Seguimos la serie de entradas sobre ciberseguridad y privacidad y vamos a tocar uno de los temas más graves y sensibles: el grooming.
¿Qué es el grooming? El grooming es un riesgo digital que afecta a los menores de edad, es el término que aplicamos a la situación de ciberacoso en la que un adulto manipula, engaña o chantajea a un menor de edad con objetivos sexuales: esto implica desde conseguir fotografías hasta realizar prácticas sexuales on-line, incluso llegándose a intentos de conocerse en persona. Esto puede darse en redes sociales, en sistemas de mensajería o en cualquier tipo de comunidad digital. El Código Penal español ya recoge este delito en el artículo 183.ter, pudiendo sancionarse con penas de cárcel de uno a tres años o multas de seis a veinticuatro meses. La red de investigación europea EUKids Online, de la que forma parte el instituto de ciberseguridad español INCIBE, recogía en un informe de 2018 que más del 42% de los menores con una edad comprendida entre los 13 y los 16 años, el rango de edad más afectado por esta amenaza,habían recibido mensajes de tipo sexual a través de internet.
¿Por qué este grupo entre los 13 y los 16 años es el más afectado? Suele ser la edad en la que estos menores empiezan a tener dispositivos con acceso a internet propios (tablets, teléfonos) y cuentas en redes sociales (algunos antes, claro, pero mintiendo en el formulario de acceso). Es lógico pues que este sea el rango de edad más atacado, los niños más pequeños no tienen tanta exposición a las redes. Por esto también es importante no proporcionarles este tipo de dispositivos de forma prematura.

No hay que tomarse a la ligera esta amenaza, un menor que haya sufrido este tipo de acoso o abuso puede sufrir graves daños psicológicos o emocionales a medio o largo plazo, este tipo de agresiones podrían afectarle de muchas maneras: causarle ansiedad, depresión, inseguridad, condicionar su forma de relacionarse con otras personas, provocar que normalice los comportamientos abusivos, dificultarle el relacionarse con normalidad con otras personas o tener relaciones afectivas sanas… incluso puede llegar a ponerse en una situación en la que corra el peligro de sufrir una agresión física. Las consecuencias de la agresión pueden llegar a ser muy graves.
¿Cómo se previene el grooming? Bueno, no hay una fórmula científica para esto, no hay una serie de pasos que sí o sí nos lleven a conseguir una seguridad perfecta porque hablamos de relaciones entre humanos aunque se hagan por medio de dispositivos informáticos. En internet existen varias guías sobre el tema realizadas por profesionales. Uno de los puntos clave sería enseñar al menor a reconocer el peligro, una buena educación tanto en el terreno digital como en el terreno afectivo-sexual: que sepa no solo utilizar sus dispositivos de una forma técnicamente competente sino también de una forma socialmente responsable y segura, que sepa reconocer una agresión sexual y que sepa cómo actuar frente al acoso o al intento de abuso. Si se le va a dar al menor un dispositivo es importante enseñarle antes cómo usarlo de forma segura.
Se habla también en algunos ejemplos o guías para padres sobre controlar el uso que el menor hace de las redes sociales, esto está bien pero hay que ser conscientes de que no es una solución definitiva, el menor puede tener una cuenta que los padres desconozcan, si es un app de mensajería puede haber borrado las conversaciones, el contenido peligroso puede estar oculto en el equipo y protegido por cifrado… incluso una actitud demasiado inquisitiva puede hacer que la relación de confianza entre el menor y sus padres se deteriore al punto de que este no se atreva a contarles que está siendo acosado. Eso no quita, claro, que se deba echar un ojo a lo que publica y a sus interacciones y hablar con él en caso de detectar algún comportamiento que pueda ser de riesgo, intentando siempre que la comunicación sea constructiva, explicarle por qué no debe subir según qué cosas (fotografías, ubicaciones, etc.) o por qué ciertos comentarios que puede recibir no son adecuados. Es decir, es un buen complemento a la educación y formación, pero no un sustituto.
Detectar si un menor está siendo víctima de grooming es complicado en muchos casos, aunque se esté alerta sobre si manifiesta algún comportamiento inusual este puede confundirse con cambios de actitud típicos de la adolescencia. Pueden ser síntomas de estar siendo agredido el que se manifiesten cambios de humor bruscos, tristeza, abandono de actividades que antes le ilusionaban, cambios entre sus grupos de amistades, falta de comunicación, reacciones inusualmente agresivas ante bromas o comentarios críticos, miedo a salir de casa, ausencias injustificadas a sus clases… Como ya comenté, son unas señales que pueden pasar en muchos casos por actitudes típicas de esa edad y dificultan la detección temprana del problema.
Al final hay que ser conscientes de que es imposible proteger a un hijo durante todo el tiempo, por esto es importante enseñarle a protegerse, además de intentar tener una relación de confianza para que se sienta seguro si tiene que denunciar una agresión, porque si el menor piensa «Si les cuento a mis padres esto me van a gritar, me van a castigar» es muy posible que se calle hasta que llegue a un punto en que la situación ya sea insoportable.

¿Qué hacer en caso de que un menor sea víctima de este tipo de acoso? Dos cosas muy importantes: la primera es no culpabilizar a la víctima, la segunda es denunciar. Es importante en un primer momento no presionar al menor ni hacerle sentirse culpable, es importante que se sienta seguro y apoyado en ese momento para que pueda denunciar lo que ha sufrido, para que no se sienta señalado o para que no llegue a creer que él mismo ha sido culpable de haber recibido una agresión. Para denunciar se puede recurrir tanto a las fuerzas policiales (Policía Nacional o Guardia Civil) como acudiendo directamente al juzgado de guardia o a la fiscalía de menores. Aunque en el momento de presentar la denuncia no será necesario aportar las pruebas nunca está demás llevarlas, a ser posible con la menor manipulación de las mismas. Recomiendo consultar con un perito forense informático para estas labores, para intentar no destruir las evidencias en el proceso.
Existen asociaciones y ONG‘s que dan ayuda y apoyo tanto a las víctimas de agresiones sexuales como a las víctimas, haciendo un trabajo muy valioso para la sociedad. Creo que es muy recomendable acudir a ellas por disponer de profesionales que conocen bien la problemática, que pueden dar apoyo al menor agredido o aconsejarnos cual será la mejor manera de actuar, tanto antes como después de denunciar, ya que no hay que olvidar que para la persona agredida siempre será un proceso duro el enfrentarse a su agresor, por lo que es importante que se sienta apoyada.