Martin Eric Ain (18/07/1967 – 21/10/2017)

Ayer nos dejaba uno de los pioneros del metal extremo europeo, el bajista Martin Eric Ain. Nacido en los Estados Unidos en 1967 ganó fama como bajista de las míticas bandas suízas Hellhammer y Celtic Frost. Un paro cardíaco segaba su vida prematuramente.

Tuve la oportunidad de verle dos veces con Celtic Frost, ambas en la gira de presentación del que fue el último disco de los suízos, el Monolith. Y fue en la segunda, tocando junto a Kreator en Madrid en 2007, en la que se me quedó grabada una absurda anécdota, una anécdota que me apeteció compartir con vosotros al enterarme de la noticia: Durante todo el concierto era Martin quien se dirigía al público entre las canciones. En un momento dado empezó a bromear con que España era «el país de la inquisición y del Opus Dei«. El público aplaudió. Entonces comentó que él hacía años que no pisaba una iglesia, y que la última vez que lo había hecho fuera para asistir al entierro de su madre. En ese momento el público volvió a aplaudir, a rabiar. Estábamos casi en primera fila y pudimos ver la cara de poker de Martin ante la reacción, mientras tomaba conciencia de que la mayoría del público no entendía una palabra de lo que decía en inglés y simplemente aplaudían a cada pausa. Creo que no volvió a hablar en lo que restaba de concierto. Ahora me pregunto si hoy le habrá tocado pisar de nuevo una iglesia, de cuerpo presente, o si su voluntad sería tener un entierro laico. En cualquier caso, quede para el recuerdo su aportación al black y al thrash metal.

El Bandcamp de la quincena: Bewitcher – Bewitcher (11/06/2017)

Hace cuarenta años los Portland Trail Blazers se proclamaban campeones de la NBA. Y hoy nos vamos para allá en El Bandcamp de la Quincena, pero no para hablar de baloncesto sino de metal de ese puro y sin alear.

Bewitcher son metal, muy metal y mucho metal, como diría cierto presidente español que, por otra parte, es bastante inútil mental (y que hace pareado). En estos tiempos de miles de etiquetas, de postureo moderneta, de metal posmoderno y de beber poleo-menta mesando la barbocha y el chichito tener a Bewitcher es como tener a Ortega y Pacheco en el FIB de Benicassim. Este power trio de Oregón no pretende inventar nada, sólo traernos fórmulas que ya conocemos pero que, por desgracia, a veces olvidamos.

Bewitcher

Bewitcher es metal clásico con mucha mala baba, ruidoso, jodón y con un extra de Satán. El precio del disco, 6.66 $, es una clara declaración de intenciones pero no la única: los nombres de sus miembros son Unholy Weaver of Shadows & Incantations (guitarra y voz), Infernal Magus of Nocturnal Alchemy (bajo y coros) y Diabolic Crusher of Hallowed Light (baterista por la gracia de Belcebú). Alguno dirá que lo de Satán ya está muy visto, pero a estos chavales no les preocupa. Ellos son de Satán, Satán mola, Satán te ama.

El disco se abre con unos sintes ochentosos que dan paso a la primera descarga de riffs, y a partir de ahí el pie no se levanta del acelerador, heavy metal veloz como las cuchillas de una picadura de carne. Escucha el gruñido que «empuja» el riff de Speed ‘Till You Bleed ¿No has pensado en Tom G. Warrior de Celtic Frost? La prehistoria del black metal, la de Hellhammer, Venom, Celtic Frost o los primeros Bathory está muy presente para estos chavales, pero sin limitarse a ello y asumiendo también el rocanrol sucio y desenfrenado de Motorhead, los clásicos del underground americano de finales de los 70 como Pentagram o Manilla Road y lo más speedico de la NWOBHM: Jaguar, Angel Witch, Tank, Raven, Holocaust o Diamond Head. Un batiburrillo de estilos para sonar como intentarían sonar una chavales que quisieran hacer thrash metal antes de que el thrash metal naciese, como si fuesen los directos antecesores de lo que harían Sodom y Kreator en sus discos debut.

Canciones cortas, sencillas, sin alardes, directas. Voces desgarradas y agresivas sin agudos gorgoritos. Temas de heavy metal veloz y satánico, sin virtuosismos pero también sin miedo a meter el obligatorio punteo, apostando por la vieja escuela sin complejo alguno, mostrando su dedo corazón a la haterada posmoderna. Si eres de los que llevan parches en su chaleco o chupa estás tardando en añadir uno de Bewitcher, y en escuchar un par de docenas de veces este disco. Metal up your ass! Garantizado.

El bandcamp de la quincena (26-01-2016): Mutant – Pleaides

Comenzamos la seección El Bandcamp de la Quincena con un disco que, irónicamente, no está en mi colección. No es que no lo haya adquirido todavía, sino que conseguí mi copia participando en la campaña de crowdfunding previo a su grabación así que ya llevo disfrutándolo desde el día de navida. Ahora, antes de seguir, dale al play en el tema que viene a continuación, y sigue leyendo a ritmo de la música:

Es como una miga de Strapping young Lad, un chorro de Baroness y cuarto y mitad de Annihilator… y sólo hablamos de un tema, Alcione.

Pleaides puede ser visto como un disco de transición, un disco que cierra una etapa y abre otra, quedando reflejado con un hecho: han participado dos bajistas en esta grabación. Campi, que deja la banda tras años de heroico servicio, se encargó de los bajos mientras que su substituto a las cuatro cuerdas, Xalo, aporta su voz a la grabación.

Mutant - Pleiades

En este trabajo un batiburrillo de estilos ayudan a conformar un disco de canciones de continuos cambios de ritmo, una locura esquizofrénica de temas compuestos por muchos fragmentos que podrían parecer montados aleatoriamente, pero donde nada se ha dejado al azar y toda composición se ha cuidado al milímetro. Pégale una escucha a Canvas, es algo así como Queens of the Stone Age copulan con Kreator:

Alguno me tildará de ventajista, pero yo ya hace años que anticipé esta evolución, cuando bauticé a Pla como «el Jeff Waters gallego«. Se veía que el chaval tenía demasiada música en la cabeza en cabeza como para hacer algo lineal (y sigo esperando a que se lance a fusionar bebop con metal, como me comentó alguna vez). Formar una banda en Galicia es complicado: población dispersa, malas comunicaciones, población envejecida, pocas oportunidades a la hora de arrancar en un país donde toda la atención (y el dinero público) se ha centrado siempre en orquestas de pachanga y asociaciones folclóricas tradionales, y donde hay pocas, aunque muy honrosas y a veces hasta homéricas, excepciones de pueblos en los que haya una oferta musical variada. Por eso la existencia y el éxito de los Mutant para mi tiene doble mérito. Es complicado en este contexto poder juntar a tres músicos (realmente cuatro) de este calibre, capaces de parir una obra de este nivel. Plácido es un guitarrista creativo, completo y cultivado, y la base rítmica formada por Caki y Campi/Xalo aporta no sólo una importante dosis de contundencia sino también una gran formación técnica ¿O te crees que hay mucha gente, aparte de Fates Warning, capaz de sacarse de la chistera una pieza como Guerra Florida?

El dinero del crowdfunding ha sido bien empleado, ya que la producción y el sonido del disco son más que reseñables. También, como en el anterior trabajo, han invertido en un buen artwork, una portada llena de detalles haciendo referencia a las culturas mesoamericanas, tema alrededor del cual giran varios conceptos del disco.

En fin, podría continuar hablándote del disco tema a tema, pero a decir verdad eso era algo que hacía cuando era un cronista 1.0, cuando no tenía más soporte que el papel para hablar. Pincha el enlace, escucha el disco entero y juzga si merece la pena o no acercarte a ver a estos chavales cuando toquen en tu ciudad. ¿Groove metal? ¿Thrash metal? ¿Prog metal? Yo ni me molesto en intentar etiquetar este disco, me limito a disfrutarlo con una birra en la mano. Toma ejemplo, non me sexas dummie.

Y la próxima quincena… hablaremos de ferrolanos.

 

 

Forbidden – Forbidden Evil

Tras muchas entradas consecutivas de informática vuelve la sección Joyas Musicales, que muchos esperáis con ansia.  Esta vez la entrada es un poco más cañera de lo habitual en la sección, con una banda de la oleada tardía del thrash de la Bay Area.

Los californianos Forbidden suelen ser recordados por ser la banda en la que empezó Rob Fynn de Machine Head (en este disco debut no toca, pero todavía hay tres temas que llevan su firma) y por ser también el «grupo madre» de Paul Bostaph, quien se encargaría posteriormente de los tambores en Slayer, Testament o Exodus. Y con Testament tiene mucho que ver el sonido de esta banda, que practica un thrash metal agresivo, no tan melódico como el de los primeros Metallica o Megadeth, sino más cercano a Testament e incluso a los primeros trabajos de Exodus. No les emparento con Slayer por la voz de Russ Anderson, más heavy y aguda, mucho más melódico que Araya. Forbidden Evil fue su primer disco, y seguramente el más conocido.

Forbidden Evil

No es que Forbidden tuvieran una carrera espectacular, pero este disco siempre me ha parecido uno de los trabajos más finos del thrash americano de los 80. Se abre de manera fantástica con el cañonazo Chalice of Blood, una bala entre las cejas que pone a prueba tus cervicales y que invita al moshpit. La sigue Off the Edge con una intro de bajo que nos lleva hacia una sucesión de riffs más densos y oscuros para acabar derivando en un tema más épico, muy Overkill. Through Eyes of Glass en cambio juega con un tono más speed metal, con unos riffs que bien podrían haber formado parte del Painkiller de los Judas. De nuevo la épica se mezcla con la suciedad en Forbidden Evil, otro tema cercano al sonido Overkill. En March Into Fire un agresivo ritmo de batería nos lleva a una becerrada poguera moshpit sin descanso que te hará vomitar los higadillos y desenroscar la cabeza moviéndote como una maníaco. Más en la onda de Testament o Anthrax llega Feel The Pain, que da paso a un As good as death muy en esa onda. Cierra el disco Follow me, tema que comienza con un punteo limpio para evolucionar en un largo tema de speed thrash épico donde los agudos de Russ casi parecen querer emular a King Diamond (que seguro que ejerció gran magisterio en los inicios del vocalista).

No es un disco especialmente variado ni muy bien producido, pero sí una buena demostración de thrash metal en su más pura esencia, ofreciendo tralla a mansalva, guitarras vomitando solos de miles de notas y riffs cortantes como cuchillas. Un must hear para todos los amantes del thrash metal de la vieja escuela.