Last Days Here. Documental rockero de obligado visionado.

Last Days Here es a Lemmy: The Movie lo que The Story of Anvil fue a Some Kind of Monster.

Porque si el documental sobre Metallica nos mostró los demonios y disputas de la banda con más éxito (y dinero) del heavy metal la de Anvil, en contraposición, nos mostraba la infructuosa lucha por triunfar de unos tipos que tienen que, a pesar de los años, ganarse la vida como pueden para dedicar luego el tiempo que les sobra a seguir adelante con su banda. La culminación del sueño del rock and roll contra la realidad más habitual, aunque narrada de una forma amable y esperanzadora.

Por otra parte, el documental de Lemmy nos mostró la vida, obra y milagros de Mr. Kilminster, el retrato con luces y sombras de la leyenda viviente, del hombre que representa la esencia del rock and roll mejor que Jagger, Richards y McCartney juntos, del rockero que a pesar del éxito y el reconocimiento nunca ha querido pasar a la jet set, se ha mantenido fiel siempre a sus raíces en el lado sucio del rock. Last Days Here, en cambio, nos muestra la situación de Bobby Liebling, vocalista de Pentagram, comenzando en 2007.

Ver la cara de Liebling en la primera escena del documental es como mirar a los ojos del abismo devolviéndote la mirada. Ido, desquiciado, perdido, agonizando en el sótano de su casa paterna, el cincuentón Bobby lamenta sus fracasos entre basura, jeringuillas y pipas de crack. Hijo de un rico ex consejero de defensa tenía el talento y el carisma necesarios para ser grande en el rock, a la vez que poseía todos los vicios y la actitud para mandarlo todo al carajo. Y es que el via crucis que pasa Liebling en este documental es completo: coqueteos con el suicidio, estancias en el hospital con la piel destrozada por los excesos con las drogas, la dureza del mono intentando dejarlo y las tristes recaídas, la ruptura con su pareja, su obsesión con ella que acabará llevándole a la cárcel tras una denuncia por acoso… demasiado oscuro hasta para ser el lado oscuro del rock and roll. La escena con Liebling buscando una piedra de crack entre los cojines de su sofá, encontrando hasta excrementos de rata por medio es totalmente significativa.

Pero en medio hay un rayo de esperanza: su manager y amigo Sean Pelletier intenta hacerle seguir adelante, Phil Anselmo y Jimmy Bower se deciden a financiar un nuevo disco de Pentagram, la oportunidad de volver a la carretera a girar por EEUU y ¿finalmente volverá el amor a la vida de Bobby?.

Last Days Here, un retrato de la cara oscura del rock, del fracaso más absoluto y del cómo intentar volver a sacar la cabeza, siempre con la inolvidable música de Pentragram de fondo, una banda que debería ser venerada no sólo por los amantes del doom, stoner o sludge, sino por casi cualquier amante del heavy metal y el rock and roll más auténtico.

 

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