En los últimos meses otro término relativo a la ciberseguridad del que se está hablando mucho, por la situación bélica en el este de Europa, es wiper. ¿De qué hablamos? Pues de un tipo de malware diseñado para destruir la información almacenada en discos duros. Al contrario que el ransomware, que secuestra nuestros datos, el wiper lo que hace es destruirlos. Esto no es algo nuevo, allá por los 90 virus como Casino, CIH o alguna de las últimas versiones del virus de los Barrotes también estaban diseñados para destruir los datos, aunque en los últimos años este tipo de amenazas se habían vuelto menos habituales ya que es complicado para un ciberdelincuente conseguir un retorno económico si ha destruído de forma irremisible la información, siendo sustituídos por herramientas que roban datos, meten publicidad o los cifran para cobrarnos el rescate. En efecto, un wiper no es especialmente útil para extorsionar o robar, pero sí es muy útil en contextos de ciberguerra o ciberterrorismo. En los últimos meses además de grandes campañas de ransomware también se ha visto un crecimiento del uso de este tipo de herramientas, pensadas para destruir información confidencial o inutilizar sistemas informáticos enteros.
Cada wiper puede funcionar de una forma distinta, los más efectivos que se han analizado durante esta guerra, se cree que usados por los servicios de inteligencia militar rusos, principalmente sobreescriben los primeros bytes de cada fichero con una serie de datos aleatorios para dejarlos inservibles, además de rellenar también el espacio vacío y destruir las particiones y el sector de arranque del sistema, dejándolo inutilizado. La idea es destruir la información, inutilizar el sistema y dificultar además el trabajo forense.
¿Cómo nos protegemos?
Aunque en el párrafo anterior nos centremos en el uso de esta tecnología como arma en el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania, esto no quiere decir en absoluto que empresas o entidades públicas de otros países estén libres de recibir este tipo de ataques. Como siempre que hablamos de posibles pérdidas de datos, lo primero y más básico es tener una política de copias de seguridad que nos garantice que la pérdida si no es nula al menos que sea mínima, con copias diarias de los datos críticos y guardados en varias ubicaciones distintas. Es importante mantener los sistemas operativos actualizados, al igual que el antivirus y el cortafuegos, en caso de disponer de uno. Finalmente el comportamiento del usuario será la última clave: cuidado con lo que se descarga de correos, unidades de almacenamiento externas, sistemas de mensajería, etc. Como siempre la recomenación será tener cuidado con lo que recibimos, descargamos y ejecutamos.