La historia de los Hell es una de las más curiosas de la NWOBHM. Si rebuscas un poco podrás encontrar sus primeras maquetas de allá por el año del mundial de Naranjito, con muchos de los temas que formaron parte de este Human Remains, pero no verás ningún LP. Incluso hay algún vídeo de la época, en una calidad bastante deficiente (bueno, tampoco te creas que el sonido de las maquetas es una superproducción, una maqueta autoproducida de aquella época puedes imaginarte que no tiene un sonido nítido y claro) pero que dan muestra de la capacidad de convocatoria y la espectacularidad de los directos de esta banda. Su show, con pirotecnia y blasfemia por doquier, impactaba tanto como el de los mismísimos Venom, y sus temas eran buenos, tenían todo el potencial para ser importantes pero la mala suerte se cruzó en su camino. Justo antes de sacar su primer LP la discográfica que les había hecho el contrato, la belga Mausoleum que sacó a muchas bandas de la escena underground, se fue a la quiebra, y poco tiempo después su vocalista David G. Halliday se suicidó. Hell morían prematuramente, antes de que la mayor parte del público les conociera.

Hay que saltar dos décadas en el tiempo, hasta 2008, para llegar al comienzo del renacimiento. Son Andy Sneap (Sabbat), como productor y guitarrista, y Martin Walkyier (Sabbat, Skyclad), quien se ofrece en un principio para ser el vocalista en una reunión de la banda, los artífices de la reencarnación, cumpliendo así un sueño de adolescencia ya que habían sido grandes fans de la banda en su día. Pero la voz de Walkyier, demasiado personal, no acaba de convencer a los miembros originales del grupo, que decían que no guardaba ningún parecido con la voz original. Parecía que Hell volverían a desaparecer, hasta que finalmente aparece un vocalista, David Bower, el hermano del guitarrista Kev, salido del mundo del teatro y sin mucha experiencia como músico, pero con una voz y una actitud escénica perfectas para banda. Y la máquina se reactiva para, finalmente, dar a luz este Human Remains en 2011, acompañado de una gira de presentación por Europa.

El grueso de los temas del disco son las canciones que formaron parte de su primera maqueta, si bien la producción logra darle un toque muy contemporáneo, sin dejar de ser heavy clásico. Tras la intro Overture (Themes from Deathsquad) el tema On earth as it is in hell nos da una muestra del peculiar sonido de estos Hell contemporáneos, donde los riffs de espíritu Saxon casan perfectamente con arreglos propios de la década, más modernos tirando de teclados y samplers, y donde ya podemos comprobar el dramatismo de sus letras (la de esta en concreto, sobre un mensajero infernal, me recuerda mucho a De Guindos apareciendo los viernes por la tele… si la escuchas ya entenderás por qué). Plague and Fyre, inspirada en la plaga de peste y el gran incendio que asolaron Londres en el siglo XVII nos regala una teatralidad en la interpretación vocal propia de un King Diamond, en una enorme tema de heavy metal que comienza con una agónica intro para llevarnos a una canción donde el tono agónico parece medrar hacia lo épico en un loco remolino, un hijo bastardo de Broadway, Mercyful Fate y el show de los horrores de Arthur Brown. El disco no deja un solo momento de silencio, las intros sirven para unir los temas de forma que parezcan formar un todo indivisble. The Oppressors muestra un riff de inspiración muy Black Sabbath blueseros aunque con un toque de Judas Priest, jugando de forma inteligente con los teclados para dar un ambiente más apocalíptico a la canción. Tirando de arreglos disonantes, juegos a dos voces y tensiones en la armonía Blasphemy and the Master continúa este paseo entre la oscuridad y la agonía, aunque Let Battle Commence nos de un respiro de tanta maldición llevándonos a una pieza más speedica y épica. Con más de 10 minutos The Devil’s Deadly Weapon es el tema más largo del disco, si bien dos minutos ya son de intro, para dar paso a unos teclados muy ochenteros y melódicos que dan paso a las guitarras dobladas en una canción que parece más relajada y melódica que las precedentes, si bien la tardía entrada de la voz vuelve a llevarnos a unas atmósferas más apocalípticas y oscuras, mientras el teclado y muchos arreglos de guitarra parecen querer ir hacia derroteros más propios de Praying Mantis. The Quest por su parte da un descanso a la voz, con una tesitura más melódica para esta en un tema de heavy metal con riffs más rockeros y una estructura más hacia la epiciedad, con mucha guitarra doblada, muy melódico, muy Iron Maiden o Saxon. Con una gaita y las risas de las brujas entra Macbeth, y sería de perogrullo hablar de “inspiración Shakespiriana”, un tema con un riff muy clasicote que da paso a un doble bombo poderoso y arreglos de guitarra más tensos. Save us from those who would save us recupera tanto el ritmo frenético y el dramatismo agónico en las voces como la temática religiosa y más oscura, con un gran juego de voces en el estribillo. Para cerrar el disco No Martyr’s Cage, de nuevo un tema muy largo, muy desquiciado y muy tenso.
No se si los Hell de 1982 habrían llegado lejos de haber tenido más suerte en aquel momento, pero los Hell de 2011 sacaron uno de los mejores discos de heavy metal de lo que llevamos de siglo, a pesar de que al menos 6 de los temas ya aparecieran en alguna de sus maquetas de los 80 (se han dejado fuera Deliver Us from Evil, que me parece un temazo). Un disco de heavy metal clásico que sabe sonar contemporáneo sin venderse a las fórmulas mainstream de Nuclear Blast y la plebe wackenera, un disco que sabe ser oscuro sin tener que recurrir a los clichés desfasados y mascados que utilizan muchas bandas de metal extremo o de true metal underground. Un disco con personalidad y calidad.