He decidido hacer una serie de entradas sobre directores de cine con copiosas producciones, remarcando con qué tres de sus magnas obras comenzaría. Intentaré aportar uno al mes.
El primer elegido es el alemán Fritz Lang. Nacido en Viena en 1890, cuando todavía formaba parte del Imperio Austrohúngaro (mi segundo imperio favorito, después del Romano durante la dinastía Flavia), antes de dedicarse al cine estudió arquitectura y Bellas Artes y combatió en la I Guerra Mundial. En 1919 filmó su primera película, la ahora perdida Halbblut, y su trayectoria se alargaría 41 años, filmando en 1960 su última obra, el final de su saga sobre el personaje del Dr. Mabuse. Se exiliaría de Alemania durante el ascenso del nazismo, a pesar de haber recibido ofertas por parte del partido para que dirigiese la UFA, y abandonaría también los EEUU a finales de los años 50 por las purgas anticomunistas del Comité de Actividades Antiestadounidenses. Volvería años después a California, donde fallecería en 1976.

¿Con qué tres películas comenzaría yo con Fritz Lang? Pues para mi estas serían las elegidas:
Metrópolis:
Probablemente Metrópolis sea la mejor película de ciencia ficción filmada durante los años del cine mudo, dando además una mano de oscuridad distópica a un género que hasta aquel momento se movía en lo positivo, en la fe ciega en el progreso técnico como motor de mejora de la vida humana y en la utopía como visión de futuro. El guión venía de la mano de la entonces pareja de Lang, la escritora Thea Von Harvou, y la producción fue espectacular para la época, tanto la estupenda banda sonora como los faraónicos escenarios de la ciudad estado de arquitectura art-decó.

Como curiosidad, Lang renegó del final de la película y de la afirmación «Entre la mano y el cerebro debe mediar el corazón«. Hay que ver el contexto político para entender esto: la película por un lado muestra la explotación de la clase obrera pero por otro lado reniega de la lucha de clases y de la revolución, llamando a la colaboración entre estas. Este concepto entronca con el sistema de corporativismo que defendían los nazis, tesis a las que la guionista Thea von Harbou era cercana. Ojo, que no estoy afirmando que Metrópolis sea propaganda fascista, simplemente que viendo el contexto político y la trayectoria de la autora es entendible que Lang se sintiera incómodo con ciertas ideas reflejadas en la historia.
M, el vampiro de Düsseldorf
El título en castellano es engañoso pues no se trata de una película de terror gótico y temática vampírica, sino de una película de cine negro con gran carga de crítica social. Es la primera película sonora de Lang y el film que lanzó a la fama a Peter Lorre, quien hasta aquel entonces se había labrado un nombre en la escena local berlinesa como actor de teatro. A nivel histórico la película es importante por ser una de las primeras en las que se utiliza un leitmotiv (la melodía de En el salón del rey de la montaña de Grieg que silva el asesino) y por haber sentado las bases del cine negro.
Durante la película se denuncia como el miedo, la paranoia, los bulos y la idea de la existencia de un enemigo común acaba llevando a la gente a estar dispuesta a cometer cualquier acto aberrante. Como incluso policía y criminales pueden compartir los mismos intereses en un caso tan extremo. De nuevo hay que ver el contexto histórico, con el nazismo mostrando un ascenso imparable en Alemania (dos años después se harían con el poder) y el discurso del odio presente ya en el día a día.

Aunque el título en castellano indique otra cosa, la película se ambienta en Berlín. Si bien no se cita de forma explícita ninguna ciudad sí se hace referencia a calles berlinesas y se ve un mapa de Berlín en la comisaría. La referencia a Düsseldorf viene de uno de los casos reales que inspiraron el guión, el del asesino en serie de niños Peter Kürten que sí actuaba en dicha ciudad.
Otra de las grandezas que me gustaría destacar de esta película es lo bien que envejece. La película sigue resultando sobrecogedora a la par que fresca a pesar de haberse filmado en 1931. Si comparamos con Metrópolis, que se rodó solo cuatro años antes, M no da la impresión de ser una película tan antigua. Según he podido leer, Lang declaró que es la favorita de entre sus obras.
Los verdugos también mueren
No es una de las películas más famosas de Fritz Lang, pero nuevamente el contexto histórico es determinante. En este caso nos encontramos a varios expatriados alemanes en los EEUU huyendo de la amenaza fascista. Bertolt Bretch firmará el guión de esta película donde el cine bélico se da la mano con el thriller y la banda sonora vendrá de la mano de Hans Eisler, habitual colaborador de Bretch y autor posteriormente del himno de Alemania Oriental. La dirección de fotografía recaía en James Wong Howe, uno de los más innovadores camarógrafos de su época.

La película es una reconstrucción ficticia de un hecho real: el asesinato del líder nazi Reinhard Heydrich, conocido también como El Verdugo o El Carnicero de Praga por sus brutales métodos. Si bien no es fiel al hecho histórico que relata, ocurrido solo unos meses antes y del que no se conocían todavía los detalles, sí resulta un gran homenaje a la memoria de la resistencia checa al nazismo.
La película tuvo impacto social en su momento, en 1943 todavía mucha población estadounidense no estaba convencida de la conveniencia de la intervención militar en África y Europa y creían que su país debía centrarse solo en la guerra del pacífico. Esta fue una de las películas que ayudaron a decantar a la opinión pública en favor de continuar la intervención militar en Europa. Irónicamente pocos años después el Comité de Actividades Antiestadounidenses consideraría que la película era propaganda comunista y su reproducción quedaría prohibida allí hasta los años 70.