Llevamos ya una cantidad prudencial de partidos de la NBA para poder sacar algunas conclusiones. Estaba claro que los Sixers ya habían tirado el año al comienzo de la pretemporada… de la campaña anterior. Draftear a Embiid lesionado, como antes hicieron con Nerlens Noel, es una jugada no sólo arriesgada sino también clara muestra de lo poco a lo que aspiran este año. La cabeza de los Sixers está en 2016, con los nuevos contratos televisivos y el nuevo convenio. Pero ¿son los Sixers el único equipo que «tankea» descaradamente? Otro histórico de la NBA parece estar haciendo lo mismo en la conferencia Oeste.
¿Son Buss y Kupchak el combo directivo más inútil de la NBA o todo responde a un cuidado plan de reconstrucción? Poniéndonos en situación: hace dos años intentaron crearse un quinteto de ensueño con Nash, Kobe, Artest, Gasol y Howard. No hicieron caso a voces que vaticinaban una hostia mayor que cuando intentaron algo similar en 2004 (cuando pretendieron montarse el «big four» invencible con Payton, Kobe, Malone y Shaq pero fueron incapaces de vencer a los «obreros» Pistons en las finales) y el resultado fue bastante peor, entrando en play off por los pelos para caer barridos en primera ronda. En 2004 al menos habían llegado a la final.
Tras el fracaso de esa iniciativa Dwight Howard hizo las maletas hacia Texas huyendo del ego de Kobe, Nash daba muestras de una marcada decandencia física y Pau aguantaría su último año con la idea, bastante clara, de marcharse a otro lado como agente libre. En medio de esta vorágine destructiva, por la que ningún bien hicieron las dos graves lesiones de Kobe, los motivos para la esperanza eran pocos. El de este año, concretamente, descansaba sobre los hombros de Julius Randle, el primer «top 10» del draft que escogían los Lakes en muchos años, y se esfumaba en el primer partido cuando el joven cuatro se rompía la tibia, quedando descartado para toda la temporada, cortando su progresión y generando dudas sobre cómo volverá un jugador tan atlético. Pero si una cosa nos ha llamado la atención a muchos en medio de esta situación ha sido la astronómica renovación que firmó Kobe estando todavía convaleciente de su lesión. Hace un año Bryant ampliaba su vinculación con los Lakers por dos temporadas más, llevándose en el acuerdo 48 millones y medio de dólares.
Es cierto que Kobe es el máximo anotador en activo de la NBA, al igual que también el jugador que más tiros ha fallado en la historia (y puede que se retire también como el que más balones ha perdido si no sufre lesiones durante este contrato). Se trata de un jugador de 36 años cuyo ego ha provocado roces con otras estrellas (echó a Shaq y a Howard del equipo, e incluso en su día a Phil Jackson) y que ha estado parado maś de un año por las lesiones. ¿Tiene lógica pagarle una ficha estratosférica en plena era en la que los jugadores se bajan el sueldo para hacer hueco salarial que permita crear plantillas competitivas?
Es una jugada que no parece tener mucho sentido por muy Kobe que sea, porque es poco probable que vuelva al nivel de sus años conquistando anillos y galardones individuales. A no ser que la idea no fuera hacer un equipo campeón alrededor de Kobe, que el escolta no fuera el primer ladrillo (chistes aparte) de este nuevo proyecto.
Pensémoslo situándonos en la situación tanto de los Lakers como del mercado en el momento de la renovación (25 de noviembre de 2013), centrándonos en tres puntos:
- El draft del 2014 estaba considerado uno de los que iban a traer más talento a la NBA. Conseguir una elección alta es interesante, y el del 2015 también tiene perlas de bastante potencial.
- En aquel momento nadie se esperaba que LeBron fuera romper su contrato con los Heat ejecutando la opción de Early Termination, eso quería decir que si todo hubiese ido como se suponía en la NBA en 2016 serían agentes libres Kevin Durant, LeBron James, Kevin Love, Joakim Noah, Andre Drummond, Mike Conley, Nico Batum o Chris Bosh. Un buen mercado para pescar un par de estrellas, pero que se ha visto trastocado por el terremoto del eje James/Love. (No he contado a Anthony Davis en este grupo porque en aquel momento no había pegado el salto de calidad)
- En verano de 2014 se desharían del megacontrato de Pau Gasol, y en 2015 de los 10 millones del maltrecho Nash. El contratazo de Kobe expira en 2016… en resumen, pueden llegar a la negociación con margen para fichar lo que les de la gana.
Viéndolo así ya no suena tan descabellado pensar que la directiva de los Lakers haya decidido tirar dos temporadas con la idea de construir un equipo campeón en un par de años. El siguiente punto es ¿por qué pagarle una millonada a Kobe entonces?
Bueno, a nadie se le escapa que los Lakers son el equipo más mediático de la NBA desde los tiempos de Magic y Kareem, una máquina de vender merchandising y facturar camisetas con seguidores por todo el planeta, seguidores acostumbrados a ver a su equipo ganar, o al menos estar entre los candidatos al anillo. ¿Qué podían ofrecer los Lakers a sus fans para que siguieran viendo los partidos durante esta travesía por el desierto? Pues a su jugador insignia en lo que llevamos de siglo, al hombre que despierta amores y odios por medio planeta. Retener a Kobe, como fuera, era esencial para que los Lakers mantuvieran pegados a la pantalla a muchos fans que no aceptarán de buen grado perderse los playoff. Basta con ver los fichajes de la «talla» de Carlos Boozer o Jeremy Lin para darse cuenta de que la directiva no pretendía construir un equipo con opciones para esta temporada. Pero por muy negados o acabados que estén sus compañeros sí se venderán camisetas con el número 24.
En resumen, a la pregunta ¿Están los Lakers haciendo tanking? Afirmo que sí. Y a la pregunta ¿pretenden los Lakers construir un equipo ganador alrededor de Kobe? Claramente no.