Si tu Windows 10 tarda en arrancar es muy posible que sea porque tiene demasiadas aplicaciones que se lanzan durante el inicio. Puede haber otras causas, sí, pero lo más habitual es que haya demasiados programas ejecutándose durante el arranque y también es muy posible que no necesitamos que todos ellos lo hagan en ese momento.
Aunque existen herramientas para optimizar esto realmente no necesitamos ninguna: el sistema operativo ya la trae de serie. Basta con abrir el administrador de tareas (podemos hacerlo de forma directa pulsando Ctrl+Shift+Esc o pulsando el mítico Ctrl+Alt+Supr y seleccionando el administrador en la lista de opciones).
Una vez abierto pulsamos la pestaña Inicio y allí podremos ver qué programas se ejecutan durante la carga:

Realmente puedes deshabilitar todo lo que hay ahí ya que ninguno de esos programas afectaría de forma crítica al sistema, aunque es posible que quieras tener alguno de ellos (por ejemplo, yo tengo el Outlook configurado para que se abra en el inicio porque suele olvidárseme y el el trabajo lo necesito habitualmente). Cuando hayas quitado lo que no quieras en esa sección el equipo debería tardar algo menos en iniciar.