Si en la entrega 13 iba buscando que el postureo normie me llamase «Elitista» en el Twitter esta semana voy a buscar que los metalfrikis me llamen pacazo y los clasicotes del metal me tachen de modernillo. Vamos con el Musiqueando 14 y arrancamos con un tema de Gary Moore, que estoy muy volcado estos días con el Celtic de Glasgow.
Algunos dicen que Baby Huey, cuyo verdadero nombre era James Ramey, es la mayor estrella del soul que nunca llegó a saber que lo era. Su único disco de estudio se publicó de forma póstuma tras su muerte: The Baby Huey Stroy: The Living Legend. El título ya es una despedida en sí. Huey tenía un talento descomunal pero se cuidaba poco, la suma de sus excesos con el alcohol y la heroína junto a un marcado sobrepeso hicieron fallar su corazón con solo 26 años, privándonos de un excepcional registro vocal, de una garganta que era un verdadero huracán. En su único LP, grabado durante 1970 y publicado en febrero de 1971,cuatro meses después de su muerte, realizó una de las mayores obras del soul psicodélico, incluyendo un par de versiones: una psicodélica y estremecedora revisión de A Change It’s Gonna Come del malogrado Sam Cooke y una revisión del mítico California Dreamin’ que popularizarían The Mammas and the Papas, además de un par de temas propios y varias composiciones de Curtis Mayfield, productor del disco y principal valedor de Baby Huey en el mundillo musical, el único loco decidido a apostar por un músico empeñado en autodestruise. El disco tuvo poco éxito, pues no había mucho interés por parte del sello en invertir dinero para promocionar a un músico ya fallecido del que no podría sacar futuros réditos, pero con el paso del tiempo se convirtió en un trabajo de culto que sería redescubierto por diversas generaciones a través de diversos músicos de hip hop y R&B que utilizaron samplers de sus temas.
Un amigo mío abría el otro día en Facebook un debate curioso, coincidiendo con el 39 aniversario de la publicación del Heaven and Hell de Black Sabbath: ¿preferís el Blizzard of Ozz de Ozzy o el Heaven and Hell de Black Sabbath? Había que razonar la respuesta pero llegué a la conclusión de que es imposible hacerlo. Sopesemos: ambos son dos discos de heavy metal melódico y clásico publicados en 1980, ambos cuentan con una buena producción y un buen puñado de temas icónicos. Uno nos presenta a unos Black Sabbath menos oscuros, influenciados por una naciente NWOBHM, más épicos, casi poniendo la primera piedra de lo que derivará en el género epic doom unos años más adelante, con la dupla Iommi/Geezer en plena forma y con el cambio radical que supone incorporar la voz de un Dio en estado de gracia a la banda. El otro nos trae a un Ozzy que también se aleja del sonido oscuro de los Sabbath clásicos pero virando hacia un sonido más americanizado, más hard & heavy, con músicos estadounidenses, con sus líneas de voz más trabajadas y presentando en la guitarra al Randy Rhoads más pirotécnico. Desde otra óptica también podría decirse que aunque ambos son dos discos sobresalientes y excelentes ninguno de ellos es un disco especialmente rompedor, ninguno marcaría un punto de inflexión en el heavy metal que nos permitiera darle un mayor valor histórico que al otro. Así que razonando la respuesta la única respuesta racional es que no hay respuesta racional posible, la elección recae en las tripas y el corazón y para mí ahí no hay duda: cuando tenía 14-15 años el Long Live Rock and Roll de Rainbow y el Heaven and Hell de Black Sabbath eran mi banda sonora, me los sabía de memoria. Por puro sentimentalismo gana el Heaven & Hell.
Volemos ahora a la ciudad italiana de Parma, capital del histórico Ducado de Parma, situada en un bello paraje de la Emilia-Romagna. Abramos un espumoso Lambrusco y sirvamos una copa mientras ponemos el disco debut de AyahuascA, un trabajo que se publicó el pasado día de difuntos. Se trata de un disco conceptual publicado por el sello australiano Salty Dog Records titulado Naad, donde se nos explica qué es Naad: una entidad antropomórfica que representa el aparato auditivo del universo y la capacidad de escuchar nuestras propias emociones. La voz de Domiziana Pritchard nos irá conduciendo por ese viaje de descubrimiento a través de sonidos psicodélicos durante 10 cortes de inspiración sesentera y cabaretera deudora de gente como The Doors.
Hace unos días, el 25 de octubre, los madrileños Grim Comet publicaban su nuevo trabajo: Afterlife, así que lo he celebrado comprándome toda su discografía en Bandcamp. Siguen mostrando una evolución que los aleja del sonido más doom metal de sus inicios y los acerca a sonoridades más rockeras. En este nuevo trabajo abren ya con un riff crudo decorado con toques de slide sureño y bluesero que no puede sino evocar al gran Billy Gibbons de ZZ Top y si bien hay guiños durante todo el LP a los Corrosion of Conformity más rockeros o a los Metallica en su etapa Load/Reload, el disco parece por momentos querer incorporar elementos del hard rock más crudo y de la depresión grunge noventera, con detalles donde parecen lanzar guiños a bandas tan diversas como Soundgarden, Candlebox, Pearl Jam, Bush o hasta Chris Rea. Con todo se trata de un trabajo muy variado en el que se han dado el gustazo de experimentar en muchas direcciones musicales.
Y a Vigo nos vamos para cerrar la entrega de esta semana con Mano de Piedra, que también han publicado largo debut estos días (previamente habían sacado un EP hace como cosa de dos años). Algunos les han catalogado como la resurrección de los míticos Supa Scoopa por la presencia de su guitarrista Mano, pero aunque molaría tener a otros Supa Scoopa no será en este proyecto donde vayas a encontrarlos pues Mano de Piedra tienen un sonido mucho más brutote y metalero. Today’s Ashes navega más por las aguas de un sludge metal que no hace ascos a tomar prestados elementos del death ‘n roll, el metalcore o del doom. Un disco de metal agresivo y contemporáneo con una gran producción de Iago Alonso que les sitúa como una de las bandas más interesantes que seguir en el cercano 2020.