Neil Young – Americana

Aunque la percepción del público en general es la de situar a Neil Young un escalón por debajo de nombres como Knopfler, Clapton o Springsteen, tal vez porque en los medios de comunicación españoles no se da tanto bombo a sus giras, no se puede negar que el viejo Neil Tiene una de las carreras más sólidas del rock.

Americana es un disco extraño, que ha generado división entre la crítica: genial para unos y totalmente prescindible para otros. En este disco Young decide reunirse de nuevo con los Crazy Horse (9 años después del conceptual Greendale) para lanzarse a un trabajo de arqueólogo de la música tradicional estadounidense. Para este disco se han recuperado 10 temas compuestos entre mediados del XIX y principios del XX, canciones de dominio público, temas de acampada y patio de colegio o canciones de tasca de patroneo pasadas por su filto de rock sudoroso y eléctrico. Añade a modo de cierre una versión del himno británico, que deja descolocado al oyente. ¿Puya o broma?

Y es que reconvertir en clave de rock algunos de estos temas es una tarea mastodóntica, y hay que tener el buen hacer y la clase de Neil Young para lograr un disco que pueda tomarse en serio y no una fallida broma sónica.


Empezando por el principio, el disco lo abre Oh, Susannah reconvertido a una pieza de rock cargado de distorsión casi grunge. Le sigue el clásico de acampada de boy scouts Clementine, un tema que hasta yo canté de crío en clase de inglés. Ambas canciones fueron incluidas en una película muda de 40 minutos que Young realizó conjuntamente al album, recorriendo imágenes y cuadros sobre la historia americana de principios del siglo XX. En dicho mediometraje aparecen otros dos temas del disco: Jesus’ Chariot (She’ll be coming round the mountain), que todos los fans de Futurama recordaréis como la canción que canta Bender cuando le acercan un imán, y el himno británico God Save The Queen que cierra el disco. Como otros puntos álgidos del disco diría que el blues Gallows Pole, que ya electrificaron en su día Led Zeppelin, Travel On, High Flyin’ Bird (en los sesenta blueserizada por Jefferson Airplane) y el This land is your land de Woodie Guthrie. Por medio hay algún temilla que ha quedado más flojo como Get a Job, la excesivamente alargada Tom Dula o la insulsa Wayfaring Stranger. Pero en general el resultado es un gran disco de rock: eléctrico, sucio, pesado, sudoroso, reptante

El tono general del disco es más similar al de una Jam que a una grabación de estudio tradicional, suena como si el grupo lo hubiera grabado en directo, espontáneo y salvaje. Además, fue la semilla del siguiente disco con Crazy Horse, que se publicó sólo cuatro meses después. Y es que tras 34 discos no es fácil mantenerse tan fresco como Neil.

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