios representantes de distintas ramas del cristianismo debatían si la película debía considerarse blasfema o no. Los Monty Python, imbuídos por un espíritu provocador, gamberro y desafiante que llegaba más allá de la línea que había marcado la generación del punk británico, dejaron múltiples gags para la historia. Y para el final, nada menos que el temazo Always look on the bright side of life.
  • Le llamaban Trinidad (comedia gamberra): Aunque a largo plazo Bud Spencer y Terence Hill abusaron en exceso de sus personajes y de repetir los mismos gags hasta la saciedad, no se puede negar que varias de sus primeras películas son comedias muy bien logradas. Le llamaban Trinidad, primera parte de una trilogía que se completa con Le seguían llamando Trinidad y Y después de llamaron El Magnífico, nos muestra las claves de su posterior filmografía: Chistes tabernarios, mamporros por doquier, acrobacias de Terence Hill que intenta seducir a toda mujer que se le cruza y la típica dualidad «gruñón pero con buen corazón» de Bud Spencer. De ambientación western, nos cuenta la historia del forajido ligón Trinidad (Terence Hill), que en su vagar por el desierto se encuentra con que su hermano, un ladrón de ganado interpretado por Bud Spencer, ha sido nombrado sheriff de un pequeño pueblo, donde espera a que el resto de su banda salga de la cárcel para dar un buen golpe. Con la intención de seducir a dos hermanas mormonas, Trinidad intentará convencer a su hermano de ayudarlas y hacerle la vida un poco más difícil al alcalde del pueblo. Si te estabas esperando un guión sesudo y complejo… va a ser que no, pero si quieres un rato de risa y choteo, no te la pierdas.
  • Dark City (ciencia ficción): Dirigia por Alex Proyas, más conocido por ser el director de El Cuervo, esta película australiana de 1998 ha sido llamada la hermana mayor de Matrix. Producida por el mismo estudio, parte de sus fondos y decorados fueron reutilizados luego por los hermanos Wachowsky. Al igual que Matrix juega a revisar el mito de la caverna de Platón en un ambiente cyberpunk oscuro y opresivo, aunque en este caso centrándose más en los diálogos y la investigación, al estilo del cine negro de los 50, que en los tiroteos y las secuencias de artes marciales que usaron los Wachowsky, estando realmente más cerca del cine de David Lynch. En Dark City se nos plantea una ciudad que parece no tener límites, donde el protagonista se despierta en la escena de un crimen, aquejado de una fuerte amnesia. Poco a poco irá descubriendo que unos personajes, los Ocultos, manipulan la realidad de la ciudad a su antojo. Si todavía no la habéis visto, creo que la reedición de la película de 2008, con el montaje del director está mejor que la que salió en cines. Dark City es una pequeña joya olvidada, no la dejéis pasar.
  • Asalto a la comisaría del distrito 13 (survival horror): Tras un intenso debate tabernario sobre si esta peli era acción, thriller o si la podíamos meter en survival horror, ha acabado aquí. Porque me da la gana que para algo el blog es mío. A pesar del infame remake con Ethan Hawke, este clásico de 1976 de John Carpenter sigue siendo un film muy válido. El argumento: Un bus que transporta a tres presidiarios para en una comisaría para buscar medicamentos para uno. Dicha comisaría va a ser cerrada a la mañana siguiente por traslado, y sólo quedan dentro un par de agentes de guardia y poco equipo. En medio de esa situación llega un ciudadano corriente que ha matado, por venganza, al miembro de una peligrosa banda que asesinó a su hija en un tiroteo, por lo que el resto de la banda aparece siguiéndole y asediando la comisaría con ansias de linchamiento. Y ahí comienza la acción: la banda intenta penetrar en el recinto y los de dentro sobrevivir. Con un reparto de desconocidos y un presupuesto de sólo 100.000$, escueto incluso para la época, Carpenter logra sacar adelante una película muy resultona, divertida, tensa y con personajes carismáticos. En un principio pretendía hacer un western, muy influenciado por Rio Bravo, pero la falta de presupuesto le llevó a darle una ambientación contemporánea. Películas como esta demuestran que Carpenter es un maestro cuando se trata de trabajar con pocos medios.

Y con esto toca su fin el Vol II. Próxima entrada… Vol III (mañana o pasado)

Cinco géneros, cinco películas (vol I)

Hacía mucho tiempo que no incluía una entrada de cine en el blog, así que me dispongo a meter dos seguidas. El título ya dice bastante de la entrada: cinco géneros, cinco películas (una de cada). En este primero los cinco géneros elegidos serán cine social, thriller, musical, western y humor gore.

  • El odio (cine social): Dirigida por el director Mathieu Kassovitz en 1995 (posteriormente ganaría fama en el cine comercial con Los ríos de color púrpura) esta excepcional a la par que dura película nos sitúa en el París de la época, durante unos disturbios en las zonas más pobres de la ciudad cuando un policía asesina a uno de los jóvenes manifestantes. A partir de esta tensa situación, Kassovitz retrata la vida de tres jóvenes amingos procedentes de un pobre barrio de inmigrantes (un chaval judío, uno negro y uno árabe), su relación con la policía, sus enfrentamientos con los skinheads votants de Le Pen, sus obsesiones, su frustración frente a la sociedad que les aparta… El ritmo está muy bien llevado, y mezcla momentos de desahogo cómico con otros de realismo y gran dureza. Además de su guión, de su fotografía (en blanco y negro) y del buen hacer del director, cabe destacar también la magistral interpretación de un entonces muy joven Vincent Casell, con un genial guiño a Taxi Driver. Un retrato de la situación de racismo, exclusión social, paro y desesperación del París que no visitan los turistas.
  • Deliverance (thriller): Basada en la novela de James Dickey del mimsmo nombre, dirigida por John Boorman y contando con geniales interpretaciones de Burt Reynolds, John Voigt y Ned Beatty, Deliverance nos cuenta la historia de tres acomodados hombres de negocios de Atlanta que deciden emprender un viaje de aventura, descenciendo un río hacia un pueblo que va a ser trasladado para la construcción de una presa. Por medio se toparán con lo más sórdido y violento del rural sur estadounidense, que llevará a que su viaje se convierta en una suerte de rito iniciático, despertando en ellos la brutalidad más insospechada. La película logró gran impacto en su momento, con un gran éxito de crítica y taquilla y varias nominaciones a los Oscar y los Globos de Oro, si bien la crudeza de la historia jugó en contra de lograr algún galardón. El tema Dueling Banjos de su banda sonora es el protagonista de una de las escenas más recordadas de dicho film, donde uno de los protagonistas se «pica» a tocar contra un joven autista con un virtuoso dominio del banjo. Una gran película con un inquietante final y varios grandes momentos, que parece que ha quedado un poco olvidada con los años, pero que ha envejecido muy bien pasadas 4 décadas ya desde su estreno.
  • The Rocky Horror Picture Show (musical): Cargada de rock and roll, excentricidades, humor y grandes canciones The Rocky Horror Picture Show es, por derecho propio, uno de los musicales más famosos de la historia del cine. No en vano se trata de la película que más veces se ha proyectado en los EEUU, e incluso existen salas que hace la «versión interactiva«, donde mientras se proyecta la película hacen cosas como lanzar agua al público, arrojarles osos de peluche, lanzar arroz durante la escena de la boda, encender linternas en la canción There’s a Light, bailar el Time Warp… y demás cosas delirantes que ocurren en ella. Grabada en 1975, tanto su ambientación como su estética y su música es un homenaje a los años 50, tanto a los tópicos del cine de serie B de la época, como al rock and roll más clásico y a la moralidad mojigata de la época. Richard O’Brien es el responsable tanto del guión como de la banda sonora de esta rocambolesca historia, donde también interpreta al mayordomo Riff Raff, y que nos retrata la pérdida del pudor y la inocencia de dos jóvenes moralistas en el antro de perversión del científico vampiro transexual Dr Frank-N-Furter. Desde los Misfits hasta Marilyn Manson, muchos rockeros americanos han bebido de la influencia de este filme, homenajeado también en múltiples series y películas. Y como no, no podemos olvidar que además de un joven Tim Curry (clásico del cine de serie B) y una principiante Susan Sarandon la película cuenta con la aparición de Meat Loaf (un par de años antes de romper las listas de ventas con Bat out of hell) como el descerebrado (literalmente) motero Eddie. Si puedes ir a una de las citadas proyecciones con participación del público, no lo dudes, vas a disfrutar como una hiena en un cementerio.
  • Grupo Salvaje (western): Bloody Sam, así llamaban en la época a Sam Peckimpah. Célibe, misógino, alcohólico, violento y uno de los grandes genios con la cámara. Su carácter agresivo y la violencia de sus películas hicieron que no fuera un director con éxito entre la prensa, los críticos y los intelectuales. Pero el magnetismo de sus películas, su innovación tras la cámara y su buen hacer sí le trajeron el respeto de sus camaradas de profesión. Stanley Kubrick dijo en su momento que La Cruz de Hierro era la mejor película jamás rodada sobre la Segunda Guerra Mundial (de hecho la genial Stalingrado está muy inspirada por ella), y el legado de Peckimpah sigue vivo en la actualidad a través de muchos directores como Quentin Tarantino, Robert Rodríguez, Guy Ritchie o los hermanos Cohen. Pero centrándonos en la película que nos ocupa, Grupo Salvaje es un wester «crepuscular«, oscuro, muy violento, donde se nos habla de los fuertes vínculos de amistad que se forjan entre una banda de forajidos en los últimos años del dorado oeste americano. Hombres fuera de la ley pero con un sentido del honor y la lealtad por encima de toda imposición, ley, religión o moral. Cuenta además la película con una de las secuencias finales más impactantes de la historia del cine, uno de los mejores tiroteos grabados. Tan pronto acabe la película estarás deseando soltar con voz críptica Si se mueven, mátalos.
  • Mal Gusto (humor gore): Antes de venderse al peso a Hollywood y grabar ese mojón de remake de King Kong dilapidando parte del crédito que le había dado la trilogía de El Señor de los Anillos Peter Jackson era un director con una trayectoria muy sólida. Aunque ahora todo el mundo asocie su nombre a megaproducciones faraónicas, somos muchos los que recordamos las películas de sus inicios, filmadas en su Nueva Zelanda natal. Mal Gusto fue la primera, parece ser que le costó un divorcio el rodarla, ya que su mujer quería que la acompañara a la iglesia los domingos, único día que tenía libre Peter para rodar,hecho que dilató la grabación de la película hasta los cuatro años. Filmada con cuatro duros, con sus colegas, con un equipo mediocre, poca experiencia pero muchas ideas efervescentes, Mal Gusto es una combinación de ciencia ficción, gore y comedia. ¿El argumento? Una empresa de comida rápida extraterrestre llega a la tierra en busca de carne barata para sus hamburguesas. Mucha casquería, escenas de asquito absoluto y un sentido del humor extremadamente negro hacen de esta una película entrañable (y no sólo porque se vean entrañas).

En fin, volumen uno finiquitado. En principio la idea era hace dos, pero creo que se podrá alargar hasta tres o cuatro. En los próximos días la cosa irá creciendo, así que estad atentos a vuestro RSS, Twitter, Facebook… o como narices estéis siguiendo el blog.

Starship Troopers: Sí, también voy a recomendar esta película.

Existen muchos motivos para ver Starship Troopers, una de las películas peor entendidas por las crítica y el público en general (además, le había dicho a mi colega Gaius Baltar que iba a reseñar esta película)

Starship Troopers ha recibido palos por todas partes: se dice que los actores son mediocres, cosa que no voy a discutir (excepto en el caso de Michael Ironside, que está como siempre porque siempre hace el mismo personaje, pero lo hace bastante bien), que no es fiel al libro (cosa que tampoco voy a discutir porque no lo he leído) y que se trata de una película de corte fascista. Eso último sí que voy a rebatirlo, o cuanto menos a analizarlo.

Durante mis años en la facultad de historia visioné varias películas de propaganda bélica (un género muy en boga durate los años de la Segunda Guerra Mundial) como «El triunfo de la voluntad», «Juana de Arco» (propaganda nazi), «Raza», «Sin novedad en el Alcázar» (propaganda franquista), «Alexander Nevsky» (propaganda soviética) o las siete películas de la serie «Why we fight» (propaganda  yankee). No son la clase de películas que suela recomendar, pero sí tienen un interés historiográfico bastante grande. El caso es que si uno ha visto este tipo de filmes puede ver como Paul Verhoeven utiliza muchas de las técnicas de esas películas (sobre todo de los documentales de la serie «Why we fight») en Starship Troopers. Su uso de la hipérbole y la ironía de forma cruda y exagerada, combinada con esos elementos propagandísticos, hacen de la película una curiosa sátira no sólo del cine propagandístico de la primera mitad del siglo XX, sino también de gran parte de las producciones de temática bélica/acción de los años 80 (algún día haré un análisis profundo de Rambo III). De hecho incluso sería profética y visionaria (la película es de 1998), a tenor tanto de videojuegos bélicos actuales (Black Ops, Battlefield 3) como de propaganda pro-belicista y alarmista en la televisión americana post 11-S .

Pero no sólo caricaturiza el cine y la televisión, equiparándolos con la propaganda, sino que incide en otros temas. El secuestro del lenguaje (los pacifistas antibelicistas son llamados por los medios «terroristas de paz»), el uso del miedo como forma de control social («el enemigo está en todas partes», «tú puedes combatirlo desde casa»), el disfraz de las ansias imperialistas como autodefensa (porque se pinta a los bichos como los malos, pero son los humanos los que están invadiendo su planeta) o las presiones de las empresas sobre los gobiernos para ir a la guerra. Todo eso rodeado de una estética con claras referencias al nazismo.

En palabras del propio Verhoeven «Juega con el fascismo y su imaginería para retratar a la sociedad norteamericana», queriendo mostrar que «la evolución natural de los Estados Unidos tras la segunda guerra mundial» y afirmando que «El miedo y la guerra nos convierten en fascistas».

Una basura, dicen muchos. Yo diría película visionaria que nos muestra que las diferencias entre las estrategias de los nazis y de muchas actuales «democracias» a veces se vuelven muy difusas.

Las películas de mi adolescencia

Ayer me desafiaban a hacer un top ten de películas románticas. Supongo que era referente al género amoroso/comedia romántica, aunque yo entiendo el romanticismo desde un ángulo más… decimonónico. Y eso me lleva a pensar en las películas que marcaron mi adolescencia, esos filmes en los que uno se fija para intentar copiar poses, actitudes y frases en esa edad tan «complicada» donde se te empieza a poner el careto que, con suerte, llevarás puesto el resto de tu vida.

El abc del macarrismo cinematográfico, para mi (y para alguno más que compartió esa época) sin lugar a dudas fue «Salvaje» (The Wild One). A partir de ahí nos apoyábamos contra las paredes del instituto chasqueando los dedos e intentando parecer tan duros e impasibles como Marlon Brando y Lee Marvin. En su día me gané una buena hostia por soltar aquella frase que usa Brando: «Mi abuelo pega más fuerte», nadie dijo que intentar ser el más duro fuera fácil.

«¿A qué le temen?» «A la libertard». Una máxima en mi vida, y extraída de otro filme, también con motos curiosamente: Easy Rider. Es posible que llegara a verla 15 o 16 veces en un año. Papelones de Peter Fonda y Dennis Hopper como motoristas y de Jack Nicholson como borracho del pueblo, hasta Phil Spector hacía su aparición en la película. Increíble banda sonora con temazos de The Band, Steppenwolf o Jimi Hendrix, en una película de culto, con la escena final de sexo en un cementerio entre un baño de LSD que debería ser de obligado estudio en las escuelas de cine (puede que lo sea, hablo desde mi desconocimiento). Una película que es algo más que una road movie, es un reflejo de la condición humana, de cómo la normalidad es el refugio de los mediocres temerosos y mezquinos que no pueden soportar que una oveja se salga del redil.

No es una película de culto, no es un clásico del cine, pero me trae recuerdos imborrables :South Park, Bigger, Longer and Uncut (o, abreviando, la película de South Park).  Ahora que el humor cazurro y chabacano, cargado de ataques a famosos, es habitual en todas partes (Padre de Familia, Padre Made In USA, The Cleveland Show) puede que esta película no signifique mucho, pero en 1999 era rompedor e innovador. Y ese humor de culo, caca y «eres un hijo de puta» igual ahora ya no es tan efectivo, pero en aquella época me partía con South Park. De hecho consiguieron el Guiness a la película de animación con más insultos, en la canción Uncle Fucker dicen fuck 31 veces (debió ser una gran influencia para el macaco que berrea y sierra la guitarra en los Children of  Bodrio). Lo curioso es que estuvo nominada a un Oscar a mejor canción original por «Blame Canada». El momento «Tú no eres un judío» o cuando Stan encuentra el clítoris… todavía a día de hoy me arrancan una sonrisa. Si hasta se ve la cara de Kenny.

Y cerramos con Pulp Fiction. La primera vez que la vi fue en la TVG, en gallego, algo que le da un ángulo totalmente diferente a la película. Hablar de Pulp Fiction a estas alturas… no vale la  pena.  ¿Qué se puede decir ya de una de las películas más importantes de la historia y un clásico absoluto del cine independiente de los 90? Dejó una recua de frases para soltar en conversaciones varias y un nuevo icono sexual para mi: Uma Thurman como Mia Wallace. Raro es que no la vea al menos un par de veces al año.

 

Ahora junta esto con Judas Priest, Rainbow, Deep Purple, Motorhead, Monster Magnet, HP Lovecraft, Edgar Allan Poe, Drácula, Dennis Rodman y  Jim Morrison, mételo en el contexto de un pueblo pequeño gallego y explícate muchas cosas.

Metalhead cinema

Algún día llevaré a cabo el Metal City Weekeend. Es un proyecto que hace tiempo me ronda la cabeza y, ahora que estaré en el paro otra vez (espero que por poco tiempo) en un par de días puede que lo intente. Claro que en Compostela, con el Conde Droga de alcalde, vete tú a pedir dinero y apoyo para algo que tenga que ver con cultura y que no lleve asociado Lacoste y gomina…

El caso es que me estoy yendo por las ramas, que no era de eso de lo que quería hablar, sino de cine metalero, o rockanrolero si se prefiere, aunque en este caso tiene un perfil más metálico. Mi afición por consumir cine rockanrolero, ya sean documentales o películas, me ha llevado a ver unas cuantas en los últimos años. Como suele ser habitual, las más famosas no suelen ser las mejores: Rock Star, Casi Famosos, Metal: A headbanger’s Journey… no las verás aquí (obviamente Isi/Disi mucho menos).

  1. This is Spinal Tap: Te va a tocar leer o afinar tu nivel en inglés (bueno, con un nivel medio te enteras, medio de verdad no de currículo), porque creo que no existe doblada. Casi mejor, porque se suelen cargar los mejores chistes con los doblajes. Aparecida en la primera mitad de los 80, y dirigida por Rob Reiner (cuando hacía películas buenas, no como ahora), la película, a modo de “mockumentary” (falso documental, como la técnica que usan para narrar los capítulos de Modern Family) nos cuenta la historia de Spinal Tap, una ficticia y paródica banda formada por tres descerebrados que tuvieron su momento de éxito pero que empiezan a notar como su popularidad cae (antes de la película los mismos actores ya hacían de Spinal Tap en la televisión británica). La clave del fracaso no sólo está en la poca cabeza de los miembros, sino también en la mala suerte que les acompaña: baterías muertos de forma absurda constantemente, elementos escénicos accidentados, una novia mezcla de Sharon Osbourne con Yoko Ono, Paul Shortino encarnando al exitoso Duke Fame… y un manager de la vieja escuela que utiliza un palo de cricket para poner orden. Pégale un ojo y no me digas que no te partiste el culo con la escena del bajista en el aeropuerto.
  2. Lemmy, The Movie: Todo amante del rock and roll ha visto o leído historias de Lemmy. Muy punky para ser heavy, muy rockabilly para ser punky, muy heavy para estar bien visto por la crítica… pero ahí le tienes, puede que no sea el músico que más discos ha vendido, pero sí es uno de los más respetados de la historia. Pero ¿cuánto es cierto y cuánto es falso? Este documental nos acerca más a la figura del que probablemente sea el rockero más carismático y macarra que conserva la vida: alcohólico, ludópata (se pasa el día enganchado a videojuegos y tragaperras), coleccionista de artículos nazis (su casa parece un museo del Reich), padre orgulloso, promiscuo, defensor del speed frente a cualquier otra droga dura. Un tío que para tomarse las pastillas para la diabetes en lugar de agua utiliza Jack Daniels con cola. Dicen que una universidad quería hacer un estudio sobre Ozzy Osbourne para comprobar cómo había sobrevivido hasta ahora con tanto exceso… a la mierda Ozzy, deberían hacer el estudio sobre Lemmy, si hasta el propio Ozzy afirma que no entiende como el viejo “Lemm” ha aguantado tantos años sin reventar.
  3. The story of Anvil: Seguimos con documentales, y ese se adentra en la parte más dura del underground. Anvil, treinta años sobre los escenarios, fueron una banda influyente a principios de los 80 pero… se acabó. Empezaban a despegar y les cortaron las alas, tal vez la voz de Lips no fuera la adecuada para el éxito comercial, tal vez no tuvieron la mejor producción, ni el mejor manager, o les faltó cabeza, o fue la suerte lo que les traicionó. Puedes ver el documental y sacar tus propias conclusiones. El momento en el que “pierden el tren” (literalmente) en Murcia es una gran metáfora de su carrera. Muy buen documental sobre una banda que se ha ganado el status de leyenda del underground, con momentos que casi rozan el esperpento a lo Spinal Tap, pero con el agravante dramático de que en este caso es real.
  4. Still Crazy (Siempre locos): Amable comedia británica con una genial banda sonora sobre una banda de rock duro setentero que, tras más de dos décadas de retiro, decide volver a la actividad a mediados de los 90. “Si es cierto que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, entonces los baterías son de Plutón. A los demás les perseguía el pasado, a Wino le preocupaba que pudiera pillarle”. Una historia con un batería cincuentón que se comporta como un adolescente, un vocalista con delirios de grandeza y la cabeza ida por años de exceso (¿Ozzy Osbourne?), un teclista al que no le ha ido bien en sus negocios, un bajista reconvertido a techador, un guitarrista en el psiquiátrico (¿Peter Green?), un tour manager cabrón y una manager que no sabe si está más enamorada de su música o del recuerdo de su guitarrista. Una película sentimental, con momentos absurdos y final feliz que merece la pena disfrutar.
  5. The Decline  of  Western Civilization Vol II – The metal years: El verdadero documental referencial del heavy metal debería ser este. La única copia que conseguí fue una en vhs, grabada de una cadena local, doblada al sueco (¿por qué?) con subtítulos en inglés. Por lo que he oído, es posible conseguirla en versión original con los subtítulos en castellano porque algún colega mío la tiene. Pertenece a una serie de documentales, ya que hay otro sobre el punk y otro sobre el hardcore (al menos que yo sepa) y creo que fue reeditado no hace mucho. Momentos enormes como Chris Holmes borracho en su piscina tirándole una botella de vodka a su madre, Paul Stanley recibiendo a los entrevistadores en una cama rodeado de groupies, Ozzy cocinando sin ver ni qué coño está haciendo, Steven Tyler hablando de los millones que gastó en drogas en los 70 … basura de Sunset Boulevard en su más pura esencia, Los Ángeles en su momento creativo metalero (y excesivo) álgido.

 

  • Mención especial: El corto Heavy Metal Parking Lot, que no lo he citado como película por aquello de que es un corto. Cuando a mediados de los 80 la prensa americana se dedicaba a vender el mundo del heavy metal como un cocktail de drogas, violencia y delincuencia del que hay que mantener alejados a los jóvenes (luego se pondría de moda el rap y ya dejarían el tema para dedicarse a machacar a ese mundillo), dos jóvenes estudiantes de cine, que curiosamente no tenían ni idea sobre el mundillo metalero, se fueron a grabar los alrededores de un estadio en Seattle donde esa noche tocaban Judas Priest. Dado que su conocimiento del heavy metal venía de lo vendido por los medios de comunicación esperaban encontrarse atracos, intentos de violación, heroína… pero a lo que se encontraron fue a un montón de jóvenes compartiendo cervezas, echándose unas risas, escuchando música en sus coches… no es que precisamente fueran lo que la sociedad estadounidense llamaría “jóvenes ejemplares”, pero todo estaba muy alejado de la visión sórdida y manipulada de las medias. Bueno, cualquiera que haya estado “parkineando” antes de un concierto sabe cómo es esto (de hecho no puedo negar que para mi esas birras antes del bolo son una de mis partes favoritas del ritual de un buen bolo). Dave Grolh decía que acostumbraban a ver ese vídeo antes de cada concierto de Nirvana, y que creía haberse visto a si mismo en una toma. Un curioso documento que vale la pena ojear.

 

Las 5 mejores bandas sonoras rockeras

Antes de empezar este artículo, una aclaración: No estoy considerando bandas sonoras rockeras ni la música de musicales rockanroleros (como The Rocky Horror Picture Show), ni discos que luego han sido llevados al cine (como The Wall, Quadrophenia o Tommy). Me centro en recopilaciones de canciones que se han realizado para ambientar películas, ya sea con temas preexistentes o con canciones realizadas exclusivamente para el film.

Carátula de Heavy Metal

1- Heavy Metal (1981)

Heavy Metal fue una película de animación de 1981, producida en Canadá, basada en las historias de la popular revista de comics del mismo nombre. Algunos destacados colaboradores de la publicación colaboraron como dibujantes, diseñadores de personajes o guionistas. Se compone de varias historias cortas de fantasía, terror y ciencia ficción. Existe una segunda parte con una sola historia, “Heavy Metal 2000”, y se rumorea que diversa gentuza del Hollywood más mainstream quieren sacar un nuevo remake (claro, un remake de manos de gente como Zack Snyder, James Cameron, Gore Verbinski y David Fincher… ¿alguien se espera que pueda salir algo que mínimamente tenga que ver con el espíriuto del comic? Al menos puede que Jack Black, Kevin Eastman, Tim Miller y Guillermo del Toro logren hacer un fragmento apañadito que salve un poco la imágen) para 2012. Lo que desde luego no va a ser igual en la nueva versión será esa joya de banda sonora, que comenzaba con la versión original del tema Heavy Metal de Sammy Hagar y contenía joyas como Open Arms de Journey, The Mob Rules de Black Sabbath o Veteran of the Psychic Wars de Blue Öyster Cult, además de algunos temas menos conocidos pero igualmente tremendos como Heavy Metal (Taking a ride) de Don Felder, Queen Bee de Grand Funk Railrod o Prefabricated de los franceses Trust.

Curiosamente, el haber negociado mal los derechos de uso de las canciones hizo que la publicación en vídeo de la película y de la BSO en cd se demorara hasta mediados de los 90.

The Devil's Rejects Soundtrack

2-Los renegados del Diablo (2005)

La segunda película de Rob Zombie, la continuación de La Casa de los 1000 Cadáveres, continúa mostrándonos las desventuras de la familia Firefly. Con un reparto muy mitómano (Mamá Firefly era la rubia explosiva y dominante de Loca Academia de Policia, Otis fue Chop Top Sawyer en La Matanza de Texas 2 y el motero más duro que el granito no podía ser otro que Dany Trejo), con su más que deseable y excitante mujer con un papel estelar (Sheri Moon Zombie) y abandonando el género slasher para irse hacia una mezcla de road movie con película de acción, sin abandonar el aire a La Matanza de Texas que ya rodeaba a la original.

Parece que uno se esperaría una banda sonora a base de metal y punk industrial, viendo la carrera musical del señor RZ, pero en lugar de esto el polifacético señor Zombie nos presenta una buena selección de blues, country, rock sureño y setentero americano: La película empieza con el Midnight Rider de los Allman Brothers y termina con Freebird de Lynyrd Skynyrd, dos piedras angulares del southern rock. Por medio temazo tras temazo: Funk #49 de The James Gang, Rocky Mountain Way de Joe Walsh, I can’t Quit you baby de Otis Rush, Brave Awakening de Terry Reid o Satan’s Got To Get Along Without Me de Buck Owens & his Buckaroos.

Rock'N'Rolla Soundtrack

3.-Rock’n’Rolla (2008)

La película que nos devolvió al Guy Ritchie más macarra y divertido también nos trae una gran selección musical. Una nueva mezcla de thriller de mafiosos barriobajeros con comedia gamberra, continuando con el estilo que le definió en sus primeras obras: Lock&Stock y Snatch.

Muy orientada hacia el rock alternativo y de revival retro, tiene como pieza principal la tremendamente pegadiza I’m a man de Black Strobe, y nos presenta otros temas recordables como Dopylsia, de unos reformados Sektor Gaza para la ocasión, Rock&Roll Queen de The Subways (que además aparecen en la película tocándola), Bankrobber de The Clash (que parece escrita expresamente para la escena en la que sale), Have Love Will Travel versionada por The Sonics o The Gun, de Lou Reed.

Last Action Hero Soundtrack

4- El último Gran Héroe (1993)

La película no tiene perdón de Dios. La sacaron para aprovechar el tirón que tenía Schwarzenegger en ese momento tras el éxito de Terminator 2. Se gastaron un dineral en publicidad, lanzaron bulos a tutiplén, utilizaba un nuevo sistema de sonido creado por Sony que les dio multitud de problemas técnicos… al final se calcula que la película perdió 26 millones de dólares (el Goberneitor cobró 15 por su papel principal).

La banda sonora se mueve por lo más mainstream del metal y el rock alternativo de la época, incluyendo varios temas compuestos específicamente para la película como Big Gun de AC/DC (que tuvo hasta un videoclip), Angry Again de Megadeth, Real World de Queensryche (orquestada por Michael Kamen), Two Steps Behind de Deff Leppard, What the Hell Have I de Alice in Chains, Jack and the Ripper de Buckethead o Last Action Hero de Tesla. Además incluía una versión en directo y orquestada del Dream On de los Aerosmith, el Swim de los Fishbone, Poison my Eyes de Anthrax o Cock the Hammer de Cypress Hill. Desde luego mucho más aprovechable que la película.

Still Crazy Soundtrack

5.-Siempre locos (1998)

Emotiva comedia británica sobre una banda de rock de los años setenta que intenta reunirse para un revival a finales de los 90. Aunque no es una película muy conocida, estuvo nominada a dos globos de oro en 1999, y creo que se trata de un film muy disfrutable por todos los amantes del rock and roll (seguramente una persona menos metida en este mundillo no aprecie tanto ni el humor ni la parte sentimental de la película). En el reparto contaban además con dos actores con gran formación musical: Jimmy Nail, que interpreta al bajista/segunda voz Les y que además de su carrera como actor logró un cierto éxito a principios de los 90 en el Reino Unido con su tema Ain’t No Doubt (no muy rockero ciertamente, pero demuestra que al menos el tío sabe componer y tocar un instrumento), y que en la película mantiene una eterna pugna con Bill Nighy, que interpreta al vocalista pasado de vueltas Ray Simms y que en el pasado demostró sus virtudes vocales interpretando el papel principal en el musical El Fantasma de la Ópera.

Aunque la banda sonora presenta algún tema de otros artistas como el A woman like That de Bernie Mardsen (infravaloradísima la carrera en solitario de este hombre), lo verdaderamente interesante son los temas que se compusieron para la banda ficticia Strange Fruit, que son cantados por ambos actores/vocalistas antes citados. Estos fueron compuestos mayormente por Mick Jones (Foreigner), Chris Difford (Squeeze) con algunas colaboraciones. Es complicado quedarse con algún tema en concreto: La balada The Flame Still Burns, la pesada y uriaheepica (toma palabro) Scream Freedom, la rockanrolera All Over the World o la más americana Dirty Town. Una película que vale la pena ver y una banda sonora que vale la pena escuchar.

Cowboy Bebop

No soy un fanático del anime. No es que sea anti-anime, pero no me trago cualquier cosa sólo porque esté firmada por un japonés. Tanto con los comics como con la animación suelo ver lo que me ha convencido, independientemente de su nacionalidad. Digo esto porque he conocido a mucho friki capaz de recomendarte hasta Sailor Moon si se tercia (o alguna aberración por el estilo), pero no es mi caso.

Cowboy Bebop es una serie japonesa de animación nacida a finales de 90, que combina acción, aventuras, ci-fi y hasta cine negro. Está ambientada en un futuro (año 2071) donde los viajes espaciales se han vuelto algo común, los humanos han colonizado y terraformado varios planetas y lunas y la Tierra definitivamente se ha ido al guano, siendo un yermo desierto bombardeado a diario por asteroides. En este contexto sobreviven Spike Spiegel, un antiguo sicario de la mafia experto en artes marciales, y Jet Black, un ex policía que dejó el cuerpo por los excesos de corrupción del mismo, ganándose la vida como cazarrecompensas recorriendo el universo en su nave, llamada Bebop. Conforme avanza la serie se unirán a la tripulación Strut (un perro superinteligente alterado genéticamente en un laboratorio, y cuyo nombre en la versión original es Ein), Faye Valentine (una hermosa y egoísta cazadora de recompensas y jugadora gitana) y Eduardo Radical (a pesar de su nombre es una chica de trece años hiperactiva, superinteligente y con unos enormes conocimientos de hacking).

Una de las cosas interesantes de esta serie es que no es demasiada larga, estando formada por 26 capítulos, los cuales son en su mayoría autoconclusivos (hay un par en los que la historia está en dos partes) pero que al verlos en conjunto conforman una historia totalmente enlazada y coherente (un poco como cuando ves las primeras temporadas de futurama enteras). Mediante flashbacks se nos dan datos del pasado de los personajes y mediante subtramas se crea una continuidad entre todos.

Grandes puntos a favor:  Primero la banda sonora, sublime, exquisita, a cargo de The Seatbelts, con temas de jazz, blues, bebop, scat, country, hip-hop, rock, heavy metal… una banda de tremenda versatilidad que grabó toda la producción musical de la serie (recogida en varios discos). Luego los títulos de los capítulos, ya que la mayoría hacen referencia a canciones de blues y rock and roll («Wild Horses», «Hard Luck Woman», «Black Dog», «Sympathy for the devil»…), de hecho la película se llama originalmente Cowboy Bebop: Knocking on Heaven’s Door, aunque la productora en algunos países lo abrevió por cuestiones de derechos de autor. En tercer lugar la narrativa visual, con escenas en algunos capítulos que son pura poesía (el final del capítulo 5, «Ballad of Fallen Angels», es simplemente impresionante) y en cuarto por los guiones, con buenas dosis de acción pero sin renunciar a un planteamiento inteligente.

Personajes carismáticos, mujeres fatales, mafiosos interestelares… una gran serie. Para mi gusto la mejor serie de anime no humorístico (aunque también tiene sus escenas hilarantes, sobre  todo cuando andan todos famélicos)

El regreso de los Tomates Asesinos: motivos para verla (o revisualizarla)

El Ataque de los Tomates Asesinos” es un clásico de la serie B. Una parodia en clave de humor absurdo de las películas de terror sobre invasiones masivas de animales. Cuando yo era crío recuerdo que en TVE se emitía una serie de animación inspirada por esta saga de películas.

La saga tiene cuatro partes, aparte de la antes citada: “El regreso de los Tomates Asesinos”, “Los Tomates Asesinos atacan de nuevo” y “Los tomates asesinos se comen Francia”. Estas dos últimas, por cierto, bastante infames. No es que las dos primeras sean lo que se suele llamar “un clásico del cine”, pero desde luego son dos películas que dan lo que prometen (el que quiera una superproducción comercial o una sesuda obra intelectual creo que por el título ya se da cuenta de que no es lo que se va a encontrar).

Yo, personalmente, me quedo con “El regreso de los tomates Asesinos”. Ya desde la intro, con el gag de “Bienvenidos a la película de un dólar” al estilo de tv-movie cutre de canal local yankee, queda claro que la película no tiene más pretensión que ser una parodia, no sólo del cine de terror sino hasta de la propia primera parte de la saga. Incluso repiten el gag de “Dios mío, pero si es Adolf Hitler”, adpatándolo a la época con un “Dios mío, pero si es Muamar El-Gadafi”, para introducir a Sam Smith, el maestro del disfraz.

Además de recuperar a los personajes carismáticos de la primera entrega, esta película nos presenta a TP (tomate peludo, la versión tomate-mutante de Lassie), un entrañable personaje que desearás llevarte a casa (sobre todo al ver el final). Esta vez el plan maléfico del doctor malvado consiste en convertir a los tomates en musculados soldados con los que dominar el mundo, y alrededor de eso tenemos una historia de amor entre el sobrino del héroe de la primera parte con una hermosa chica-tomate.

La película, sin ser una obra maestra, tiene unos cuantos gags absurdos con los que partirte un rato. El personaje de adolescente salido que interpreta un poco reconocible George Clooney (que aquí todavía no tenía el aspecto de “madurito interesante” que tanto gusta sus fans femeninas sino más bien de “fan de AC/DC con un Chevrolet El Camino”) da bastante juego, y gags como el de “Chicas de grandes pechos que van a la playa y se quitan sus tops”, el del sindicato de actores, el de la publicidad, la pelea en el bar (la pelea del bar más absurda del cine junto con la de Hot Shots) o el de la jukebox-transformador de tomates (con personajes conocidos de la época) van bien metidos y te harán partirte de risa. Por cierto, por si no la has visto y decides hacerlo, haz caso a la vieja (sabrás de qué hablo cuando llegue) porque hay sorpresa en los créditos.

En líneas globales la narración de la película es fluída, y aunque por momentos se puede hacer un poco pesada, los gags están bien repartidos para arrancarte una sonrisa cuando puede parecer que la cosa se alarga. La fotografía y los escenarios pretendidamente cutres (ya he dicho que la película lo parodia todo, hasta a si misma) y la música tópicamente ochentera a base de sintetizador le dan a todo un halo entrañable que te sacará una cálida sonrisa.

En la historia de la comedia hay películas como “Un, dos, tres” de Billy Wylder, “La vida de Bryan” de los Monty Phyton, “Sopa de Ganso” de los Marx, “Bananas” de Woody Allen, “El Gran Lebowsky” de los Cohen o “Teléfono Rojo: Volamos hacia Moscú” de Stanley Kubrick, con sus nombres grabados en letras doradas como grandes clásicos del género. Desde luego “El regreso de los tomates asesinos” no está entre ellas, pero es una opción cojonuda para ver con los colegas o con tu pareja en una noche lluviosa, acompañada de una Pepsi y un Crunch (si no lo has entendido… lo entenderás).

Y si la vas a ver con tu novia ten cuidado, podría enamorarse de TP para siempre.

La gente pregunta ¿Qué es un rockanrola?

Seguro que la mayoría ya habéis visto alguno de esos interludios que meten en La Sexta 3 entre película y película, donde preguntan a actores españoles qué escena les ha marcado especialmente. Yo creo que elegiría la secuencia inicial de Rock N Rolla, de Guy Ritchie. Esos primeros minutos, hasta que hace su aparición el millonario ruso, son antológicos. La velocidad de la narración, el cómo en ese poco tiempo Ritchie introduce todo el contexto y a gran parte de los personajes principales, es toda una lección de cine.

El caso de Guy Ritchie me recuerda un poco al de Robert Rodríguez, podría ser un gran director pero de vez en cuando hace alguna película mierdosa sin ninguna explicación. Porque Revolver era, cuanto menos, flojilla. Y de Barridos por la Marea mejor ni hablar. Esperemos que esa etapa “oscura” se debiera a su ya extinto matrimonio con Madonna y no vuelva a repetirse.

A decir verdad sus tres mejores películas, la trilogía formada por Lock&Stock, Snatch y Rock N Rolla, son prácticamente iguales. Tramas de enredos con robos a mafiosos del bajomundo londinense, con personajes esperpénticos, humor negro y una narrativa desenfrenada. Es como si fuera un hijo bastardo de Scorsese con Billy Wilder.

Una cosa que echo en falta en el cine comercial actual son personajes carismáticos, con frases memorables. Mientras que el cine de los 70 estaba plagado de estos, en la actualidad es raro encontrarse a alguno. Desde que Hollywood se ha empeñado en que todo lo que produce ha de ser para todas las edades, todos los públicos y no ha de tener el mínimo atisbo de nada que pueda ser ofensivo para cualquier colectivo nos encontramos con un cine bajo en grasas, sin alcohol, sin azúcar, sin cafeína y sin nicotina. Sólo contados directores, como Tarantino o los hermanos Cohen, nos dejan personajes de esa talla

Rock N Rolla en cambio está plagada de personajes inolvidables, bien interpretados. Toby Kebbel, interpretando a la enganchada estrella del rock and roll Johnny Quid, se marca un fantástico monólogo sobre la atracción que le produce el peligro y las drogas, sirviendo como metáfora de parte de la película. Thandie Newton se convierte en una contable pija extremadamente delgada, al más puro estilo Victoria Beckham. Karel Roden por su parte interpreta a Uri Omovich, un constructor millonario ruso, con relación con lo más oscuro de la mafia de su país, que recuerda a otro personaje del papel couchè británico: el rico dueño del Chelsea, Abramovich. Idris Elba, Tom Hardy y Gerard Butler, por su parte, son “el Grupo Salvaje”, un guiño a Sam Peckimpah y un grupo de ladrones que intentan meterse en el mundillo de la construcción. Pero sin lugar a dudas los dos mejores personajes son el duro e impasible Archy, interpretado por Mark Strong, y el cabronazo jefe de la mafia Lenny Cole, magistralmente llevado del guión a la pantalla por Tom Wilkinson. Un elenco de actores de escuela británica, sin estrellas pero con mucho oficio. Seguramente el más flojo del reparto sea Jeremy Piven en su faceta de manager agobiado.

Mientras Ritchie se centra en seguir hacia el cine más comercial, y llenarse los bolsillos, con la saga de Sherlock Homes (que le ha quedado resultona pero no genial), algunos seguimos esperando otra película con más ridículas situaciones y enrevesados enredos mientras unos desafortunados personajes intentan salvar el culo, perseguidos por algún sanguinario gangster al que han intentado dar el palo.

Cultura libre para el progreso humano

En una sociedad de consumo rápido, de usar y tirar, por desgracia las ideas caducan “rápidamente”. Hace unos meses las protestas contra la “Ley Sinde”, que prohíbe el compartir obras con copyright, y contra la SGAE, organismo gestor de derechos de autor que posee el monopolio del cobro a emisoras de radio y televisión, y el control de la mayor parte de las licencias privativas culturales en España, eran habituales. Pero fueron apareciendo otros temas que capitalizaron la atención de los medios, algunos trascendentales para el país como las reclamaciones de un cambio en el sistema democrático por parte del movimiento “democracia real ya” o las elecciones locales y autonómicas, otros impactantes como el debate sobre la energía nuclear generado por la crisis de Fukushima, los levantamientos en el norte de África y Oriente Medio o, en los últimos días, la tragedia de Lorca y las dudas sobre la calidad de la construcción en las zonas que más se expandieron durante el boom inmobiliario; y finalmente temas triviales pero que han llenado muchas páginas y han distraído la atención de la gente como la prohibición de fumar en todos los bares, la reducción del límite de velocidad en autopistas a 110 km/hora o una sucesión de encuentros entre Real Madrid y Barcelona que los panfletos de la prensa deportiva se encargaron de calentar. El caso es que esto ha enterrado el debate sobre dicha ley, sobre los métodos de la SGAE y sobre los derechos de los internautas; aunque yo siempre he pensado que el verdadero debate está en un derecho mucho más fundamental.

Por desgracia la mayor parte de los que se oponen a las restricciones a la libertad de distribución de cultura por la red lo hacen por motivos pragmáticos y egoístas: sólo les preocupa que no les cierren su página de descargas favoritas para no perderse la última temporada de “Cómo conocí a vuestra Madre” o de “Big Bang Theory”; pero somos menos los que nos preocupamos por cómo gobiernos y editores mercadean con nuestros derechos y nuestra libertad. Es necesario que el movimiento por la cultura libre haga llegar estos conceptos a la gente que se opone a estas leyes por esos otros motivos, dado que ellos son los que propician los argumentos descalificadores que utilizan los editores. Esta gente tiene que entender que el acceso a la cultura es un derecho, más allá de sus intereses egoístas. Las justificaciones del tipo “la industria debe aprender a ofrecer algo más para combatir la piratería” o “los autores pretenden vivir toda su vida de un éxito puntual” no son argumentos válidos, el verdadero argumento ha de ser: “Compartir la cultura no es un delito, el libre acceso a la misma es un derecho fundamental de todos los humanos”.

Porque se habla mucho de los derechos de autor en el discurso de los prohibicionistas, pero muy poco de los derechos del usuario. De hecho el término “derechos de autor” es una gran falacia, generalmente estos derechos están en manos de los editores, que dan al autor los huesos mientras ellos se comen el solomillo. Estas leyes se crearon originalmente para luchar contra el plagio y para evitar que los editores comercializaran obras sin permiso, pero a largo plazo se han convertido en un arma para proteger los intereses económicos de los editores, recortando además el derecho que todo ser humano debería tener a acceder libremente a la cultura.

No es que crea que no es ético pretender cobrar por un trabajo relacionado con la cultura, como algunos afirman, pero sí que es un crimen pretender arrebatarnos el libre acceso a esta. Música, cine, literatura, pintura, fotografía… todos deberíamos poder acceder a esto independientemente de nuestro nivel de ingresos, aunque parece que gobiernos, editores y gestoras de derechos de autor no creen eso, y siguen empeñados en asociar indisolublemente cultura y producto, algo que podía ser cierto hace un par de décadas, pero no ahora.

No, porque la posibilidad de convertir estas obras en flujos binarios de datos nos permite tanto disociar la obra del producto como acceder a ella desde la red. Esto no acaba con el negocio, como los editores y las gestoras de derechos de autor afirman, el producto sigue existiendo para venderlo en el mercado tradicional (proyecciones en cines, actuaciones en directo, ventas en formato físico..) y se crean nuevas posibilidades de mercado (donaciones como se hizo en su día con el software libre, emisión en streaming con publicidad…), si bien esto facilita la distribución directa entre el autor y el cliente, eliminando o cuanto menos restando importancia a la figura del editor.

¿Alguien se ha parado a pensar alguna vez qué habría pasado si los derechos de autor fueran un derecho natural inherente al ser humano?¿Si siempre hubieran existido?¿Cómo se habría desarrollado la historia si todo el mundo hubiera podido restringir el acceso a sus obras desde el nacimiento de la humanidad? El compartir ideas y el libre acceso a las mismas es esencial para el avance y el desarrollo de la raza humana. Compartir la cultura, compartir los conocimientos, debería ser un derecho inalienable de todo ser humano, derecho que nos quieren arrebatar mediante leyes restrictivas hechas a medida de la Fox, Disney, Warner o Sony, los grandes imperios americanos editoriales y del sector audiovisual. Los documentos de WikiLeaks ya llevaron al dominio público las presiones del gobierno estadounidense sobre los gobiernos europeos, con el objetivo de que estos aprobaran leyes como las suyas para prohibir el intercambio de contenidos por internet.

Aunque la vida de los derechos de autor varía según los países, en la mayoría se encuentra entre los 75 años para trabajos autoeditados y 95 para trabajos por encargo. Hasta no hace muchos años esto no era así, pero la llamada “Ley Sonny Bono” de 1998 amplió la duración de los derechos de autor en EEUU, quienes pronto impondrían su criterio al resto del planeta. Incluso, cuando se empezó a debatir esta ley, hubo quien propuso convertir los derechos de autor en imperecederos (el susodicho Sonny Bono y su viuda, de hecho). Ese mismo año se aprobó la peligrosa DMCA (Digital Millenium Copyright Act) que permitía, entre otras cosas, la inclusión de dispositivos anti copia en los formatos digitales y la creación, por parte de los editores, de sus propias condiciones de copyright, todavía más restrictivas que las ya marcadas por la ley. Tras esto, la Unión Europea comenzó a crear leyes de corte similar.

Por suerte, de momento disfrutamos de un arma para combatir el copyright: el copyleft. Aunque algunos editores y gestoras (la SGAE entre ellos, y con el amparo de la ministra Sinde, que dice ser socialista pero no se sonroja a la hora de bajar la cabeza frente a los patronos de las editoras) estén intentando ilegalizarlo en varios países. Su argumento es que “podría permitir la venta incontrolada de material con derechos autor”, otra de sus habituales mentiras, como cuando manipulan el lenguaje equiparando el compartir archivos con asaltar barcos en alta mar para saquearlos y asesinar a su tripulación (porque el término “piratería” no es más que eso, burda manipulación para dar un matiz negativo a algo que no lo es). Licencias como las de Creative Commons o la GNU/GPL nos permiten hacer nuestra obra libre, para que pueda ser accedida por todo el mundo, pero protegida contra prácticas indebidas (si no licenciamos nuestra obra cualquiera podría hacer una versión y sacarla de forma privativa, prohibiendo así cualquier nueva versión futura). Gente como Michael Moorcock, Lawrence Lessig o Richard Stallman ya nos han marcado el camino, ahora la pelota está en nuestras manos y la decisión es nuestra.

Piensa en un futuro donde toda la cultura del mundo pueda ser accedida libremente desde tu ordenador, donde todos los libros que se han escrito y escribirán, toda la música que se ha grabado, todas las películas que se han filmado, todas están a tu alcance, a un sólo click de distancia. Y piensa ahora en otro futuro donde toda esa cultura también está a sólo un click, pero previo pago a editores y gestoras mediante iTunes. La batalla que decidirá si vivimos en un futuro o en otro se está librando ahora y nosotros somos la infantería de la contienda, no olvidar esto y actuar en consecuencia, tener la convicción de que lo que está en juego es nuestra libertad frente a los privilegios de unos pocos, ha de ser la primera de nuestras armas.