Forbidden – Forbidden Evil

Tras muchas entradas consecutivas de informática vuelve la sección Joyas Musicales, que muchos esperáis con ansia.  Esta vez la entrada es un poco más cañera de lo habitual en la sección, con una banda de la oleada tardía del thrash de la Bay Area.

Los californianos Forbidden suelen ser recordados por ser la banda en la que empezó Rob Fynn de Machine Head (en este disco debut no toca, pero todavía hay tres temas que llevan su firma) y por ser también el «grupo madre» de Paul Bostaph, quien se encargaría posteriormente de los tambores en Slayer, Testament o Exodus. Y con Testament tiene mucho que ver el sonido de esta banda, que practica un thrash metal agresivo, no tan melódico como el de los primeros Metallica o Megadeth, sino más cercano a Testament e incluso a los primeros trabajos de Exodus. No les emparento con Slayer por la voz de Russ Anderson, más heavy y aguda, mucho más melódico que Araya. Forbidden Evil fue su primer disco, y seguramente el más conocido.

Forbidden Evil

No es que Forbidden tuvieran una carrera espectacular, pero este disco siempre me ha parecido uno de los trabajos más finos del thrash americano de los 80. Se abre de manera fantástica con el cañonazo Chalice of Blood, una bala entre las cejas que pone a prueba tus cervicales y que invita al moshpit. La sigue Off the Edge con una intro de bajo que nos lleva hacia una sucesión de riffs más densos y oscuros para acabar derivando en un tema más épico, muy Overkill. Through Eyes of Glass en cambio juega con un tono más speed metal, con unos riffs que bien podrían haber formado parte del Painkiller de los Judas. De nuevo la épica se mezcla con la suciedad en Forbidden Evil, otro tema cercano al sonido Overkill. En March Into Fire un agresivo ritmo de batería nos lleva a una becerrada poguera moshpit sin descanso que te hará vomitar los higadillos y desenroscar la cabeza moviéndote como una maníaco. Más en la onda de Testament o Anthrax llega Feel The Pain, que da paso a un As good as death muy en esa onda. Cierra el disco Follow me, tema que comienza con un punteo limpio para evolucionar en un largo tema de speed thrash épico donde los agudos de Russ casi parecen querer emular a King Diamond (que seguro que ejerció gran magisterio en los inicios del vocalista).

No es un disco especialmente variado ni muy bien producido, pero sí una buena demostración de thrash metal en su más pura esencia, ofreciendo tralla a mansalva, guitarras vomitando solos de miles de notas y riffs cortantes como cuchillas. Un must hear para todos los amantes del thrash metal de la vieja escuela.

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