Iba a decir algo de los 300.000 euros a Enrique Iglesias. Pensaba cagarme en la Xunta por andar regalando dinero al hijo del cantante oficial de su partido (que ya se llevó en el pasado una buena millonada del mismo organismo cuando también gobernaban sus amigos). Pensaba hablar del tremendo despropósito que me parece soltar alegremente este dineral, mientras educación, dependencia y sanidad se van al carajo. Me planteaba comentar la tremenda hipocresía de darle ese dinero a este «músico» (me vais a permitir entrecomillarlo, porque llamar música al producto enlatado que ofrece el chaval es como llamar comida a lo que sirve Burger King), mientras sus secuaces en Compostela están a la caza y captura de todo aquel que intente ganarse la vida con un instrumento en sus manos, repartiendo multas y acosando a locales pues ellos son más de Sopranos (concretamente de Tony, al que copian sus métodos). Tenía la intención de sacar a relucir la falta de ayudas a iniciativas culturales aquí en Galicia por parte de la camarilla de Núñez Feijoo (Frijolito para los amigos, esos con los que siempre hay nieve). Incluso me daría pie a poder hablar de cómo, de nuevo sus esbirros del escalón inferior, están acabando con la hostelería nocturna de la ciudad en la que llevo morando más de una década.
Pero no lo voy a hacer. Porque cuando llevaba un par de párrafos escupiendo bilis, como casi siempre que leo algo sobre esta panda de cleptócratas, pensé en las cajas. Sí, las cajas de ahorros: Caixa Nova y Caixa Galicia. Durante años fuente de financiación de proyectos mastodónticos de los gobiernos autonómicos, hundidas en la más profunda de las ruinas y fusionadas porque algún genio de la economía pensó que si unimos dos mierdas el resultado no sería necesariamente una mierda enorme. El caso de la tragedia titulada «De Nova Caixa Galicia Banco a Abanca: crónica de un saqueo«, es una clara muestra de esta estrategia mafiosa que está llevándose a cabo en el sur de Europa para repartirse nuestro dinero: El banco recibe 9.000 millones de euros de dinero público para sanearse. La promesa que les cuelan a algunos «cuando esté funcionando lo vendemos y se recupera la inversión, al pueblo no le cuesta nada, si hasta podemos salir ganando«. El banco se vende a un grupo venezolano Banesco por 1.000 millones. Como dicen los yankees «Do the math«, haz la cuenta, 8.000 millones que nos robaron en nuestras propias narices, y ni se molestaron en dar las gracias, como cuando escapas de un dormitorio en medio de la noche tras un polvo rápido. En fin, será lo que toca pagar porque nos estén salvando del populismo.
Así que me iba a cagar en la Xunta, pero ya a estas alturas ¿para qué? Si el nivel de saqueo y desvergüenza es tal, que ya por menos de mil millones ni nos levantamos del sofá.
Es una vergüenza lo que se ha hecho con las cajas en este país. Pero no solo con las Caixas galegas, también con Caixa Catalunya y todas las de Bankia… se han regalado millones de las arcas públicas para que ahora acaben en manos privadas a un precio irrisorio y los compradores ganen dinero con los «nuevos bancos» saneados.
Una vergüenza.
En fin… no sigo que me cabreo.
Un saludo
Albert
bristolenos.com