Tim «Bienvenidos al Siglo XXI» Duncan le llamaba Andrés Montes, también había quien le apodaba Star Wars. A día de hoy es «The Big Fundamental«. Hablar bien del veterano ala-pivot, puede que el mejor que ha jugado en ese puesto, es fácil. Basta con remitirnos a sus números y galardones: ya en la universidad acumulaba galardones, desde que llegó a la NBA, siendo elegido mejor novato ya en su debut, nunca se ha quedado fuera de los play-offs, alcanzando 6 finales de las que ha ganado cinco. En su vitrina particular además acumula dos MVP’s de la liga regular y 3 de las finales. En 17 años ha sido elegido para disputar el all-star 14 veces (podrían haber sido 15 si no se hubiese cancelado el de 1999), 10 veces ha figurado en el mejor quinteto de la temporada, tres en el segundo y una en el tercero, junto a 8 veces en el mejor equipo defensivo y 6 en el segundo. En las últimas finales superó a Kareem en minutos jugados en play-off y en dobles-dobles a Magic Johnson.
Pero a la hora de hablar de su grandeza no voy a recurrir a números, galardones, títulos o records. Voy a centrarme en una única anécdota que me ha dado por recordar estos días, una muestra de la entereza mental de un jugador que ha dejado a sus críticos sin argumento alguno (le tildan de «aburrido porque no pueden sacarle otro punto débil).
Era un partido de finales de la temporada 2012-2013, cuando Duncan tras un par de años flojos había rejuvenecido milagrosamente. Se enfrentaban sus Spurs a los Clippers y Blake Griffin parecía empeñado en desafiar al viejo Tim, algo así como un choque generacional. En ataque intentaba cargar contra él y machacar sobre su cabeza, pero Tim le defendía de forma implacable ayudado por Kawhi, provocando que Griffin se hartara de fallar tiros. Mientras, en el otro lado, Duncan mostraba un tremendo acierto para acabar con 34 puntos con unos porcentajes excelentes. En uno de los lances del partido Griffin anotó una canasta sobre Duncan, regodeándose de su acierto frente al frío nativo de las Islas Vírgenes. En la siguiente jugada Duncan atacaba, y con una elegante finta se hacía hueco para anotar con facilidad ante un indolente Griffin. Tras la canasta le miró, pero en lugar de desafiarlo se limitó a sonreir y bajar a defender. Esa sonrisa, ese gesto de «no necesito hacer alardes para demostrar mi superioridad» enfadó al espectacular y joven cuatro de los Clippers, que volvió a intentar otra canasta sobre Duncan estrellándose esta vez contra su férrea defensa, haciéndose además el jugador de los Spurs con el rebote. En el siguiente ataque se repetía el duelo, repitiendo también Tim un sublime movimiento para ir hacia la canasta. Griffin, quemado por la sonrisa seguida de una buena defensa, para el ataque de Duncan con una contundente falta. La respuesta de The Big Fundamental vuelve a ser una simple sonrisa mientras se va a la línea a anotar los dos tiros libres. Sin trash talk, sin alardes de fuerza, sin desafíos agresivos, pero ¿se podría dar una respuesta más badass?
Con 38 años la victoria frente a Miami en una de las más contundentes demostraciones de juego en equipo de las últimas décadas se antojaba como la retirada perfecta para una carrera legendaria, pero ha decidido alargar al menos una temporada ¿podrá lograr por primera vez revalidar el campeonato tras romper «la maldición del año par»? Nos queda una temporada, puede que la última en que podamos disfrutar de esta leyenda del baloncesto.